NEUROLOGÍA | Resultados en ratones
Cautela alrededor de un posible tratamiento contra el Alzheimer
El medicamento ha sido probado en ratones. | El Mundo
- Los especialistas recuerdan lo mucho que queda por hacer en esta enfermedad
- Los efectos secundarios de este medicamento no son del todo inocuos
El 'problema' radica en que el fármaco (bexaroteno) ya está autorizado oficialmente para el tratamiento de linfomas cutáneos, lo que permite que algunos neurólogos en EEUU lo receten para otra indicación diferente a través de una figura administrativa denominada 'off label' (fuera de indicación). Sin embargo, como recuerdan esta semana Frank LaFerla (de la Universidad de California, EEUU) y Justin Lowenthal, Sara Chandos y Steven Pearson (de los Institutos Nacionales de Salud, NIH), todavía quedan demasiadas dudas por resolver antes de que pueda plantearse siquiera el uso del medicamento en humanos. "No sería la primera vez que unos resultados prometedores en modelos preclínicos [con animales] fracasan en humanos", apunta LaFerla.
"Algunos pacientes me llamaron a los pocos días de aparecer la noticia", admite también el doctor Pablo Martínez-Lage, coordinador del grupo de estudios de la conducta y demencias de la Sociedad Española de Neurología, "pero obviamente, la respuesta es no". A su juicio, aunque el medicamento lleva 13 años aprobado, sus efectos secundarios no son del todo inocuos y, por tanto, "la seguridad en este escenario es desconocida".
Incluso admitiendo que los resultados son prometedores, los especialistas de los NIH insisten en que bexaroteno no debería prescribirse para el tratamiento del Alzheimer en humanos antes de que se lleve a cabo ningún ensayo clínico (lo que está previsto a corto plazo). Porque, como recuerdan a los pacientes, aunque se conocen sus riesgos derivados de su uso como fármaco oncológico, de momento es demasiado pronto siquiera para saber cuál debería ser la dosis idónea en el caso de querer usarlo también en neurología; lo que incrementa las incógnitas.
El ensayo que ha despertado todas estas reacciones de cautela en EEUU fue publicado en el mes de febrero en la revista 'Science'. Gary Landreth y sus colaboradores, de la Universidad Case Western (en Cleveland, EEUU), demostraron que este antitumoral era capaz de eliminar hasta un 75% las placas de proteína beta-amiloide causante del Alzheimer y, lo que es más importante, mejorar las capacidades cerebrales de los animales (cognición, memoria, habilidades sociales...).
A pesar del optimismo, no sería la primera vez que un tratamiento exitoso en ratones no logra reproducir sus resultados cuando se traslada a pacientes. LaFerla sospecha que estos fracasos repetidos tienen que ver con el hecho de que la mayoría de fármacos van dirigidos únicamente contra uno de los 'elementos' causantes del Alzheimer (la formación de placas tóxicas), y no contra todos ellos, como la muerte neuronal o los llamados ovillos neurofibrilares (agregaciones de otra proteína diferente a la beta-amiloide denominada Tau).
De momento, señalan, "es extremadamente prematuro creer que hemos encontrado una terapia efectiva contra el Alzheimer en humanos", rematan los especialistas de lso NIH; "aunque no es prematuro prepararse para esa posibilidad". Una idea en la que coincide el especialista español: "Desde luego los resultados por sí solos no nos permiten hablar de un uso clínico, pero sí son suficientes para iniciar un ensayo clínico que ratifique estas observaciones".
Esta misma semana, las compañías Pfizer y Johnson&Johnson han anunciado que interrumpen los dos ensayos que tenían en marcha con otro medicamento contra el Alzheimer, bapineuzumab, que no ha logrado demostrar mejoría en los grupos de pacientes en los que se estaba probando.
Bapineuzumab actúa contra la proteína beta-amiloide, una de las 'causantes' mejor conocidas del Alzheimer. Sin embargo, este enésimo fracaso comienza a hacer pensar a los científicos que por esta vía no lograrán tener éxito. De hecho, Martínez-Lage señala que el medicamento que ha tenido éxito en ratones, bexaroteno, funciona por una vía totalmente distinta: activa la producción de la proteína ApoE, que de manera innata sería la encargada de destruir las placas tóxicas de manera endógena. Es decir, estimulando un mecanismo natural podría lograrse reducir la placa de beta-amiloide con más éxito.
"Además, no hay que olvidar, que en los pacientes que ya han desarrollado demencia, esta proteína tóxica ya ha causado daños; de manera que necesitaríamos administrar los tratamientos anti beta-amiloide en una fase muy temprana de la enfermedad para lograr ser efectivos", concluye el neurólogo español.
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