domingo, 8 de mayo de 2016

Resuelven un caso de variante anatómica maligna de la coronaria - DiarioMedico.com

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DISCORDANCIA ENTRE CLÍNICA Y PRUEBAS

Resuelven un caso de variante anatómica maligna de la coronaria

El Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima de Vigo detecta el problema en un hombre de 42 años y lo interviene con éxito.
María R. Lagoa. Vigo   |  06/05/2016 10:44
 
 

Sergio Zapatería Lucea
Sergio Zapatería Lucea, jefe del Servicio de UCI y de Urgencias del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima de Vigo. (Hospital Vithas)
Una variante anatómica maligna de la coronaria es una patología que se produce en contadas ocasiones, una rareza que viene determinada desde el nacimiento. En grandes poblaciones, los hospitales de referencia no llegan a diagnosticar siquiera un caso al año.
Su diagnóstico resulta complejo, no sólo porque es infrecuente, sino sobre todo porque cada caso es distinto, posee una naturaleza única, y es difícil encontrar la anomalía, muchas veces milimétrica. Además, su presentación clínica puede confundirse con un infarto o una displasia. Por todo ello, la sospecha es un elemento clave. Pensar en esta posibilidad cuando existe discordancia entre la clínica y las pruebas cardiacas puede ser crucial. Es la recomendación que hace el jefe del Servicio de UCI y de Urgencias del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima de Vigo, Sergio Zapatería Lucea, después de dirigir a un equipo multidisciplinar que ha logrado detectar el problema e intervenir con éxito a un hombre de 42 años, que recibirá el alta hospitalaria hoy.
El paciente se desplomó el pasado mes de abril mientras trabajaba. Deportista habitual, nunca antes había presentado síntomas y el día anterior había estado entrenando para participar en una carrera entre Ponferrada y Santiago de Compostela. Fue trasladado urgentemente a un centro hospitalario de la ciudad de Pontevedra y desde allí fue derivado a Fátima para que se le practicase un cateterismo coronario ante la sospecha de un infarto de miocardio. El paciente inició repetidos episodios de arritmias malignas con taquicardias y fibrilación articular, que duraron 12 horas. El hecho de encontrarse en un entorno hospitalario evitó un fallecimiento por muerte súbita.
En la sala de hemodinámica se comprobó que el origen de la coronaria derecha no era el habitual porque estaba en el lado izquierdo, pero no se vio ninguna lesión en las coronarias que explicasen las arritmias por infarto. El paso siguiente fue realizar una ecografía cardiaca, en la que se detectó una anomalía en el ventrículo derecho. El equipo médico estimó entonces que podía tratarse de una displasia cardiaca y solicitó un estudio electrofisiológico en la Unidad de Arritmias, que no consiguió provocar la arritmia para averiguar su causa e intentar corregirla. Al mismo tiempo, pidió un escáner para estudiar y diagnosticar la posible displasia, e inició un estudio genético para confirmar o descartar un componente hereditario de esta patología.
Como persistían las dudas, se realizó una resonancia magnética, que desveló una mínima falta de riego en la zona inferior del corazón, a la que la coronaria derecha lleva la sangre. "Esta situación nos hace volver al principio, al origen de la coronaria, y revisamos el recorrido de la sangre en cada fracción de segundo". Ese estudio detallado descubrió que la coronaria, al nacer en un punto de la aorta no habitual, seguía su trayecto hacia la derecha, buscando su posición natural, que pasa entre el corazón y la aorta. Era un giro muy pequeño, de menos de un centímetro, pero en esa posición hacía que cada latido del corazón la comprimiera intermitentemente, ocasionando una falta de riego mínima, pero constante, a la parte inferior del corazón. "Es poquita cosa pero a lo largo de toda una vida provoca la isquemia en esa zona", comenta Sergio Zapatería.
Tras confirmar el diagnóstico y estabilizar al paciente, se le practicó una intervención quirúrgica con circulación extracorpórea, en la que se cortó la coronaria derecha a su salida de la aorta, cerrando el orificio, y se abrió otro, en forma de ojal, en el punto correcto para la coronaria. Una vez unidas nuevamente la aorta y la coronaria, se verificó el funcionamiento correcto de la aorta, de la coronaria derecha resituada y del corazón, reanudándose la circulación cardiaca normal. La operación duró casi cuatro horas.
El equipo médico no prevé que el paciente pueda sufrir secuelas, podrá hacer vida normal, aunque su incorporación a la actividad deportiva deberá ser progresiva. Durante al menos un año tendrá que tomar antiagregantes y los primeros seis meses también medicamentos antiarrítmicos.
"El problema es el diagnóstico. Hay que sospecharlo, tenerlo en la cabeza cuando nos encontramos ante una discordancia entre la clínica y las pruebas que practicamos", ha subrayado Zapatería. Otro factor esencial en la ecuación es que el centro disponga de los medios humanos y técnicos para coordinar en poco tiempo todas las pruebas. En Fátima se hicieron en dos días.

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