La pandemia bajo la mirada de Carlos Alonso | 13 ABR 20
Arte y COVID-19
Carlos Alonso viviendo creativamente, vital, sus 91 añosn nos muestra las pandemias bajo su mairada de artista
Fuente: IntraMed
Dibujar es romper el miedo y el silencio.
Carlos Alonso
La experiencia más hermosa que podemos tener es la de lo misterioso. La emoción fundamental que se encuentra en el origen del verdadero arte y la verdadera ciencia.“Con el artista Carlos Alonso nos encontramos periódicamente, durante años, en su atelier de Unquillo Córdoba, contiguo a la Casa Museo Lino E. Spilimbergo. Pasamos largas horas de aprendizaje y comunión. Fue un vibrar simultáneo que intentó alumbrar un tono, una música común; con las partituras de la medicina y la ejecución de la pintura. Ciencia y arte se necesitan y no pueden prescindir una del otro en la lectura del cuerpo. Se entrelazan de manera indisoluble: percibimos la belleza en la ciencia y la técnica en el arte.
Albert Einstein
En cada órgano de la anatomía intervienen nuestros recuerdos, ésos que se construyen con las emociones y la razón, la experiencia y las ideas; un manifiesto de la política de nuestras vidas. Los momentos vistos, escuchados o leídos que sobrevivieron al olvido.
El lenguaje se escribe y también las palabras nos dicen. La pintura representa y, a la vez, somos representados, pintados.
Una frase, una imagen, las hipótesis de la ciencia, la imaginación del arte, nos hacen renacer una vez más.
Con Carlos Alonso abordamos el desafío de ponerle dibujos y palabras al cuerpo humano. Un intento de encarnar historias de vida, la búsqueda utópica de un trazo o una palabra que nos aleje de la muerte.
Dejar un testimonio de nuestro tiempo es la utopía que nos convoca a seguir viviendo.”
Estas frases forman parte de la introducción de un libro que espera ver la luz este 2020. Hoy nos vemos atravesados por la pandemia.
Los cuadros que aluden a la pandemia fueron pintados en 1990 y en una revisión hecha por Carlos Alonso mientras trabajaba en su atellier, encontró ese infierno como premonitorio y en el cielo de un cuadro el "coronavirus", el arte es una interpretación que atraviesa el tiempo y los lenguajes...
Agregamos el capítulo “Tórax”; anatomía donde el coronavirus se ensaña para dejar sin aire a la humanidad.
Así estamos, arrojados a la incertidumbre de la vida con la certeza de la muerte. En plena pandemia, nos paramos en la fuerza del deseo a pensar y hacer, con arte y ciencia: salud.
Tórax
Entre mis labios hechos de jebe, la pavesaTórax: (del latín thorax). Cavidad del pecho.
de un cigarrillo humea, y en el humo se ve
dos humos intensivos, el tórax del Café,
y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.
César Vallejo, «Sombrero, abrigo, guantes».
La caja torácica es una jaula de huesos que protege órganos vitales. Las vértebras, desde la espalda, se unen por las costillas al esternón. Adentro se encuentran resguardados el corazón, los pulmones y el hígado: la caja fuerte de la vida. Quizá sea esa la clave biológica en la ficción literaria de la Biblia: Dios, con una costilla de Adán, hizo a Eva.
Cuando nos jugamos todo por una causa, convocamos al tórax: «ponerle el pecho a las balas». Es la parte del cuerpo que mejor define la fortaleza física para cuidar la vida o la fragilidad para perderla.
Los médicos le prestamos especial atención al tórax, porque resulta el soporte de las enfermedades fatales más comunes de la humanidad: el cáncer de mama, el infarto, las neumonías. Por eso, palpamos, auscultamos y, casi de rutina, hacemos una radiografía de tórax.
A lo largo de mi vida he leído miles de radiografías. ¿Adónde van tantas imágenes? ¿Dónde las almacenamos? ¿Alguna vez podré verlas como una obra de arte, como hizo Alonso? ¿Habré perdido esa posibilidad cuando aprendí la ciencia?
Las radiografías de tórax nacieron a fines del 1800, en medio de la disputa entre Roberto Koch y Rudolf Virchow por la tuberculosis, una de las enfermedades más antiguas de la humanidad. Encontraron sus rastros en momias egipcias y el Antiguo Testamento hace referencia a ella. Hipócrates (siglo V a.C.) denominó «hábito tísico» al tórax angosto. A comienzos el siglo XIX, Teophile Laennec inventó el estetoscopio, describió la enfermedad y murió de tuberculosis.
Medio siglo después, Robert Koch descubrió el bacilo y auguró el fin de la enfermedad. Rudolf Virchow cuestionó que ese hallazgo resolviera la complejidad de la tuberculosis: argumentaba que la pobreza y las condiciones de vida de la clase obrera, incluyendo alimentación, vivienda, acceso al agua potable y alcantarillado, eran las responsables de la patología. Virchow estaba convencido de que la medicina es una ciencia social, y la política, medicina a gran escala. Comprendió que el problema de la tuberculosis era el paciente y su entorno social, por eso acuñó una genial ironía respecto del hallazgo de Koch: «Esos organismos mínimos, que en este momento despiertan el máximo interés».
Su colega y amigo Federico Engels, más conocido por sus obras políticas que como médico, había escrito en 1845 un estudio de antropología y epidemiología social, La situación de la clase obrera en Inglaterra, en el que describe los riesgos para la salud de los trabajadores ingleses.
Más acá en el tiempo y la geografía, nuestro primer ministro de salud, Ramón Carrillo, decía: «Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas».
En la actualidad, a pesar de contar con efectivos tratamientos antibióticos, la tuberculosis continúa siendo un flagelo sanitario para la humanidad. En Argentina se registran unos 10.000 casos anuales con una mortalidad de 1,6 por 100.000 habitantes. Esta tasa es considerada por la Organización Mundial de la Salud un preciso indicador de la situación social de una comunidad, clave para la salud pública. Hoy ampliamos la mirada microscópica del bacilo a los determinantes sociales de la enfermedad: aprendimos que todo enfermo es político.
¿Cuántas enfermedades dejamos de ver por el microscopio?
La más frecuente, dolorosa y visible: el hambre. El hambre que consume todo el cuerpo y en el tórax hace visibles las costillas. Y la que más nos duele en el pecho: la desigualdad. El hambre es la enfermedad más antigua, más política y fatal de la humanidad.
¿Podrá el arte conmover y hacer pensar a la ciencia?
Dr. Carlos Presman
Carlos Alonso: Nació en Tunuyán, donde vivió hasta los siete años. Después se trasladó con su familia a la Ciudad de Mendoza, y a los catorce años ingresó en la Academia Nacional de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. Allí fue alumno de maestros como Sergio Sergi en dibujo y grabado, Lorenzo Domínguez en escultura o Francisco Bernareggi y Ramón Gómez Cornet en pintura. Compartió sus estudios en dicha academia con otros destacados pintores mendocinos, como Enrique Sobisch y Orlando Pardo. Recibió su primer premio en el Salón de Estudiantes de 1947, y en 1953 expuso en la Galería Viau de Buenos Aires, lo que le proporcionó los fondos necesarios para, un año después, viajar a Europa, donde expuso en París y Madrid. Durante su visita a Londres de 1961, descubrió el acrílico, técnica que adoptó inmediatamente en su pintura posterior, por su secado rápido, lo que permite estupendos resultados.
En 1951 ganó el primer premio del Salón de Pintura de San Rafael (Mendoza), el del Salón del Norte (Santiago del Estero) y el de dibujo en el Salón del Norte (Tucumán). Ese mismo año plasmó un fresco en Bodega Faraón de General Alvear, que evoca a la vendimia y al Sistema de Vinificación Continua patentado por Víctor Cremaschi. En 1957 fue el ganador del concurso convocado por la editorial Emecé para ilustrar la segunda parte de Don Quijote de la Mancha y Martín Fierro (1959), y dos años después obtuvo el Premio Chantal del Salón de Acuarelistas y Grabadores de Buenos Aires. En 1963 se editaron en la Unión Soviética unas tarjetas postales con imágenes de "El Quijote". Para las ilustraciones eligieron a Gustave Doré, Honoré Daumier, Pablo Picasso y Carlos Alonso.
Realizó múltiples exposiciones tanto individuales como colectivas junto a otros artistas tales como Antonio Berni, Pedroni, Cerrito, Giovanni Bressanini, Monaco, Luis Videla, Robirosa, Horst, etc.
En los 1990 se le encargaron las pinturas para los paneles centrales en la cúpula del Teatro del Libertador General San Martín en la ciudad argentina de Córdoba.
En el año 2005, en el que la obra de Cervantes cumplía 400 años, el Museo del Dibujo y la Ilustración realizó una muestra homenaje en el Museo Eduardo Sívori de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde fueron expuestos grabados y dibujos originales realizados por Carlos Alonso para ilustrar la obra más significativa del habla hispana. Ha ilustrado, entre otras obras literarias, Romancero criollo, Antología de Juan, la Divina Comedia, El juguete rabioso, Irene, Lección de anatomía y Mano a mano.
Sus obras se han expuesto en numerosas muestras, entre otras, en la Art Gallery International (Buenos Aires), donde, en 1967, presentó unos 250 trabajos referidos a Dante y a la Divina Comedia; el Museo Nacional de Bellas Artes (México), y el Museo de Arte de La Habana (Cuba), donde realizó una exposición de tapices y collages. En 1971 expuso en las galerías italianas Giulia de Roma y Eidos de Milán, además de en la Bedford Gallery de Londres.
Tras el golpe de Estado de 1976 y la desaparición de su hija Paloma al año siguiente, Alonso se exilió a Italia, y en 1979 se trasladó a Madrid. Dos años después regresó a Argentina, y a partir de ese momento realizó numerosas exposiciones: en la Galería Palatina de Buenos Aires, entre los años 1982 y 1996; en el Museo Nacional de Bellas Artes, de 1990 a 1995, y en otras muchas galerías argentinas, como la Zurbarán o la Bariloche.
Alonso ha recibido en dos ocasiones el Premio Konex de Platino (1982 y 1992) como el mejor Dibujante de la década de la Argentina y en 2012 recibió el Premio Konex Mención Especial a la Trayectoria de las Artes Visuales por su trabajo de toda su vida. En Tunuyán, su pueblo natal, el Centro de Congresos y Exposiciones lleva su nombre en homenaje a su reconocida trayectoria.
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