UN 40 POR CIENTO
La introducción temprana del cacahuete y el huevo disminuye el riesgo de alergia
Un estudio publicado en JAMA apunta que introducir a los cuatro meses el huevo en la dieta de los bebes disminuye significativamente el riesgo de padecer alergia a este alimento.
María Sánchez-Monge | Maria.Sanchez@diariomedico.com | 26/09/2016 00:00
En los últimos tiempos se acumulan las evidencias de que adelantar la introducción de los alimentos más alergénicos en la dieta del bebé podría prevenir desde la raíz las alergias alimentarias. Un nuevo artículo, publicado en Journal of the American Medical Association (JAMA) la semana pasada, afianza un poco más ese cambio de rumbo.
Se trata de una revisión sistemática coordinada por Robert Boyle, del Imperial College de Londres, en la que se evalúan los resultados de 146 estudios que abordaron los efectos de dar a los lactantes alimentos alergénicos. Los resultados muestran que introducir el huevo entre los cuatro y los seis meses de edad puede reducir un 40 por ciento el riesgo de desarrollar alergia a este alimento y que la introducción del cacahuete entre los cuatro y los once meses puede disminuir el riesgo de alergia a esta legumbre hasta un 70 por ciento.
Limitaciones
Hay que tener en cuenta que esos porcentajes de éxito se extraen de pocos estudios y que los investigadores no encontraron suficientes evidencias que avalasen la ingestión temprana de otros alimentos potencialmente alergénicos, como la leche, el pescado, los frutos secos y el trigo. Además, aclaran que en su análisis no evaluaron ni la seguridad ni el número de bebés que sufrieron reacciones alérgicas por esa ingestión precoz. Por lo tanto, sería demasiado temerario afirmar en este punto que la prevención primaria de las alergias alimentarias está al alcance de la mano. Lo que sí se puede decir es que se está produciendo una evolución.
Hay que tener en cuenta que esos porcentajes de éxito se extraen de pocos estudios y que los investigadores no encontraron suficientes evidencias que avalasen la ingestión temprana de otros alimentos potencialmente alergénicos, como la leche, el pescado, los frutos secos y el trigo. Además, aclaran que en su análisis no evaluaron ni la seguridad ni el número de bebés que sufrieron reacciones alérgicas por esa ingestión precoz. Por lo tanto, sería demasiado temerario afirmar en este punto que la prevención primaria de las alergias alimentarias está al alcance de la mano. Lo que sí se puede decir es que se está produciendo una evolución.
Víctor Matheu, de la Unidad de Alergología-Norte del Hospital del Tórax, en Ofra (Santa Cruz de Tenerife), apunta que "la tendencia actual en España es la de intentar adelantar los tiempos de introducción de los alimentos. Hay varios estudios en marcha evaluando el impacto de dichas medidas". No obstante, advierte de que, "debido a que estos pacientes requieren una supervisión más cercana y frecuente, la sobrecarga asistencial impide que su implantación se extienda a todos los niveles asistenciales que se debería".
También aprecia un cambio de panorama Silvia Sánchez, del Comité de Alergia Infantil de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), quien aclara que el adelanto en la introducción de ciertos alimentos no se está planteando, al menos de momento, para todos los bebés, sino para aquellos con más riesgo. "Antes recomendábamos a los padres retrasar su introducción. Ahora no les decimos que se los den antes, pero sí que hacemos énfasis en que no pospongan su inclusión en la dieta del bebé".
- La alergia alimentaria suele acompañarse de niveles elevados de IgE específica. La introducción temprana se asocia a la elevación de IGg4 y del ratio IgG4:IgE
Sánchez apunta que "el desarrollo inmunológico parece tener unas etapas. El contacto con el alimento a una edad determinada podría ser beneficioso. Si pasa más tiempo, el sistema inmune puede empezar a verlo como extraño".
De ese modo, la estrategia de prevención se basaría en acostumbrar al sistema inmune estimulándolo en el momento adecuado.
De ese modo, la estrategia de prevención se basaría en acostumbrar al sistema inmune estimulándolo en el momento adecuado.
En cuanto a los mecanismos implicados, Matheu expone que "los pacientes con alergia alimentaria suelen presentar unos niveles elevados de IgE específica a alguna de las proteínas del alimento. Estudios recientes mostrarían además que los pacientes con introducción temprana presentan unos niveles altos de IgG4 y un ratio IgG4:IgE elevado. Sin embargo, se desconoce si estos valores son causa o corresponden únicamente a una consecuencia de la exposición mantenida a dicho alimento".
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