EL TRASTORNO AUMENTA EL RIESGO DE CARDIOPATÍAS Y DE HIPERTENSIÓN
Los agonistas dopaminérgicos orales pierden eficacia a largo plazo frente al síndrome de piernas inquietas
El síndrome de piernas inquietas (SPI) o enfermedad de Willis-Ekbom, denominación recomendada por el Grupo Internacional para el Estudio del citado síndrome, es un trastorno neurológico que se caracteriza por una necesidad imperiosa de mover las piernas.
Redacción | 09/03/2012 00:00
Las personas con síndrome crónico de piernas inquietas tienen hasta 2-2,5 veces más probabilidades de desarrollar una cardiopatía, mientras que el riesgo de hipertensión arterial aumenta hasta 1,5 veces más frente a la población general. Los pacientes con esta enfermedad también presentan un riesgo superior a padecer enfermedades cerebrovasculares, diabetes u obesidad. "De alguna forma, el SPI crónico acentúa las posibilidades de enfermedad cardiovascular o síndrome metabólico a largo plazo", ha explicado Diego García-Borreguero, presidente de la Sociedad Española de Sueño, que está celebrando en Burgos su XXI Reunión Anual.
Frente a estas importantes complicaciones a largo plazo, los estudios sobre nuevos tratamientos se han basado en periodos de tiempo muy cortos, fundamentalmente de 12 semanas, para ropinirol y pramipexol, dos de los agonistas dopaminérgicos orales más comercializados.
Los últimos estudios que se han llevado a cabo en este último año se han realizado a seis meses con los agonistas dopaminérgicos orales ropinirol y pramipexol. Se demuestra que, aunque la eficacia terapéutica de estos dos fármacos a los seis meses continúa siendo superior a la de placebo, es claramente inferior a la demostrada a las 12 semanas, lo que indica una pérdida de eficacia progresiva.
Diversos estudios
En consonancia con estos datos, existen estudios retrospectivos realizados en periodos de tiempo de cinco y diez años que muestran que la pérdida de eficacia en periodos tan largos aumenta con el tiempo. "En el 20 al 40 por ciento de los pacientes se observa una pérdida total de eficacia o empeoramiento de los síntomas, también denominada potenciación dopaminérgica".
Con estos datos en la mano, los especialistas reconocen que los fármacos agonistas dopaminérgicos orales aprobados por la EMA están insuficientemente estudiados en su eficacia a largo plazo. "Han aparecido complicaciones tras su aprobación, lo que tiene una especial relevancia, ya que es una enfermedad crónica en la que vamos a necesitar tratamiento a largo plazo".
Además de la pérdida de eficacia, los agonistas dopaminérgicos orales han demostrado provocar el síndrome de potenciación.
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