Cerca del 80 por ciento de los pacientes oncológicos desarrolla hipertensión arterial
Madrid (10-12/03/2012) - Redacción
• "Se trata de uno de los efectos secundarios típicos de una amplia gama de agentes quimioterápicos, cuyos beneficios clínicos justifican su empleo", según el doctor José Antonio García Donaire, especialista en Nefrología del Hospital Universitario 12 de Octubre, en la 17ª Reunión Nacional de la SEH-LELHA
• En la mayoría de los casos, una vez ha finalizado el tratamiento oncológico, la hipertensión tiende a mejorar e incluso a remitir, sobre todo en pacientes normotensos
En los últimos años se han producido importantes avances en el tratamiento oncológico. Esto se traduce en una mayor supervivencia y calidad de vida de los pacientes, sobre todo en los tumores con peor pronóstico para los que, hasta hace poco, apenas había esperanzas. La respuesta y eficacia clínica de estos tratamientos está relacionada con un aumento brusco de la presión arterial. De hecho, se estima que cerca del 80 por ciento de los pacientes con cáncer desarrolla hipertensión arterial. "Se trata de uno de los efectos secundarios típicos de una amplia gama de agentes quimioterápicos, cuyos beneficios clínicos justifican su empleo", explica el doctor José Antonio García Donaire, especialista en nefrología del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, con motivo de su participación en la 17ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), que se ha celebrado en el Hotel Auditórium de Madrid.
La atención y seguimiento del paciente oncológico debe llevarse a cabo en equipos multidisciplinares, integrados por oncólogos y expertos en hipertensión, ya que el aumento de la presión arterial puede llegar a comprometer el seguimiento del tratamiento quimioterápico y, al mismo tiempo, provocar graves daños renales y cardiovasculares. De acuerdo a este esquema de trabajo, el paciente es sometido periódicamente a controles analíticos y radiológicos, además de evaluar su presión arterial y función renal. "La finalidad es establecer un protocolo de actuación para todos los pacientes, desde el momento en que el oncólogo detecta el tumor hasta que éste llega a la unidad de hipertensión, con el fin de evitar posibles interacciones farmacológicas entre los antihipertensivos y los quimioterápicos. Son enfermos con alto riesgo y, por lo tanto, requieren de un seguimiento exhaustivo", subraya el doctor García Donaire.
En la mayoría de los casos, una vez ha finalizado el tratamiento oncológico, la hipertensión tiende a mejorar e incluso a remitir, sobre todo en pacientes normotensos. "Cuando persisten cifras altas, la hipertensión mejora significativamente con antihipertensivos. Aun así, dado que estamos hablando de avances relativamente recientes, faltan evidencias para saber la evolución real de estos pacientes", aclara este experto en Nefrología.
VIH
En la actualidad, los expertos se enfrentan a otra dificultad: el aumento de la hipertensión arterial en pacientes portadores del VIH. Uno de cada cuatro afectados menores de 50-55 años es hipertenso, y la incidencia aumenta con la edad, llegando a afectar a más de mitad de los enfermos mayores de 55 años. Hasta ahora se trataba de un tema secundario, ya que la expectativa de vida era relativamente baja. Sin embargo, los tratamientos actuales han permitido cronificar la enfermedad hasta el punto de que, a día de hoy, la esperanza de vida en estos pacientes es casi similar a la de los individuos no infectados, "Hace veinte años la mortalidad relacionada con el VIH superaba el 20 por ciento anual y en la actualidad ronda sólo el dos por ciento", explica el doctor Manuel Gorostidi, médico especialista en Hipertensión del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario Central de Asturias.
La hipertensión no es el único factor de riesgo presente en estos pacientes quienes, por lo general, tienden a padecer otras muchas complicaciones, como hipercolesterolemia, diabetes, síndrome metabólico, daño renal o alteraciones de la grasa corporal, que incrementan el riesgo cardiovascular. De hecho, aclara este experto, "prácticamente todos los componentes del síndrome metabólico son más frecuentes en el paciente con VIH que en la población general en el mismo tramo de edad".
Casi la totalidad de los pacientes infectados son candidatos a un tratamiento farmacológico "El tratamiento antihipertensivo del paciente con VIH tiene que basarse en un buen seguimiento de las medidas higiénico-dietéticas, puesto que son casos con muchas alteraciones metabólicas", prosigue el doctor Gorostidi, quien apunta, además, como medida fundamental dejar de fumar, dada la elevada prevalencia del tabaquismo en este grupo de pacientes.
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