AUMENTA ACTIVIDAD DE TRANSPOSONES
La inestabilidad genómica se desborda con el envejecimiento
Un trabajo, que se publica en Proceedings of The National Academy of Sciences (PNAS), halla nuevas evidencias del papel clave de los transposones. De momento, ninguna teoría consigue explicar por sí sola el proceso de senectud.
María Sánchez-Monge | Maria.Sanchez@diariomedico.com | 19/09/2016 00:00
El empleo de fluorescencia permite seguir la actividad de los fragmentos 'saltarines' del ADN, que crece notablemente desde los primeros días de vida de las moscas (izquierda) hasta los últimos (derecha). (DM)
Un estudio que se publica en Proceedings of The National Academy of Sciences (PNAS) aporta nuevas pruebas del papel de la inestabilidad genómica en el envejecimiento. Al parecer, a medida que avanza la vida aumenta la actividad de los denominados transposones, que son fragmentos de ADN que se liberan y reescriben en otra parte del genoma, haciendo que cunda el caos en la composición genética de los tejidos y, como consecuencia, acortando la vida.
El equipo de Stephen Helfand, de la Universidad de Brown (Estados Unidos), ha comprobado que los transposones incrementan exponencialmente su actividad saltarina cuando las moscas de la fruta están en el punto más álgido del envejecimiento y empiezan a morirse. Además, han visto que ciertas intervenciones asociadas a un alargamiento de la vida -como una dieta baja en calorías-, retrasan el inicio de la actividad frenética de los transposones en las moscas.
Helfand explica que "en estudios de células humanas cultivadas se han obtenido evidencias de que se producen procesos similares de activación de transposones a medida que envejecemos”. Por otra parte, es conocida su activación en "muchos cánceres". En definitiva, resume, "es un mecanismo común de inestabilidad genómica asociada al envejecimiento y a la enfermedad".
Los autores del estudio recalcan que los transposones no constituyen la única causa del envejecimiento. Otras teorías se basan en mecanismos asociados con el crecimiento celular y el metabolismo, la ruta de señalización de la insulina o el estrés oxidativo.
Tal y como apunta Guillermo López Lluch, del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, en Sevilla, "ninguna teoría puede explicarlo todo. Se basan en una parte específica del proceso y no consiguen explicar qué es el envejecimiento". En todo caso, considera que la mayoría de los problemas que surgen con el transcurso de los años "están asociados con el metabolismo, con la utilización de la energía". En este contexto, el envejecimiento tiene mucho que ver con el daño oxidativo producido por radicales libres formados en las mitocondrias, las centrales energéticas de las células.
Las células disponen de proteínas capaces de eliminar ese daño pero, tal y como apunta López Lluch, "con el envejecimiento, esas enzimas van decayendo". El empleo de antioxidantes, como la vitamina C o el resveratrol, se ha propuesto para frenar el estrés oxidativo producido por los radicales libres, pero esta estrategia es viable "siempre y cuando funcionen las proteínas que los utilizan".
Posibles terapiasOtras teorías se centran en el acortamiento progresivo de los extremos de los cromosomas (los telómeros), hasta llegar a un punto en el que la célula no puede seguir dividiéndose; o en el papel de las células madre, que van perdiendo su capacidad regenerativa.
Con tanto mecanismo en juego, acabar con el envejecimiento, en caso de que fuese posible, requeriría cubrir múltiples frentes terapéuticos. De este modo, la actividad de los transposones se podría reducir -tal y como han visto Helfand y sus colaboradores en las moscas de la fruta- con el fármaco antirretroviral lamivudina, mientras que para el estrés oxidativo pueden resultar útiles los polifenoles. ¿Habría que añadir un nuevo elemento por cada proceso implicado? Al final, la receta es la de siempre: una dieta equilibrada y un estilo de vida activo.
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