MEDICINA PREVENTIVA
Alcohol: finaliza la era del consumo saludable
Un estudio publicado en The Lancet rebaja la cantidad diaria exenta de riesgo y solo contempla un efecto protector residual. Frente a la tendencia a minimizar posibles beneficios, otros trabajos corroboran el valor positivo del patrón mediterráneo de ingesta.
María Sánchez-Monge | 30/04/2018 00:00
'Curva en J' tradicional de la relación entre consumo de alcohol y salud. ()
El debate sobre las repercusiones del consumo moderado de alcohol parece interminable. Las recomendaciones sobre ingesta segura han evolucionado a lo largo del tiempo, de forma que cabría pensar que se ha pasado de casi prescribirlo a unas pautas muy restrictivas. En realidad, los tiempos en que ciertas bebidas alcohólicas se consideraban elixires quedan muy lejanos y no es cierto que en la actualidad los expertos promuevan una especie de ley seca. Lo que sí se constata es la tendencia a fijar unos márgenes de consumo seguro para la salud mucho más estrechos que hace no demasiados años y a cuestionar los posibles beneficios cardiovasculares o de otra índole.
Un trabajo publicado hace unas semanas en The Lancet sigue esa senda y la afianza, con la contundencia que proporciona el análisis de los datos de 600.000 personas de 19 países, entre ellos España. La conclusión principal es que un consumo de alcohol superior a los 100 gramos a la semana se asocia con una reducción de la expectativa de vida. Esa cantidad equivaldría a entre 5 y 6 copas de vino a la semana, lo que supone una cantidad sensiblemente inferior a la comúnmente aceptada en países como el nuestro. En una página web auspiciada por el Ministerio de Sanidad se sitúa el máximo recomendado en hombres en 4 vinos (o 4 cañas) al día. La diferencia es muy grande, aunque hay que tener en cuenta que siempre ha habido un cierto baile de cifras al poner ejemplos sobre lo que es una ración de vino, de cerveza o de bebidas con mayor graduación.
Otro punto relevante del trabajo, cuya autora principal es Angela Wood, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), es que un mayor consumo de alcohol se relacionaba con un riesgo superior de ictus, insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial mortal y aneurisma de aorta letal. Para todas estas condiciones no se apreciaron umbrales de consumo por debajo de los cuales se atenuase el riesgo de enfermedad. En cambio, el consumo de cierta cantidad de alcohol se vinculó con un menor riesgo de infarto de miocardio no mortal. Esta diferente asociación podría explicarse por su efecto negativo sobre la tensión arterial, que justificaría el gran incremento del riesgo de ictus. En cambio, favorecería un aumento del colesterol HDL, que induciría el descenso del infarto de miocardio.
- Concepción Moreno: "Como fortalezas del nuevo estudio hay que señalar la utilización de métodos validados para medir el consumo y la potencia estadística”
Fortalezas y debilidades
Una de las investigadoras españolas que ha participado en el estudio, Concepción Moreno, del Instituto de Salud Pública de Navarra, considera que "como fortalezas del estudio hay que señalar la utilización de métodos validados para medir el consumo de alcohol y otros factores de riesgo cardiovascular y la potencia estadística". Además, destaca que "los análisis principales se realizaron entre los participantes que declaraban algún consumo semanal de alcohol y que no presentaban antecedentes o historia previa de enfermedad cardiovascular".
Entre las limitaciones del análisis cabe destacar que, tal y como reconocen los propios autores, se hizo un seguimiento mínimo de 12 meses, pero no se valoró el consumo de alcohol a lo largo de la vida. Además, la ingesta no se midió de forma objetiva, sino que se dieron como válidas las cantidades declaradas por cada uno de los participantes.
- Miguel Ángel Martínez-González: "La relación entre alcohol y salud es un asunto complejo, pero conviene tener en cuenta tanto el tipo de bebida como el patrón de consumo”
Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Navarra y coordinador de la red de centros Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea), reconoce que la relación entre ingestión de alcohol y salud es "un asunto complejo". Aprecia que el nuevo estudio "solo valora la cantidad consumida a la semana en grados de alcohol, pero no tiene en cuenta aspectos como la fuente -no es lo mismo el vino que el vodka- o el patrón de consumo, que cambia mucho de un país a otro". En este sentido, recalca que el vino, "además de alcohol, tiene compuestos antioxidantes (polifenoles), que pueden ejercer efectos beneficiosos".
En lo que se refiere al patrón de consumo, cree que el mediterráneo se distingue de otros, sobre todo, en que suele tener lugar durante la comida y de forma espaciada: "No se consumen más de cuatro copas seguidas". Fue en esas condiciones en las que el estudio Predimed relacionó el consumo moderado de vino con beneficios cardiovasculares.
- Francisco Pascual: "El trabajo que se acaba de publicar contribuirá a rebajar la ingesta que se considera segura y dejar de hablar de que existen cantidades protectoras’
Asimismo, un estudio publicado por su equipo en British Journal of Nutrition en 2014 refleja una reducción de la mortalidad asociada al patrón mediterráneo de consumo de alcohol. Los investigadores desarrollaron un índice que valoraba de forma simultánea siete parámetros que definirían ese patrón, entre los que se incluía la ingesta moderada, espaciándola durante toda la semana, el bajo consumo de bebidas espirituosas y la preferencia por el vino tinto.
Martínez-González apunta que, en relación con otras enfermedades, como el cáncer de mama, no puede hablarse de un consumo seguro, sino que cualquier cantidad de alcohol incrementa el riesgo. Asimismo, señala la importancia de segmentar el mensaje. Dejando aparte los colectivos en los que existe consenso sobre el consumo nulo (embarazadas, menores, ciertos enfermos, conductores...), estas serían sus recomendaciones: en hombres menores de 45 años y mujeres menores de 55, "alcohol cero".
- Paola Beltrán: "Los resultados de la investigación son esclarecedores. El efecto de la ingesta es dosis-dependiente y no revela una ‘curva en J’”
En edades inferiores a esos cortes, explica el experto, las causas de muerte están muy relacionadas con los accidentes de tráfico, los suicidios o el cáncer de mama, que aumentan "incluso con pequeñas cantidades de alcohol". En cambio, a partir de esas edades "empieza a subir el riesgo de infarto, frente al que el alcohol puede proteger". Ahí jugaría un papel el consumo moderado. En todo caso, aclara que, como médico, "jamás aconsejaría a nadie el inicio del consumo de alcohol".
Cambio de actitud
Francisco Pascual, presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y otras Toxicomanías (Socidrogalcohol), coincide con el especialista de la Universidad de Navarra en algunos aspectos y discrepa en otros. Cree que el nuevo estudio contribuirá a desinflar los consumos de alcohol que se consideraban seguros, pero también a "cambiar el chip y dejar de hablar de que existen cantidades protectoras".
Para Paola Beltrán, vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y jefa del Servicio de Cardiología del Hospital de Viladecans, en Barcelona, los resultados del estudio son esclarecedores porque "partimos de una situación de mucha incertidumbre". Considera que, aunque es un "estudio de base poblacional, el nivel de análisis es de individuo". En cuanto a los resultados, cree que apuntalan el cambio de actitud: "Hemos pasado de creer que existen ciertos niveles de protección a considerar que no existe ningún nivel de consumo protector. El efecto es dosis-dependiente, no una curva en J".
De hecho, la representante de la SEC cuestiona la excepción que, según el trabajo, constituiría el infarto de miocardio.
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