Publican recomendaciones más estrictas para las transfusiones de células sanguíneas
Un estudio halló que a los pacientes les va igual de bien con umbrales más bajos de glóbulos rojos
Dirección de esta página: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_123487.html (*estas noticias no estarán disponibles después del 06/26/2012)
Traducido del inglés: miércoles, 28 de marzo, 2012
Las directrices buscan clarificar el nivel al cual el conteo de glóbulos rojos de un paciente se puede considerar como peligrosamente bajo, ameritando así una transfusión.
El nivel de conteo de glóbulos rojos de un individuo o "umbral de hemoglobina" se considera "sano" cuando registra entre 12 a 14 gramos por decilitro. Eso no ha cambiado.
Sin embargo, hasta ahora los médicos a veces consideraban que los pacientes con un umbral de hemoglobina de 9 o 10 tenían suficiente anemia para ameritar una transfusión.
Pero tras una revisión extensiva de las últimas investigaciones, la asociación decidió que esa política "liberal" de transfusiones no ofrecía beneficios protectores adicionales para la salud del paciente, y que a la mayoría le iría igual de bien si el umbral para las transfusiones se restringía a niveles inferiores a 7 u 8 gramos por decilitro en pacientes hospitalizados estables.
"Evaluamos la evidencia médica respecto a cuáles pacientes se benefician más o menos de la sangre, en qué tipo de circunstancias y qué tipo de pacientes", señaló el Dr. Jeffrey Carson, presidente del comité de las recomendaciones. "Y la evidencia señalo que podemos usar menos sangre en ciertos ámbitos: en pacientes que están en la unidad de cuidados intensivos, en pacientes que se someten a la mayoría de formas de cirugía, e incluso en pacientes con problemas cardiacos preexistentes".
Carson también funge como jefe de la división de medicina interna general en la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson de la Universidad de Medicina y Odontología de Nueva Jersey. Las nuevas directrices aparecen en la edición en línea del 27 de marzo de la revista Annals of Internal Medicine.
Actualmente, la transfusión de glóbulos rojos puede volverse necesaria cuando los niveles de hemoglobina (que transporta el oxígeno y es el ingrediente principal de los glóbulos rojos) caen por debajo de los niveles óptimos de 12 a 14 gramos por decilitro. Esto puede suceder, por ejemplo, como resultado de la pérdida de sangre en una cirugía.
El problema es la necesidad de equilibrar los beneficios y riesgos potenciales de las transfusiones. La asociación comentó que aunque las transfusiones pueden prolongar la vida de un paciente, aumentar la movilidad y reducir las estadías hospitalarias, sigue habiendo un riesgo relativamente bajo pero presente de infección, de "sobrecargar" al paciente de sangre, de reacciones alérgicas y de lesiones pulmonares.
Carson añadió que "la diferencia hoy día es que ahora realmente hemos acumulado suficiente evidencia de alta calidad para poder señalar la mejor forma de actuar de forma más definitiva".
El panel de expertos analizó investigaciones publicadas entre 1950 y 2011. El equipo comparó los casos de transfusiones de glóbulos rojos, los umbrales de hemoglobina seguidos, y la cantidad de sangre usada en esas transfusiones con una variedad de problemas médicos relacionados, como muerte, ataques cardiacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, infección, hemorragias, confusión mental, tiempo de recuperación y estadía hospitalaria.
El resultado: a los pacientes que se sometieron a transfusiones a niveles más altos de hemoglobina (de 9 o 10 gramos por decilitro) no les fue mejor que a aquellos que se sometieron a transfusiones a niveles más restrictivos de 7 u 8.
Aunque se exhorta a los médicos a juzgar cada caso individual y también a tomar en cuenta los síntomas de anemia, las recomendaciones los animan a considerar una transfusión solo a un nivel de hemoglobina de 7 gramos por decilitro para los pacientes de cuidados intensivos, y de 8 para la mayoría de pacientes restantes.
El Dr. Darrell Triulzi, presidente de la asociación de bancos de sangre, sugirió que la meta ha sido hallar el equilibrio adecuado entre la atención del paciente y la salud pública.
"Con las transfusiones, el riesgo que realmente nos preocupaba antes era la infección con VIH y hepatitis", anotó. "Pero ahora ese riesgo es muy bajo. De menos de uno en un millón. Sin embargo, los riesgos no infecciosos de una transfusión son mucho más comunes. Probablemente de diez a cien veces más comunes que cualquier riesgo de transmisión viral. Sigue habiendo buenas razones para no exponer al pacientes a los riesgos de la transfusión sin ninguna evidencia de que se beneficiarían de ella".
Triulzi añadió que "en cualquier caso, la investigación indica que a algunos pacientes en realidad podría irles mejor sin someterse a una transfusión, dependiendo de las circunstancias. Y como mínimo sabemos con certeza que a estos umbrales más bajos no les irá peor".
Al menos un experto considera que las nuevas directrices no se enfocan lo suficiente en los pacientes individuales. El Dr. Jean-Louis Vincent, profesor de cuidados intensivos del Hospital Erasmo de la Universidad Libre de Bruselas, escribió en un editorial acompañante en la revista que basar la decisión de hacer una transfusión solo en los niveles de hemoglobina resulta insuficiente.
"Las decisiones sobre la transfusión deben tomar en cuenta las características individuales del paciente, que incluyen la edad y la presencia de [enfermedad de la arteria coronaria] para calcular las probabilidades específicas de un paciente de beneficiarse de la transfusión", escribió Vincent. "La decisión de hacer una transfusión es demasiado compleja e importante para basarse en una sola cifra".
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
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