FERTILIDAD | Estudio en ratones
Una novedosa vía para intentar la anticoncepción masculina
Imagen de espermatozoides humanos. | Facultad de Medicina de la U. de Utah
- A diferencia de las terapias hormonales en estudio, ésta se dirige al testículo
- En este caso se bloquean las células productoras de espermatozoides
- Su efecto es reversible varias semanas después de dejar el tratamiento
Una molécula que va directamente a las células productoras de espermatozoides y las bloquea. Eso es, sintetizando mucho, lo que han desarrollado un grupo de investigadores estadounidenses y que han probado con éxito en ratones. Su originalidad está en el modo de acción, distinto al de otros productos cuya diana se centra en las hormonas masculinas, y su 'hándicap', en trasladar los resultados a humanos. De momento, los científicos muestran su entusiasmo por haber encontrado un método de infertilidad reversible y, aparentemente, sin efectos secundarios.
Con las iniciales JQ1, la prometedora molécula inhibe la acción de una proteína que es esencial para las células espermáticas. Sin ella, se merma la actividad en el interior del testículo. "Este componente produce una rápida y reversible disminución del número y movilidad de los espermatozoides generando un fuerte efecto en la fertilidad", explica James Bradner, investigador del Instituto Oncológico Dana-Farber (EEUU) y principal autor del estudio que ha sido publicado en la prestigiosa revista 'Cell'.
El principal obstáculo a la hora de desarrollar un fármaco que actúe directamente sobre las células espermáticas y no sobre las hormonas u otras células del organismo del hombre, es que muchas moléculas no consiguen atravesar la barrera hematotesticular, la que permite o impide el tránsito de ciertas sustancias desde la sangre a las espermatogonias, las que dan lugar a los espermatozoides. Sin embargo, la JQ1 es una pequeña molécula que sí pueden entrar en las células del interior de los testículos.
Para conocer su eficacia y posibles efectos no deseados, los investigadores probaron la administración diaria de JQ1 a diferentes dosis en una serie de ratones. Las inyecciones diarias de 50mg/kg durante tres a seis semanas tuvieron un efecto en la cantidad de esperma producido y en su movilidad. En concreto, se logró reducir un 75,4% el volumen testicular, el número de espermatozoides disminuyó 4,5 veces y su movilidad se alteró en el 95% de ellos. Todos estos cambios se produjeron sin ningún cambio hormonal y condujeron a la esterilidad de los roedores.
"Estos datos son una buena razón para estar entusiasmados debido a la baja cantidad de esperma", afirma Martin Matzuk del Baylor College of Medicine y otro autor de este estudio.
Por otro lado, también han demostrado que su efecto es reversible ya que los ratones recuperaron su fertilidad a las seis semanas de haberles dejado de administrar la molécula. Los ratones descendientes de los tratados no presentaron ningún problema de salud ni tampoco de fertilidad.
En relación a las otras terapias hormonales que están en investigación y si éstas podrían alcanzar más rápidamente su objetivo que la propuesta por Bradner, este investigador lo tiene claro: "En mi opinión, los métodos hormonales masculinos están más cerca de llegar a ser una realidad que el muy interesante estudio del grupo de Matzuk, que todavía necesita estudios en humanos. A pesar de todo, es una importante prueba de concepto y, además, creo que necesitamos más, no menos, opciones para la anticoncepción masculina. En conclusión, estamos más cerca de que estos métodos sean una realidad. Y ésta es una investigación importante".
Para Roberto Matorras, catedrático de Ginecología y Reproducción Asistida de la Universidad del País
Vasco, el estudio ofrece "una línea de trabajo muy interesante y abre una vía totalmente nueva, pero habrá que ver cómo se traslada al humano". Y también insiste en que, a diferencia de lo que ocurre en la mujer, que produce un óvulo al mes, "por cada eyaculado del varón se generan millones de espermatozoides. Por tanto un método que inhiba esta producción con una eficacia del 98%, supone todavía una cifra muy elevada de espermatozoides activos".
Por su parte, William Bremner, de la Universidad de Washington, en Seattle (EEUU), explica en un artículo que acompaña al estudio y que también publica 'Cell' que "desde que, hace cientos de años, se desarrollara el preservativo, no ha habido ningún otro método de contracepción reversible para los hombres. La investigación de Bradner y Matzuk es una nueva y diferente propuesta".
De la misma opinión se muestra, Antonio Requena, director médico del Instituto Valenciano de la Infertilidad (IVI), quien recuerda que "es curioso que la industria farmacéutica esté muy volcada en la anticoncepción femenina pero no en la del varón. Esto es un tema que lleva a la reflexión".
En cuanto al desarrollo de una terapia para hombre, ¿cuándo podremos ver una píldora anticonceptiva para ellos? "Espero, que ésta u otras propuestas que buscan el desarrollo de un método anticonceptivo masculino den lugar en un plazo de 10 años a un nuevo producto aprobado. Creo que los hombres lo utilizarían", afirma a ELMUNDO.es John Amory, doctor y profesor de medicina también en la Universidad de Washington
Con las iniciales JQ1, la prometedora molécula inhibe la acción de una proteína que es esencial para las células espermáticas. Sin ella, se merma la actividad en el interior del testículo. "Este componente produce una rápida y reversible disminución del número y movilidad de los espermatozoides generando un fuerte efecto en la fertilidad", explica James Bradner, investigador del Instituto Oncológico Dana-Farber (EEUU) y principal autor del estudio que ha sido publicado en la prestigiosa revista 'Cell'.
El principal obstáculo a la hora de desarrollar un fármaco que actúe directamente sobre las células espermáticas y no sobre las hormonas u otras células del organismo del hombre, es que muchas moléculas no consiguen atravesar la barrera hematotesticular, la que permite o impide el tránsito de ciertas sustancias desde la sangre a las espermatogonias, las que dan lugar a los espermatozoides. Sin embargo, la JQ1 es una pequeña molécula que sí pueden entrar en las células del interior de los testículos.
Espermatozoides intentando entrar en un óvulo. | Universidad de Utah
Para conocer su eficacia y posibles efectos no deseados, los investigadores probaron la administración diaria de JQ1 a diferentes dosis en una serie de ratones. Las inyecciones diarias de 50mg/kg durante tres a seis semanas tuvieron un efecto en la cantidad de esperma producido y en su movilidad. En concreto, se logró reducir un 75,4% el volumen testicular, el número de espermatozoides disminuyó 4,5 veces y su movilidad se alteró en el 95% de ellos. Todos estos cambios se produjeron sin ningún cambio hormonal y condujeron a la esterilidad de los roedores.
"Estos datos son una buena razón para estar entusiasmados debido a la baja cantidad de esperma", afirma Martin Matzuk del Baylor College of Medicine y otro autor de este estudio.
Por otro lado, también han demostrado que su efecto es reversible ya que los ratones recuperaron su fertilidad a las seis semanas de haberles dejado de administrar la molécula. Los ratones descendientes de los tratados no presentaron ningún problema de salud ni tampoco de fertilidad.
Novedosa pero con algunas limitaciones
Sin embargo, tal y como apunta a ELMUNDO.es Peter Liu, profesor en el Instituto Woolcock de Investigación Médica y principal investigador del Instituto Clínico y Ciencia Translacional de la Universidad de California, esta técnica está por mejorar. "La supresión del esperma no fue cero y, en humanos, necesitamos suprimir el esperma por debajo de 1M/mL, a menos que se realice cualquier otra alteración de la función espermática, para poder considerar una terapia como una opción en la anticoncepción masculina".En relación a las otras terapias hormonales que están en investigación y si éstas podrían alcanzar más rápidamente su objetivo que la propuesta por Bradner, este investigador lo tiene claro: "En mi opinión, los métodos hormonales masculinos están más cerca de llegar a ser una realidad que el muy interesante estudio del grupo de Matzuk, que todavía necesita estudios en humanos. A pesar de todo, es una importante prueba de concepto y, además, creo que necesitamos más, no menos, opciones para la anticoncepción masculina. En conclusión, estamos más cerca de que estos métodos sean una realidad. Y ésta es una investigación importante".
Para Roberto Matorras, catedrático de Ginecología y Reproducción Asistida de la Universidad del País
Vasco, el estudio ofrece "una línea de trabajo muy interesante y abre una vía totalmente nueva, pero habrá que ver cómo se traslada al humano". Y también insiste en que, a diferencia de lo que ocurre en la mujer, que produce un óvulo al mes, "por cada eyaculado del varón se generan millones de espermatozoides. Por tanto un método que inhiba esta producción con una eficacia del 98%, supone todavía una cifra muy elevada de espermatozoides activos".
Por su parte, William Bremner, de la Universidad de Washington, en Seattle (EEUU), explica en un artículo que acompaña al estudio y que también publica 'Cell' que "desde que, hace cientos de años, se desarrollara el preservativo, no ha habido ningún otro método de contracepción reversible para los hombres. La investigación de Bradner y Matzuk es una nueva y diferente propuesta".
De la misma opinión se muestra, Antonio Requena, director médico del Instituto Valenciano de la Infertilidad (IVI), quien recuerda que "es curioso que la industria farmacéutica esté muy volcada en la anticoncepción femenina pero no en la del varón. Esto es un tema que lleva a la reflexión".
En cuanto al desarrollo de una terapia para hombre, ¿cuándo podremos ver una píldora anticonceptiva para ellos? "Espero, que ésta u otras propuestas que buscan el desarrollo de un método anticonceptivo masculino den lugar en un plazo de 10 años a un nuevo producto aprobado. Creo que los hombres lo utilizarían", afirma a ELMUNDO.es John Amory, doctor y profesor de medicina también en la Universidad de Washington
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