Traducido del inglés: viernes, 12 de agosto, 2016
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
JUEVES, 11 de agosto de 2016 (HealthDay News) -- Un régimen de entrenamiento cerebral restauró una sensación y un control muscular parciales en las piernas de ocho personas que quedaron paralizadas por lesiones de la médula espinal, informan unos investigadores.
El entrenamiento paso por paso parece impulsar la conexión entre el cerebro y el cuerpo a través de uso de simulaciones de caminar en realidad virtual, unos exoesqueletos especialmente diseñados y una retroalimentación táctil, señaló el investigador principal el Dr. Miguel Nicolelis, director del Centro de Ingeniería Neural de la Universidad de Duke.
Un entrenamiento semanal con esas máquinas despertó los nervios de la médula espinal que no estaban dañados pero que no se utilizaban, y que habían sobrevivido a accidentes de coche, caídas y otros accidentes que provocaron parálisis, explicó.
"Esos pacientes no tenían ningún movimiento en las extremidades, y tampoco tenían ninguna sensación táctil por debajo del nivel de su lesión", dijo Nicolelis. "Tras un año de entrenamiento, la mitad de esos pacientes se tuvieron que reclasificar como parapléjicos parciales, porque pudimos documentar movimientos voluntarios en ellos".
Los pacientes también recuperaron cierto nivel de control de la función de la vejiga y los intestinos que habían perdido debido a la lesión de la médula espinal. "Pudieron controlar su rutina de baño por primera vez en muchos años", contó Nicolelis.
Los ocho pacientes habían sufrido lesiones de la médula espinal que dejaron la parte inferior de su cuerpo completamente paralizada durante entre tres y trece años, apuntaron los investigadores.
Al inicio del estudio, los investigadores pidieron a los pacientes que pensaran en caminar mientras se sometían a un escáner del cerebro. Los escáneres no encontraron ninguna actividad en las regiones del cerebro asociadas con el movimiento.
"Eso nos sugiere que la representación de las extremidades inferiores y la idea de la locomoción casi se habían borrado del cerebro", dijo Nicolelis.
El régimen de entrenamiento de esos pacientes comenzó con al menos dos horas por semana en un ambiente de realidad virtual donde sus cerebros controlaban el movimiento de un avatar tridimensional que caminaba por un campo de fútbol, según Nicolelis.
Una capucha de EEG (electroencefalograma) sujeta en su cabeza monitorizaba las áreas del cerebro que controlan el movimiento, y traducían las señales en pasos que daba el avatar. Al mismo tiempo, una camisa especialmente diseñada producía minúsculas vibraciones en sus brazos cada vez que el avatar se movía, proveyendo una retroalimentación táctil por cada paso que daba.
Tras meses de ese entrenamiento, los investigadores comenzaron a ver un aumento en la actividad cerebral relacionada con caminar. "Básicamente impulsamos al cerebro a reinsertar la idea de caminar, y reinsertamos la interpretación de las piernas", comentó Nicolelis.
En ese momento, los pacientes pasaron a ejercicios más difíciles usando un equipo que les permitía mover sus propios cuerpos, en lugar de un avatar virtual.
Un equipo usaba un arnés para suspender a un paciente sobre una caminadora, soportando su peso mientras un dispositivo robótico movía sus piernas usando señales cerebrales. Los pacientes también se colocaron en un exoesqueleto que se soportaba solo, y dieron pasos en concierto con sus señales cerebrales.
En todos los casos, los pacientes siguieron usando la camisa de retroalimentación, permitiendo al cerebro recibir señales táctiles a través de los brazos cada vez que daban un paso, dijeron los autores del estudio.
Tras doce meses, todos los pacientes habían experimentado cierta recuperación de la función muscular y la sensación táctil, mostraron los hallazgos. Algunos podían mover de forma voluntaria varias articulaciones de las piernas, algo que no habían sido capaces de hacer durante años.
Una mujer de 32 años que había estado paralizada durante 13 años experimentó la mejora más dramática, apuntaron los investigadores.
Cuando comenzó el entrenamiento, no podía ponerse de pie usando una órtesis, pero obtuvo poco a poco la capacidad de moverse usando un andador, una órtesis y la ayuda de un terapeuta. Tras poco más de un año, podía mover las piernas de forma voluntaria mientras su peso corporal era soportado por un arnés.
El 12 de junio de 2014, un hombre joven paralizado por debajo del pecho utilizó uno de los exoesqueletos del proyecto para hacer el saque inicial con una pelota de fútbol de la Copa Mundial de la FIFA, en Brasil.
El estudio, el primer informe clínico del Proyecto Caminar de Nuevo de la Universidad de Duke, aparece en la edición del 11 de agosto de la revista Scientific Reports.
Ron Frostig, profesor de neurobiología y conducta de la Universidad de California, en Irvine, afirmó que el trabajo de Nicolelis y sus colaboradores es "un avance".
"Todos pensábamos que no podíamos ayudar a esa gente", señaló Frostig. "Nos mostraron la forma en que se puede activar de forma gradual la función del sistema motor por debajo del nivel del daño. Es una noticia importante".
Nicolelis cree que el entrenamiento permite al cerebro volver a descubrir las piernas a través del uso de los pocos nervios de la espina dorsal que permanecen viables en los pacientes. "El cerebro aprovecha cualquier cosa que quede", dijo.
La combinación de distintos ejercicios mentales y físicos parece ser el elemento clave, dijo Frostig.
"Se trata de una combinación de muchas horas de entrenamiento con distintas técnicas. No es una sola técnica mágica, pero han mostrado que puede hacerse", señaló. "Quizá ahora podamos encontrar formas de mejorarlo más, pero esta es la prueba de concepto, que es muy importante".
Nicolelis anotó que los pacientes del estudio siguen entrenándose y mejorando. "Encontramos que su mejora neurológica sigue en aumento, aunque no entrenan tan intensivamente como antes", aclaró. "Todavía no hemos visto un límite de la recuperación".
El entrenamiento no requiere de mucho tiempo, alrededor de dos horas a la semana, pero es intenso. Basándose en una persona que tuvo que abandonar el estudio, también parece que el entrenamiento debe ser continuo, añadió Nicolelis.
"Le hicimos un seguimiento, y tras seis meses o algo así comenzamos a ver declives", comentó. "Sabemos que si se para del todo, tras unos meses habrá una reducción en la mejora".
El entrenamiento no puede ayudar a las personas con una médula espinal completamente cortada, pero Nicolelis planteó que quizá pueda ayudar a las personas que han perdido la movilidad debido a un accidente cerebrovascular u otra enfermedad neurobiológica.
"Deberíamos ser capaces de adaptar esto a otros trastornos", aseguró.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Miguel Nicolelis, M.D., Ph.D., neuroscientist and director, Duke University Center for Neuroengineering, Durham, N.C.; Ron Frostig, Ph.D., professor, neurobiology and behavior, University of California, Irvine; Aug. 11, 2016, Scientific Reports
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