REVISIÓN | Beneficios poco duraderos
El arte alivia, pero poco
Taller de arte para niños enfermos.| Carlos Alba
Pintar, bailar, cantar, escribir... El uso de disciplinas artísticas como 'alivio' para pacientes con cáncer y otras patologías no es algo nuevo, pero su verdadera eficacia no ha logrado ser demostrada hasta ahora con el método científico tradicional. Una revisión de estudios que publica esta semana la revista 'Jama Internal Medicine' ha observado una pequeña mejoría entre los pacientes, aunque de efecto modesto y no sostenido en el tiempo.
Como admiten en su introducción Timothy Puetz y su equipo, de los Institutos Nacionales de Salud, un 40% de los pacientes con cáncer recurre a algún tipo de terapia alternativa, pero casi toda la atención científica se ha centrado en demostrar la eficacia de los llamados tratamientos complementarios (hierbas, homeopatía, acupuntura...). La utilidad de la arteterapia, en cambio, sigue en una especie de limbo científico.
Para tratar de demostrar la eficcia de las sesiones de musicoterapia, pintura y otras disciplinas artísticas, Puetz y su equipo revisar los resultados de 27 estudios en los que se habían valorado parámetros como la depresión, la ansiedad, el dolor o la calidad de vida.
Aunque la conclusión general es que los talleres artísticos beneficiaban a los pacientes en todas estas escalas, los científicos admiten que los beneficios para los pacientes se iban reduciendo con el paso del tiempo.
El doctor Francisco Ruza, director del Máster de Musicoterapia de la Universidad Complutense de Madrid y creador de la UCI pediátrica del Hospital La Paz de Madrid, coincide con esta percepción de sus colegas estadounidenses. "La aplicación de las artes creativas (por ejemplo, el baile, masajes, etc.) son complementarias -ni alternativas ni sustitutivas- y lo que hacen es mejorar el estado de ánimo de la persona y, por lo tanto, mejoran su calidad de vida. Pero, efectivamente, el efecto es transitorio. Ocurre lo mismo con los fármacos. Cuando bajan los niveles en plasma, dejan de tener efecto. Por eso, para que las terapias creativas sean eficaces hay que mantenerlas a lo largo del tiempo".
En el caso del arte, por ejemplo, el estudio observó un curioso fenómeno, y es que los pacientes mostraron mayores beneficios cuando los talleres no eran dirigidos por un terapeuta profesional. Los investigadores también admiten que las ventajas del arte se compararon frente a la terapia estándar, ningún tratamiento, la lista de espera o un placebo, una cuestión que no permite extraer conclusiones contundentes. El trabajo tampoco precisa exactamente los estadíos o tipos de tumores en los que se encontraban los pacientes que más se beneficiaron de los talleres.
Sin embargo, los autores sí admiten que este trabajo es una buena pista para seguir indagando en esta cuestión y ahondar en los pacientes que más se pueden beneficiar de estas terapias.
El doctor Ruza admite que los oncólogos "cada vez más valoran esta opción [artística] como terapia complementaria para sus pacientes". De hecho, en su hospital, la música comenzó a implantarse hace seis años en la UCI pediátrica, donde se comprobaron sus beneficios en un estudio con bebés de menos de seis meses. A partir de ahí, la experiencia musical se ha extendido a otras áreas del hospital, a los niños trasplantados, neurológicos y también oncológicos.
Como admiten en su introducción Timothy Puetz y su equipo, de los Institutos Nacionales de Salud, un 40% de los pacientes con cáncer recurre a algún tipo de terapia alternativa, pero casi toda la atención científica se ha centrado en demostrar la eficacia de los llamados tratamientos complementarios (hierbas, homeopatía, acupuntura...). La utilidad de la arteterapia, en cambio, sigue en una especie de limbo científico.
Para tratar de demostrar la eficcia de las sesiones de musicoterapia, pintura y otras disciplinas artísticas, Puetz y su equipo revisar los resultados de 27 estudios en los que se habían valorado parámetros como la depresión, la ansiedad, el dolor o la calidad de vida.
Aunque la conclusión general es que los talleres artísticos beneficiaban a los pacientes en todas estas escalas, los científicos admiten que los beneficios para los pacientes se iban reduciendo con el paso del tiempo.
El doctor Francisco Ruza, director del Máster de Musicoterapia de la Universidad Complutense de Madrid y creador de la UCI pediátrica del Hospital La Paz de Madrid, coincide con esta percepción de sus colegas estadounidenses. "La aplicación de las artes creativas (por ejemplo, el baile, masajes, etc.) son complementarias -ni alternativas ni sustitutivas- y lo que hacen es mejorar el estado de ánimo de la persona y, por lo tanto, mejoran su calidad de vida. Pero, efectivamente, el efecto es transitorio. Ocurre lo mismo con los fármacos. Cuando bajan los niveles en plasma, dejan de tener efecto. Por eso, para que las terapias creativas sean eficaces hay que mantenerlas a lo largo del tiempo".
En el caso del arte, por ejemplo, el estudio observó un curioso fenómeno, y es que los pacientes mostraron mayores beneficios cuando los talleres no eran dirigidos por un terapeuta profesional. Los investigadores también admiten que las ventajas del arte se compararon frente a la terapia estándar, ningún tratamiento, la lista de espera o un placebo, una cuestión que no permite extraer conclusiones contundentes. El trabajo tampoco precisa exactamente los estadíos o tipos de tumores en los que se encontraban los pacientes que más se beneficiaron de los talleres.
Sin embargo, los autores sí admiten que este trabajo es una buena pista para seguir indagando en esta cuestión y ahondar en los pacientes que más se pueden beneficiar de estas terapias.
El doctor Ruza admite que los oncólogos "cada vez más valoran esta opción [artística] como terapia complementaria para sus pacientes". De hecho, en su hospital, la música comenzó a implantarse hace seis años en la UCI pediátrica, donde se comprobaron sus beneficios en un estudio con bebés de menos de seis meses. A partir de ahí, la experiencia musical se ha extendido a otras áreas del hospital, a los niños trasplantados, neurológicos y también oncológicos.
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