Ensayo con mil personas | 20 JUL 20
La vacuna experimental de Oxford ofrece resultados prometedores
La inyección contra la covid, basada en un virus del chimpancé, genera una fuerte respuesta inmune
Autor/a: Manuel Ansede El País, Madrid
Una de las vacunas experimentales contra la covid más avanzadas, la desarrollada por la Universidad de Oxford, ofrece resultados esperanzadores para poder frenar la peste del nuevo coronavirus. La inyección genera una fuerte respuesta inmune sin provocar efectos adversos graves, según los datos de su primer ensayo en humanos, publicados este lunes en la revista médica The Lancet. En las pruebas, que comenzaron en abril, han participado más de mil voluntarios sanos en Reino Unido.
La vacuna experimental está elaborada a partir de una versión debilitada de un adenovirus del resfriado común de los chimpancés. El virus está modificado genéticamente para impedir su multiplicación y añadir genes con las instrucciones para fabricar solamente las proteínas de la espícula del coronavirus, las protuberancias que le dan su característica forma de maza medieval y que además sirven de llave para entrar en las células humanas. Estas proteínas ajenas generadas por la vacuna entrenan al sistema inmune y, según muestran los nuevos resultados, producen una doble barrera: anticuerpos neutralizantes, que bloquean las partículas extrañas, y linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco que destruye las células infectadas. Estas defensas se mantenían casi dos meses después del inicio del estudio.
El objetivo de este primer ensayo con más de mil personas de entre 18 y 55 años era descartar posibles efectos adversos graves, ajustar la dosis y medir la respuesta inmune generada por la vacuna. La Universidad de Oxford y la farmacéutica británica AstraZeneca ya han comenzado una última prueba con decenas de miles de personas para certificar que la vacuna es efectivamente segura y evita la enfermedad. El proyecto ha iniciado un ensayo con unas 15.000 personas en Reino Unido, pero la actual escasez de infecciones en la región dificulta demostrar que la vacuna protege. Oxford ha anunciado otra prueba con 5.000 voluntarios en Brasil y otra con 2.000 en Sudáfrica.
La farmacéutica AstraZeneca se ha comprometido a suministrar 400 millones de dosis a la UE, advirtiendo de que puede que no funcione.
“Gracias al trabajo previo en esta área y a los esfuerzos de los colegas de Oxford, hemos podido concentrar considerablemente nuestros plazos para desarrollar una vacuna, reduciendo a tres meses el plazo de cinco años en condiciones normales”, afirmó en abril Sarah Gilbert, líder de la investigación junto a Adrian Hill. Los tres hijos de Gilbert, trillizos de 21 años que estudian bioquímica, han participado en los primeros ensayos de la vacuna experimental de su madre, según ha contado la profesora de Oxford en una reciente entrevista para la revista Bloomberg Businessweek.
La propia farmacéutica AstraZeneca reconoce que puede que la vacuna finalmente no funcione, pero ya se ha comprometido a fabricar más de 2.000 millones de dosis, con 400 millones de dosis para la UE que empezarían a llegar a finales de este año. La empresa —responsable de fármacos como el omeprazol, contra la acidez de estómago— ha asegurado que facilitará el acceso a la vacuna durante la pandemia sin buscar beneficio económico.
AstraZeneca también ha anunciado acuerdos similares con EE UU y Reino Unido. La Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias —la CEPI, fundada por los gobiernos de Noruega e India, la Fundación Bill & Melinda Gates, el Wellcome Trust y el Foro Económico Mundial— invertirá 335 millones de euros para fabricar otros 300 millones de dosis dentro del Acelerador ACT, un consorcio internacional apoyado por la OMS y la UE para obtener vacunas “en tiempo récord”. Y AstraZeneca ha firmado otro acuerdo con el Instituto del Suero de India, uno de los mayores fabricantes de vacunas del mundo, para producir 1.000 millones de dosis para los países de bajos o medianos ingresos, con un compromiso de suministrar 400 millones antes de que acabe 2020.
Las primeras pruebas en macacos de la vacuna experimental de Oxford habían ofrecido resultados agridulces. Los monos vacunados y posteriormente infectados no desarrollaron una neumonía, pero sí tenían el virus en su garganta, lo que podría significar que la vacuna impide las formas más graves de la enfermedad, pero no su transmisión. El veterinario español Javier Salguero, que participa en las pruebas en monos en la agencia gubernamental de salud pública Public Health England, cree que este efecto observado en los macacos puede deberse al diseño de los experimentos, muy diferente a las condiciones del mundo real. A los animales se les inocula el coronavirus en dosis muy altas y por múltiples vías. “La protección total en este modelo animal es muy difícil de conseguir, pero puede que sí se consiga en humanos. Las personas no se infectan con dosis altísimas ni por vía intratraqueal”, explicó Salguero en una entrevista con este diario.
La vacuna experimental de Oxford es uno de los 23 prototipos diferentes que ya se están probando en humanos en todo el mundo, según el registro de la OMS. La empresa estadounidense Moderna ha anunciado que comenzará el 27 de julio un ensayo con 30.000 voluntarios para probar su candidato, que ha ofrecido resultados prometedores en una primera prueba con 45 personas. China, con varias vacunas experimentales avanzadas, ya ha aprobado una para su uso en militares.
La vacuna experimental está elaborada a partir de una versión debilitada de un adenovirus del resfriado común de los chimpancés. El virus está modificado genéticamente para impedir su multiplicación y añadir genes con las instrucciones para fabricar solamente las proteínas de la espícula del coronavirus, las protuberancias que le dan su característica forma de maza medieval y que además sirven de llave para entrar en las células humanas. Estas proteínas ajenas generadas por la vacuna entrenan al sistema inmune y, según muestran los nuevos resultados, producen una doble barrera: anticuerpos neutralizantes, que bloquean las partículas extrañas, y linfocitos T, un tipo de glóbulo blanco que destruye las células infectadas. Estas defensas se mantenían casi dos meses después del inicio del estudio.
El objetivo de este primer ensayo con más de mil personas de entre 18 y 55 años era descartar posibles efectos adversos graves, ajustar la dosis y medir la respuesta inmune generada por la vacuna. La Universidad de Oxford y la farmacéutica británica AstraZeneca ya han comenzado una última prueba con decenas de miles de personas para certificar que la vacuna es efectivamente segura y evita la enfermedad. El proyecto ha iniciado un ensayo con unas 15.000 personas en Reino Unido, pero la actual escasez de infecciones en la región dificulta demostrar que la vacuna protege. Oxford ha anunciado otra prueba con 5.000 voluntarios en Brasil y otra con 2.000 en Sudáfrica.
La farmacéutica AstraZeneca se ha comprometido a suministrar 400 millones de dosis a la UE, advirtiendo de que puede que no funcione.
“Gracias al trabajo previo en esta área y a los esfuerzos de los colegas de Oxford, hemos podido concentrar considerablemente nuestros plazos para desarrollar una vacuna, reduciendo a tres meses el plazo de cinco años en condiciones normales”, afirmó en abril Sarah Gilbert, líder de la investigación junto a Adrian Hill. Los tres hijos de Gilbert, trillizos de 21 años que estudian bioquímica, han participado en los primeros ensayos de la vacuna experimental de su madre, según ha contado la profesora de Oxford en una reciente entrevista para la revista Bloomberg Businessweek.
La propia farmacéutica AstraZeneca reconoce que puede que la vacuna finalmente no funcione, pero ya se ha comprometido a fabricar más de 2.000 millones de dosis, con 400 millones de dosis para la UE que empezarían a llegar a finales de este año. La empresa —responsable de fármacos como el omeprazol, contra la acidez de estómago— ha asegurado que facilitará el acceso a la vacuna durante la pandemia sin buscar beneficio económico.
AstraZeneca también ha anunciado acuerdos similares con EE UU y Reino Unido. La Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias —la CEPI, fundada por los gobiernos de Noruega e India, la Fundación Bill & Melinda Gates, el Wellcome Trust y el Foro Económico Mundial— invertirá 335 millones de euros para fabricar otros 300 millones de dosis dentro del Acelerador ACT, un consorcio internacional apoyado por la OMS y la UE para obtener vacunas “en tiempo récord”. Y AstraZeneca ha firmado otro acuerdo con el Instituto del Suero de India, uno de los mayores fabricantes de vacunas del mundo, para producir 1.000 millones de dosis para los países de bajos o medianos ingresos, con un compromiso de suministrar 400 millones antes de que acabe 2020.
Las primeras pruebas en macacos de la vacuna experimental de Oxford habían ofrecido resultados agridulces. Los monos vacunados y posteriormente infectados no desarrollaron una neumonía, pero sí tenían el virus en su garganta, lo que podría significar que la vacuna impide las formas más graves de la enfermedad, pero no su transmisión. El veterinario español Javier Salguero, que participa en las pruebas en monos en la agencia gubernamental de salud pública Public Health England, cree que este efecto observado en los macacos puede deberse al diseño de los experimentos, muy diferente a las condiciones del mundo real. A los animales se les inocula el coronavirus en dosis muy altas y por múltiples vías. “La protección total en este modelo animal es muy difícil de conseguir, pero puede que sí se consiga en humanos. Las personas no se infectan con dosis altísimas ni por vía intratraqueal”, explicó Salguero en una entrevista con este diario.
La vacuna experimental de Oxford es uno de los 23 prototipos diferentes que ya se están probando en humanos en todo el mundo, según el registro de la OMS. La empresa estadounidense Moderna ha anunciado que comenzará el 27 de julio un ensayo con 30.000 voluntarios para probar su candidato, que ha ofrecido resultados prometedores en una primera prueba con 45 personas. China, con varias vacunas experimentales avanzadas, ya ha aprobado una para su uso en militares.
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