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Por Andrew M. Seaman NUEVA YORK (Reuters Health) - Tras comparar a un grupo de personas de 90 años con sus parejas, hermanos, hijos y parejas de sus hijos, un equipo descubrió que los descendientes de las personas excepcionalmente longevas eran un 40 por ciento menos propensos que el resto a desarrollar deterioro cognitivo entre los 65 y 79 años. "No es que esas personas nunca padecerán deterioro cognitivo, pero es como si se retrasara su aparición", dijo Stephanie Cosentino, del Centro Médico de la Columbia University, en Nueva York. Pero cuando la generación mayor de los voluntarios tenía entre 90 y 99 años, su riesgo de padecer deterioro cognitivo era bastante alto. De modo que el equipo de Cosentino proyectó que los hijos de esos longevos tendrán el mismo nivel de riesgo que sus padres si gozan de la misma longevidad, es decir que perderán la protección. La enfermedad de Alzheimer se diagnostica en unos 5.000 estadounidenses por año. Es la demencia más común y el Instituto Nacional del Envejecimiento estima que la padecen más de 5 millones de estadounidenses. Tanto la longevidad como el riesgo de demencia se pueden heredar. El equipo utilizó información sobre deterioro cognitivo de 1.870 participantes del Estudio sobre Familias Longevas (Long Life Family Study, en inglés) con voluntarios de Nueva York, Massachusetts, Pensilvania y Dinamarca. En Estados Unidos, los voluntarios participan con sus hermanos (menores), sus hijos, sus sobrinos y las parejas de ambas generaciones, que actúan como un grupo no relacionado de comparación. El estudio incluyó a 1.510 personas de familias longevas y 360 de sus parejas, pero para el nuevo estudio, los autores utilizaron información de los voluntarios de 89 años o más al momento de ingresar al estudio. Con una serie de exámenes, los autores evaluaron la memoria, la capacidad de recordar, el lenguaje y la capacidad de procesar información de los participantes. Hallaron que un 6 por ciento de los hijos de los voluntarios tenían deterioro cognitivo entre los 65 y los 79 años, comparado con el 13 por ciento de sus parejas y el 11 por ciento de sus primos. En la generación longeva mayor, los participantes eran propensos a tener las funciones cognitivas tan deterioradas a los 90 años como sus hermanos o parejas. El estudio no dice si la longevidad de los padres protegió a la descendencia del deterioro cognitivo a los 60 y 70 años, pero Cosentino dijo: "Ahora, queremos comprender el fundamento genético de ese retraso" con la esperanza de poder replicar ese efecto en otros. Mary Sano, directora del Centro para la Investigación del Alzheimer de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en Nueva York, opinó que este estudio respalda resultados previos sobre envejecimiento y demencia. "Este y otros estudios demuestran que estamos avanzando para comprender la genética y la biología del envejecimiento saludable", indicó Sano, que no participó del estudio. FUENTE: JAMA Neurology |
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