martes, 27 de marzo de 2012

Cómo es el trasplante hepático de un donante vivo | Noticias | elmundo.es

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CIRUGÍA | Intervención de Abidal

Cómo es el trasplante hepático de un donante vivo

El defensa, durante un entrenamiento del F.C. Barcelona. | Toni Albir El defensa, durante un entrenamiento del F.C. Barcelona. | Toni Albir
  • El primer trasplante hepático de vivo se realizó hace poco más de dos décadas
  • En España se han practicado unas 300 intervenciones de este tipo
  • La mayoría de los donantes son familiares que donan parte de su órgano
Ángeles López | Madrid
Actualizado martes 27/03/2012 07:55 horas

Sin conocer en detalle la intervención a la que va a ser sometido estos días el jugador de fútbol Eric Abidal, ELMUNDO.es cuenta cómo es el procedimiento legal y quirúrgico de un trasplante hepático procedente de un donante vivo y qué requisitos debe cumplir una persona que quiera donar parte de su hígado a un amigo o a un familiar.
El pasado año, en nuestro país, se realizaron 28 trasplantes hepáticos procedentes de un donante vivo, seis de ellos en adultos. No es una cifra muy alta si se tiene en cuenta que, en ese mismo periodo, el total de personas que recibieron un hígado procedente de cadáver fue de 1.137, o que 312 personas se decidieron a donar uno de sus riñones a un paciente. ¿Qué peculiaridades presenta este trasplante que hace que la sociedad española frene su solidaridad de donante?
El primer trasplante hepático de donante vivo realizado con éxito tuvo lugar en 1989, en Australia. Se trataba de una mujer de origen japonés de 29 años que donó parte de su hígado a su bebé de 17 meses que llevaba seis en lista de espera. Desde esa fecha, esta cirugía se ha generalizado para solucionar la falta de donantes apropiados para niños, principalmente en Japón, donde debido a sus perculiaridades culturales no se admitía la muerte cerebral como indicador de muerte.
Durante estas décadas, se han ido resolviendo aspectos relacionados con el éxito de este tipo de trasplante en adultos. Por ejemplo, gracias a técnicas de imagen como el escáner, ahora se conoce que el volumen mínimo a trasplantar debe representar entre el 0,8% y el 1% del peso del receptor. "Cuando el receptor es un niño, el lóbulo que se extrae del donante es el izquiedo, más pequeño, pero cuando se trata de un adulto por lo general es el derecho, aunque si la persona es pequeña se podría trasplantar el izquierdo", señala Sebastián Rufián, jefe de servicio de Cirugía General y Digestiva y de las dos Unidades de Trasplante Hepático y de Páncreas del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, uno de los centros de referencia en España para el trasplante hepático de vivo.

300 trasplantes en España

Las ventajas para el receptor son muchas: Se accede antes al trasplante de esta manera que si se opta por un órgano procedente de cadáver, en cuyo caso el tiempo medio de espera en nuestro país está en torno a cuatro meses, aunque varía según la comunidad. El pasado año 628 personas se quedaron en lista de espera para recibir un hígado nuevo. Según datos del Registro Español de Trasplantes, la mortalidad en lista está en el 8%, aunque en algunos centros alcanza el 20%, mientras que la posibilidad de ser trasplantado está en el 50%. Además, si un paciente recibe una porción de hígado de una persona viva, la supervivencia tanto para el paciente como para el injerto es mejor que si el órgano procede de cadáver, estando a los cinco años en el 76% vs 71% y el 70% vs 64%, respectivamente.
La causa de mayor supervivencia en este tipo de trasplantes se debe a que existe una mayor compatibilidad por lo general (la mayoría de los donantes de este tipo son familiares), el paciente está menos grave y la situación es electiva, se realiza la operación en el mejor momento para el paciente.
Sin embargo, la donación de vivo implica un riesgo quirúrgico para el donante sano. "A diferencia de la donación de riñón tiene un riesgo muy bajo, la de hígado tiene un riesgo tanto de mortalidad como de morbilidad. Aunque se ha reducido la probabilidad de muerte, se encuentra en un 0,5% para el donante que cede el lóbulo derecho de su hígado y en un 0,25% cuando cede su lóbulo izquierdo. Pero nadie puede dar estas cifras con toda exactitud porque puede haber casos de muertes no registrados", apunta Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). En España, con unos 300 trasplantes de este tipo en su historia, no se ha producido ningún fallecimiento entre los donantes, aunque en torno al 10% de ellos ha tenido que volver a pasar por quirófano, la mayoría de las veces por un problema relacionado con la vía biliar (fístula biliar).
¿Cómo se puede estimular la donación en vivo? Para Juan Carlos Meneu-Díaz y Almudena Moreno, autores de un editorial publicado en la 'Revista Española de Enfermedades Digestivas', "la cicatriz constituye uno de los principales incovenientes, el cual podría solventarse mediante laparoscopia [que ya se hace en algunos centros]. Otro factor negativo son los gastos por baja laboral. Posiblemente la solución a este problema radique en la creación de mecanismos de protección, similares a los de la mujer que ha dado a luz, ofreciendo garantías en cuanto al mantenimiento del puesto de trabajo, o facilitando el acceso a seguros asistenciales, al fin y al cabo el donante, que indudablemente aporta algo muy positivo a la sociedad, no recibe en la actualidad nada de ella", afirman.

Amigos donantes o 'buenos samaritanos'

La donación de vivo está protagonizada en un 98% de las ocasiones por familiares de los pacientes. En el resto de los casos, al receptor no emparentado, un amigo o un desconocido, se le denomina 'buen samaritano'.
Existen una serie de requisitos que la ley exige antes de formar parte de este grupo. "Lo que primero se hacen son pruebas para descartar enfermedades que el donante pueda transmitir al receptor, como virus o tumores, y luego otras destinadas a valorar que esté sano", explica Matesanz. También se realiza un examen psicológico, para comprobar que la persona no está coaccionada ni que vaya a recibir compensación económica por su gesto, y se valora el entorno social del donante para comprobar que va a estar cuidado durante su recuperación.
Antes de entrar en quirófano, se llevan a cabo pruebas específicas para conocer la anatomía del hígado del donante. "Las variaciones anatómicas pueden llegar hasta un 30% en las arterias que llegan al hígado y en la vía biliar intrahepática. La anatomía no es uniforme en todas las personas y existen variaciones importantes que debemos conocer antes de proceder a la extirpación", aclara Sebastián Rufián.
Una vez realizadas estas pruebas, se pasa por una valoración del comité ético del hospital que evalúa caso por caso. Tras el visto bueno de este comité, la persona que quiere ser donante, junto con el cirujano y el coordinador de trasplantes, debe acudir al registro civil para que un juez acredite su voluntad de donación, que está bien informado y que no existe coacción.
Aunque en España el número de trasplantes hepáticos procedentes de un donante vivo es muy bajo, Sebastián Rufián reconoce que el número de candidatos es mayor. "Estudiamos muchos donantes de vido [la mayoría familiares] de los que luego llegamos a realizar, porque aparece antes un donante de cadáver", afirma.
La intervención para extirpar uno de los lóbulos hepáticos al donante suele durar unas tres horas. Una vez operado, el donante debe estará ingresado unos cinco o seis días si no hay complicaciones. Su hígado tardará en regenerarse entre unas cuatro y seis semanas. Para el receptor, ese tiempo estará más cerca de las seis semanas. "No se trata de que vuelva a crecer el lóbulo extirpado sino que el lóbulo que tiene cada uno se desarrollará más supliendo él solo la función hepática", apunta el especialista del centro cordobés.
Aunque el receptor, pasado el tiempo de recuperación, puede hacer vida normal, este cirujano señala que "si se dedica a un deporte de competición, como es el caso de Abidal, no está indicada su vuelta. La cicatriz es susceptible de romperse. No es que no se pueda hacer deporte, de hecho hay competiciones deportivas entre trasplantados, pero otra cosa es llegar a la situación del deporte de elite".
El donante, una vez pasado el periodo de recuperación, también podrá llevar una vida normal, tomando las precauciones habituales tras una operación, extremando las medidas higiénicas para disminuir el riesgo de infección.

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