Es reto de la epidemiología española saber en qué estadio se diagnostica todo tipo de cáncer
10-02-2020
Esta revista entrevista a la directora del Centro Nacional de Epidemiología (CNE), la doctora Marina Pollán. Médica y especialista en prevención y salud pública, su carrera se ha vinculado a la institución desde los inicios de ambas. Siendo consciente de que las enfermedades crónicas como el cáncer reclaman una red de vigilancia propia, ve como uno de los retos más inmediatos de la epidemiología española saber si el cáncer se diagnostica temprana o tardíamente en el país.
Formada como médica en la Universidad de Salamanca y especializada en Medicina Preventiva y Salud Pública en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, la doctora Marina Pollán tuvo como primer destino el propio Centro Nacional de Epidemiología al ganar su plaza en epidemiología del cáncer, ámbito científico en el que mantiene su actividad en el presente, compaginada hoy con su máxima responsabilidad en el CNE.
Al aprobar su oposición, la doctora Pollán llegó al CNE en su primera convocatoria de plazas, realizada en 1989, con los primeros pasos del equipo formado por el doctor Gonzalo López-Abente, del que tomó el testigo de seguir al frente de la institución el pasado 2019. Esta trayectoria consagrada a la epidemiología le llevó también a realizar dos estancias en el extranjero. La primera en la escuela de Salud Pública Johns Hopkins de Baltimore (Maryland, Estados Unidos), para disfrutar después una segunda beca en el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) sobre salud ocupacional.
Previamente y desde 2017, la directora ya coordinaba también el Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública del sistema CIBER, CIBERESP.
Buenos en calidad y cantidad
La directora del CNE define como bueno el momento que atraviesa la epidemiología en el país, al contar con numerosos equipos de trabajo igualados por su nivel de excelencia. Algo que se debe, fundamentalmente, a la formación y capacidad técnica e investigadora de sus profesionales. Sin embargo, Pollán razona que, "aunque España está al nivel de Europa y del resto del mundo en epidemiología, este campo adolece de una escasa financiación pública y las peculiaridades de una formación facilitada casi en exclusiva por la industria". Una realidad que pone en relación con el hecho de que la financiación de la investigación se suele realizar para periodos de tres años, como se hace al ensayar tratamientos. Los estudios de epidemiología en enfermedades crónicas, como ocurre muchas veces con el cáncer, pone como ejemplo, precisan seguimientos mucho más largos para conocer el evento concreto de estudio mediante el sistema de cohorte. "Una situación que los investigadores e institutos se ven obligados a salvar encadenando proyectos e introduciendo novedades que justifiquen nueva financiación", detalla la directora.
El epidemiólogo se hace
Ante la ausencia de la especialidad de epidemiólogo como tal en España, la doctora Pollán estima que los caminos para dedicarse a esta actividad son diversos. Especialmente porque, como razona, la epidemiología es un método para investigar, más que una especialidad en sí misma. En ese aspecto explica que, sin embargo, "desde la medicina, la especialidad más idónea para dedicarse a esta tarea es la Medicina Preventiva y de Salud Pública, aunque también desarrollan este trabajo otros perles como estadísticos, biólogos, farmacéuticos, químicos o ambientalistas". Además, destaca la vía formativa del máster anual que el propio CNE pone a disposición de los graduados de la mayoría de las comunidades autónomas, a excepción de Cataluña y Andalucía, que disponen de escuelas propias.
En el caso del CNE, su directora apunta que coordina los dos módulos del máster, dedicados a estadística y métodos epidemiológicos y diseño de estudios. Además, añade que hay universidades con máster específico en esta materia, como la Autónoma de Madrid (UAM), la Rey Juan Carlos en la misma ciudad y la Pompeu Fabra en Barcelona, entre otras.
La doctora también se detiene en "las estancias y rotaciones que realizan investigadores en el CNE, generalmente sobre vigilancia epidemiológica en enfermedades transmisibles, de cara a poder conocer el sistema español en este terreno, ya que en el centro aprenden la metodología de investigación. Estos profesionales rotantes en formación también llegan de otros países como Estados Unidos o México, por ejemplo, al tiempo que también vienen a formarse al CNE otros perles como los oncólogos cuando desean aplicar estas metodologías al campo del cáncer".
Marina Pollán también comenta que el CNE prevé relanzar su veterano programa de formación en epidemiología aplicada de campo (PEAC) para epidemiólogos que trabajan en vigilancia en las comunidades autónomas. Formación que siguió desde un principio las normas de los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), con lo que estima que podrá haber una nueva edición de este programa en 2021.
En cuanto a las salidas profesionales de las personas que usan la epidemiología en su actividad, la directora habla de "la docencia en universidades, los servicios de salud pública de las comunidades autónomas y, cuando se trata de médicos, también los servicios de medicina preventiva de los hospitales, dedicados a tareas como el conocimiento y la prevención de las infecciones nosocomiales y la esterilización, además de dar apoyo a los investigadores que desarrollan sus trabajos en las instituciones". Además, sin olvidar las funciones de un campo en desarrollo tan actual como es la calidad asistencial, añade Pollán. A esos destinos se suman, igualmente, el propio CNE y los equipos correspondientes del Ministerio de Sanidad.
Asimismo, adelanta que el Ministerio de Sanidad trabaja en un nuevo real decreto que no solo regule las enfermedades transmisibles, sino que también incluya a las enfermedades crónicas, empezando por las más frecuentes.
Vigilar en Salud Pública
La directora del CNE ve incuestionable la relevancia de la vigilancia en salud pública, como se hace en las enfermedades transmisibles según dicta la legislación desde los años 80 del siglo XX para saber si pueden surgir brotes de enfermedades infecciosas concretas. "Así ocurre", explica, "con las enfermedades importadas. Patologías cuya importancia crece ante la expansión que viven algunos vectores que suben en latitud por efecto del cambio climático y el aumento de las temperaturas en el planeta".
Para ello, el CNE es el organismo gestor de la red nacional de vigilancia, RENAVE, en la que las comunidades autónomas vuelcan sus datos relativos a enfermedades de declaración obligatoria. Información que es procesada en coordinación con el Ministerio de Sanidad para su envío al centro europeo, que dispone de la visión de conjunto de todo el territorio comunitario.
Todo este sistema intra y supranacional precisa, según Pollán, "de la mayor inmediatez posible ante cualquier caso que pueda producirse. Como ocurrió el pasado verano de 2019, por ejemplo, cuando se dio el fenómeno de la listeriosis o más recientemente los casos de botulismo".
Por otro lado, la directora razona que "la vigilancia de las enfermedades crónicas no demanda tanta urgencia, pero sí un marco temporal estable y prolongado en el tiempo, dado que estas patologías tardan en desarrollarse y la necesidad de emitir informes se espacia a lo largo de los años, con la necesidad añadida de monitorizar los factores de riesgo como elementos de valor predictivo. Es necesaria una red de vigilancia específica de las enfermedades crónicas".
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