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Cierre de escuelas por covid-19 impacta más allá del aprendizaje
La pandemia “ha probado que ningún país tiene un sistema educativo preparado para este tipo de emergencias. El cierre total de las escuelas es una figura inédita”, observó este jueves 26 Mary Guinn Delaney, asesora de la oficina regional de la Unesco (Organización delas Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
En todo el globo suman 1370 millones los alumnos que han debido interrumpir clases, 80 por ciento de la población estudiantil desde el nivel más básico hasta universidades, y en América Latina y el Caribe las escuelas cerraron para 156 millones de estudiantes, 95 por ciento del alumnado.
El impacto más inmediato y evidente, recordó Delaney, es la interrupción del aprendizaje, pero también es inmediata la interrupción de la alimentación que millones de niños y adolescentes reciben en las escuelas “y que a menudo constituye su principal fuente de nutrición”.
En la región 85 millones de niñas y niños reciben habitualmente alimentación en sus escuelas. Para 10 millones constituye una de las principales fuentes de alimentos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Para sustituir esa carencia, algunos países iniciaron programa de estrega de alimentos a las familias de los estudiantes. Delaney citó el caso de Chile, donde “se preparan canastas para entregar a la familia entera, cada semana o cada 10 días”.
Pero “además de la enseñanza formal y la alimentación, el ámbito escolar es un lugar seguro, protector, que contiene a los niños, sobre todo en los contextos difíciles y peligrosos”, señaló la experta en su oficina regional en Santiago de Chile.
Cuando los niños están limitados al espacio de su vivienda, “se aburren y tornan inquietos muchas veces, empujando a los padres a situaciones de estrés que pueden devenir en violencia doméstica. La falta del colegio en sus vidas diarias tiene un impacto enorme en los individuos y en la familia”, dijo Delaney.
Consideró que “la actual crisis nos va a dar la oportunidad de apreciar el trabajo de los y las profesoras, así como la importancia y el gran trabajo que se hace en las seis u ocho horas diarias que los estudiantes pasan en la escuela”.
En la situación de los maestros “hay un impacto muy preocupante, pues la idea de que los sistemas educativos estarán cerrados por mucho tiempo agrega a este trauma una inseguridad económica”, según la asesora.
El impacto socio-económico está subrayado por el hecho de que en América Latina y el Caribe la mayoría de los profesores son mujeres y los ministerios de Educación son los mayores empleadores de la mayoría de países, dijo Delaney.
Otro flanco problemático está en la educación a distancia, emprendida como sustituto de la presencial en las aulas. La Unesco considera que no es realista porque implica que cada alumno tenga en su casa no solo una computadora sino también acceso a Internet, lo que excluye a los estudiantes más pobres.
“La solución virtual podría ser parte de la respuesta, pero no mucho más allá de los grupos con mejor acceso a Internet. Como cualquier tema de desigualdad en América Latina y el Caribe, los efectos de esta crisis van a golpear más a los grupos más vulnerables”, observó Delaney.
Dijo, como ejemplo, que en México solo 60 por ciento de los estudiantes tiene acceso a Internet, “y en otros países está muy concentrada en las ciudades capitales”, por lo que convendría recurrir a programas educativos en radio y televisión.
Finalmente, la experta sostuvo que la actual crisis abrirá espacios para reexaminar la educación pública en la región, pues “la privatización de la educación ha sido una tendencia en la región por décadas, tanto como la salud pública. Ahora nos hemos dado cuenta de que sin salud pública no podremos enfrentar el desafío”.
También la educación “manteniendo sus propósitos, incluyendo las ciencias, las matemáticas y la lectura, deberá abordar más las capacidades de innovar y los valores cívicos y la solidaridad para encarar este tipo de trances”, concluyó.
A-E/HM
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