Dentro de la evolución de la pandemia por COVID-19los rebrotes eran previsibles, porque tenemos una seroprevalencia muy baja”, explica a EL MÉDICO INTERACTIVO, Begoña Díez, del Departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología de la Universidad del País Vasco (UPV).
En una situación similar a la que nos encontramos, se hayan los países de nuestro entorno, “porque al no disponer de una vacuna, solo tenemos las medidas de control que podamos realizar a partir del rastreo y de los contactos de los casos que se producen”, añade.
Para la especialista, la situación entra dentro de lo esperable, nos dice lo que ya sabemos, que el virus no ha desaparecido; que no hemos controlado su expansión.
En este sentido, sostiene que es muy urgente el establecimiento de las bases para el rastreo de contactos y determinar las medidas que tenemos que realizar para analizarlos y decidir si tenemos que confinarlos durante 7 o más días. O si, por el contrario, es más interesante hacer un seguimiento con PCR paulatino para medir en qué momento esas personas que contactan se convierten en positivas o no lo hacen”.
De forma similar, se manifiesta el epidemiólogo y exdirectivo de la OMS, Daniel López-Acuña. “Los brotes que estamos viendo en España y otras partes del mundo nos muestran con toda claridad que el virus no ha desaparecido”, afirma.
En Europa ha ido disminuyendo la curva epidémica, pero eso no significa que el virus no esté entre nosotros; tenemos que ir con prudencia y no debemos de bajar la guardia”, añade el experto. “El reto ahora para la salud pública es evitar la llegada de una segunda oleada que nos haga retroceder lo andado”.

Rastreo de contactos

La inmunóloga de la UPV sostiene que, en estos momentos, el punto crítico es abordar los brotes a través del rastreo de los contactos.
¿Estamos preparados para un rebrote fuerte en otoño? “Sí. Las Comunidades hemos aumentado su capacidad diagnóstica y rebajado los ingresos en las UCIS, al tiempo que fallecen menos personas”, explica.
Para continuar en esta situación descendente de la pandemia, según la experta, “no podemos abandonar las medidas epidemiológicas y de control del virus, porque en cuanto bajemos el uso de mascarillas y no evitemos la distancia de seguridad probablemente podamos retornar a una situación crítica”, dice contundente.

Distancia ante los rebrotes que eran previsibles

El exdirectivo de la OMS considera que, en algunos casos, como en las aglomeraciones o las imágenes que se han visto en algunas playas, hay gente que “actúa como si el virus hubiera desaparecido y esto no ha ocurrido”.
Quienes lo hacen, remarca López-Acuña, no entienden que aún debemos de guardar la distancia social, mantener la protección de las mascarillas, tener mucho cuidado en los espacios públicos, “porque nuestro gran enemigo es la transmisión de persona a persona“.apunta.
Alerta el epidemiólogo de que muchas personas que usan mascarilla en la calle, luego en casa con amigos o familiares no siguen con el chip de la prevención. “No por ser conocidos o parientes vamos a tener menos riesgo de contagiarnos; el que pueda existir un asintomático positivo puede ocurrir entre familiares o amigos”.

Mayor control en playas y espacios cerrados

La nueva normalidad, apostilla el epidemiólogo, conlleva ser cautelosos y cambiar la forma de demostrar los afectos, “para no desandar lo andado por caminar demasiado deprisa”.
La doctora, Begoña Díez cree que la situación de las playas tendría que ser mejor controlada, pero le preocupa particularmente la situación en los entornos cerrados, como en los restaurante o bares, “donde se ha demostrado que la transmisión del virus es muchísimo más eficaz. Esta situación hay que vigilarla”,
En plena coincidencia con López-Acuña, este indica que para evitar los brotes y tener que volver a un confinamiento, sostiene que toda la responsabilidad no puede recaer en las autoridades sanitarias. “Las personas no podemos abandonarnos solo a los criterios de Sanidad; somos responsables de mantener las medidas y controlar la epidemia tomando una actitud racional. No debemos aguardar a que nos sancionen; el control no puede llegar a cada uno de nosotros”.

Test y PCR

La investigadora de la UPV  insiste en señalar que el punto crítico es abordar el brote a través del rastreo de contactos que puede implicar a realización de test serológicos, no solo PCR, porque esos contactos pueden haber tenido la infección hace tiempo”.
Por ello, recalca que es preciso hacer un seguimiento de los negativos de PCR, “y decidir  hasta dónde vamos a rastrear. Si haremos el seguimiento a partir de la personas infectada, si vamos a llegar a los contactos más cercanos o si ampliaremos el circulo y cómo resolveremos el tema de las personas sospechosas de estar contagiadas”.

De 7 a 10 días de confinamiento

En su opinión, falta por dilucidar si a esas personas las someteremos a un periodo de confinamiento y si serán 14 días, “ya que con los nuevos datos que tenemos se puede pensar que se pueden reducir a siete o diez días”, explica la investigadora.
“La parte positiva de los brotes es que nos están alertando de que no podemos hacer como si ya hubiera pasado todo,  al tiempo que nos enfrentan a la resolución del problema de los rastreos de los contactos”.

Planes de contingencia para octubre

Para Santiago Tomas, director de la Fundación por la Investigación, Docencia e Innovación del Paciente (FIDISP), en una línea similar a la de Díez y Lopéz-Acuña reconoce  “que nos debemos de creer más la cultura de la seguridad. Ahora es un buen momento para hacer una pausa y explorar más estos temas”.
De cara al mes de octubre, y ante posibles rebrotes conjuntos con los de la gripe, el experto apuesta por definir planes de contingencia en las que estén implicados tanto las organizaciones, los profesionales y la Administración sanitaria.