Las mujeres tienen el doble de probabilidades de padecer insomnio que los hombres
Burgos (08/03/2012) - Redacción
Estas diferencias parecen acentuarse con la edad, de manera que las mayores de 65 años presentan tasas de insomnio más elevadas, según los expertos reunidos en la XXI Reunión Anual de la Sociedad Española de Sueño que se celebra estos días en Burgos
Los cambios físicos y hormonales, la mayor prevalencia de ansiedad y depresión o una mayor exposición a la ferropenia hacen de la mujer un blanco especialmente fácil para los trastornos de sueño. En el marco de la XXI Reunión Anual de la Sociedad Española de Sueño (SES), que se celebra estos días en Burgos, los más de 300 expertos que participan en este congreso han analizado los últimos hallazgos en materia de trastornos de sueño y mujer, con el objetivo de llamar la atención sobre la importancia del cuidado del sueño para prevenir el deterioro de la calidad de vida, el aumento de accidentes y el incremento del riesgo cardiovascular.
"En general, la mujer tiene más propensión a desarrollar un trastorno de sueño", afirma el Dr. Francisco Campos, miembro de la SES, "de hecho, aunque el insomnio es el trastorno más frecuente entre la población general, entre las mujeres se da el doble de prevalencia que en los hombres". Estas diferencias parecen acentuarse con la edad, de manera que las mayores de 65 años presentan tasas de insomnio más elevadas. Así, mientras su prevalencia en mujeres premenopáusicas está en torno al 33-36 por ciento, aumenta hasta el 41-61 por ciento en mujeres posmenopáusicas, debido principalmente a una tendencia creciente a la ansiedad, depresión o trastornos del estado de ánimo, y de trastornos primarios de sueño como la apnea, una patología que provoca un colapso del flujo de aire hacia los pulmones que, en ocasiones, desencadena la disminución de los niveles de oxígeno.
El embarazo es uno de los periodos de la vida de la mujer en el que los trastornos de sueño se acentúan notablemente, en gran parte causados por cambios fisiológicos como la distensión abdominal, los movimientos fetales, la astenia, la lumbalgia, el aumento de la frecuencia miccional o los vómitos, que aumentan los despertares nocturnos y reducen la eficacia del sueño. De hecho, hasta el 70 por ciento de las mujeres embarazadas tiene algún trastorno o dificultad en el sueño, fundamentalmente insomnio o somnolencia excesiva.
La menopausia es otro de los momentos claves en la mujer, donde también se producen cambios hormonales significativos que se traducen en alteraciones físicas, fisiológicas y psicológicas que favorecen la aparición de trastornos o dificultades en el sueño. Además del aumento del insomnio en este tramo de vida, los cambios hormonales justifican que la prevalencia de apnea del sueño en mujeres postmenopáusicas aumente hasta prácticamente igualarse a la de los hombres: "la apnea del sueño es más frecuente en hombres que en mujeres en edad media (4-6 por ciento de hombres frente al 2-3 por ciento de mujeres). Sin embargo, el aumento de la colapsabilidad de la vía aérea superior durante el sueño, la distribución de la grasa corporal y algunos aspectos hormonales de la menopausia justificarían este aumento tan notable", indica el Dr. Campos.
Las dificultades a la hora del diagnóstico ha sido otro de los temas comentados durante la jornada: "hombres y mujeres perciben de forma distinta las características de su sueño, así como los síntomas asociados a ciertos trastornos. En el caso de la apnea de sueño, el hombre suele acudir a la consulta médica acompañado de su pareja, que detalla la triada clásica de ronquidos, pausas observadas y somnolencia excesiva diurna. "Sin embargo, la mujer es más probable que acuda sola y consulte síntomas menos típicos como cansancio, depresión, ansiedad o insomnio, que hacen que el médico no sospeche apnea de sueño como primera opción", puntualiza el doctor.
Aumento del riesgo cardiovascular
Los asistentes al congreso también han repasado los últimos descubrimientos en materia de riesgo cardiovascular en mujeres con apnea, ya que algunos estudios revelan una asociación incuestionable entre este trastorno y el aumento de riesgo cardio y cerebrovascular. En concreto, un estudio realizado por el equipo del Dr. Campos a 1.116 mujeres con sospecha de apnea concluye, en palabras del especialista de la SES, que "las pacientes con apneas obstructivas del sueño graves pueden alcanzar hasta 3,5 veces más riesgo cardiovascular que las mujeres sin apnea".
En lado positivo de la balanza, este mismo estudio demostró que el tratamiento de las apneas de sueño con presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) permite reducir el riesgo cardiovascular hasta índices similares a los de las mujeres sanas. De esta forma, la adherencia al CPAP, medida en horas de uso diarias, se asoció de forma inversa al riesgo de muerte cardiovascular, por lo que la mortalidad fue menor en las mujeres con mejor cumplimiento terapéutico.
"En general, la mujer tiene más propensión a desarrollar un trastorno de sueño", afirma el Dr. Francisco Campos, miembro de la SES, "de hecho, aunque el insomnio es el trastorno más frecuente entre la población general, entre las mujeres se da el doble de prevalencia que en los hombres". Estas diferencias parecen acentuarse con la edad, de manera que las mayores de 65 años presentan tasas de insomnio más elevadas. Así, mientras su prevalencia en mujeres premenopáusicas está en torno al 33-36 por ciento, aumenta hasta el 41-61 por ciento en mujeres posmenopáusicas, debido principalmente a una tendencia creciente a la ansiedad, depresión o trastornos del estado de ánimo, y de trastornos primarios de sueño como la apnea, una patología que provoca un colapso del flujo de aire hacia los pulmones que, en ocasiones, desencadena la disminución de los niveles de oxígeno.
El embarazo es uno de los periodos de la vida de la mujer en el que los trastornos de sueño se acentúan notablemente, en gran parte causados por cambios fisiológicos como la distensión abdominal, los movimientos fetales, la astenia, la lumbalgia, el aumento de la frecuencia miccional o los vómitos, que aumentan los despertares nocturnos y reducen la eficacia del sueño. De hecho, hasta el 70 por ciento de las mujeres embarazadas tiene algún trastorno o dificultad en el sueño, fundamentalmente insomnio o somnolencia excesiva.
La menopausia es otro de los momentos claves en la mujer, donde también se producen cambios hormonales significativos que se traducen en alteraciones físicas, fisiológicas y psicológicas que favorecen la aparición de trastornos o dificultades en el sueño. Además del aumento del insomnio en este tramo de vida, los cambios hormonales justifican que la prevalencia de apnea del sueño en mujeres postmenopáusicas aumente hasta prácticamente igualarse a la de los hombres: "la apnea del sueño es más frecuente en hombres que en mujeres en edad media (4-6 por ciento de hombres frente al 2-3 por ciento de mujeres). Sin embargo, el aumento de la colapsabilidad de la vía aérea superior durante el sueño, la distribución de la grasa corporal y algunos aspectos hormonales de la menopausia justificarían este aumento tan notable", indica el Dr. Campos.
Las dificultades a la hora del diagnóstico ha sido otro de los temas comentados durante la jornada: "hombres y mujeres perciben de forma distinta las características de su sueño, así como los síntomas asociados a ciertos trastornos. En el caso de la apnea de sueño, el hombre suele acudir a la consulta médica acompañado de su pareja, que detalla la triada clásica de ronquidos, pausas observadas y somnolencia excesiva diurna. "Sin embargo, la mujer es más probable que acuda sola y consulte síntomas menos típicos como cansancio, depresión, ansiedad o insomnio, que hacen que el médico no sospeche apnea de sueño como primera opción", puntualiza el doctor.
Aumento del riesgo cardiovascular
Los asistentes al congreso también han repasado los últimos descubrimientos en materia de riesgo cardiovascular en mujeres con apnea, ya que algunos estudios revelan una asociación incuestionable entre este trastorno y el aumento de riesgo cardio y cerebrovascular. En concreto, un estudio realizado por el equipo del Dr. Campos a 1.116 mujeres con sospecha de apnea concluye, en palabras del especialista de la SES, que "las pacientes con apneas obstructivas del sueño graves pueden alcanzar hasta 3,5 veces más riesgo cardiovascular que las mujeres sin apnea".
En lado positivo de la balanza, este mismo estudio demostró que el tratamiento de las apneas de sueño con presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) permite reducir el riesgo cardiovascular hasta índices similares a los de las mujeres sanas. De esta forma, la adherencia al CPAP, medida en horas de uso diarias, se asoció de forma inversa al riesgo de muerte cardiovascular, por lo que la mortalidad fue menor en las mujeres con mejor cumplimiento terapéutico.
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