“Estamos muertos y tenemos miedo a resucitar”
El psiquiatra Manuel Gómez-Beneyto explica los trastornos mentales asociados a la crisis
Ferran Bono Valencia 8 MAY 2013 - 21:25 CET1
¿Cómo es posible que la gente no reaccione con la que está cayendo? Una pregunta de este tipo, que está al cabo de la calle, le formuló una vez su amigo y también psiquiatra Rafael Tabarés. Manuel Gómez-Beneyto le respondió este miércoles: "Porque estamos muertos y tenemos miedo a resucitar. Es tanta la revolución que tendríamos que hacer que nos inmoviliza". Así concluyó su intervención este maestro de psiquiatras y coordinador científico de la Estrategia Nacional de Salud Mental en el espacio de debate y reflexión Claustre Obert que, auspiciado por la Universitat de València y EL PAÍS, se celebró en la Nau de Valencia.
Gómez-Beneyto explicó las relaciones entre los trastornos mentales y la crisis económica partir de los estudios y los datos disponibles y también a través de algunas conjeturas. Señaló que en la atención primaria sí que se ha detectado un importante aumento en la prevalencia de los trastornos entre 2006 y 2010. Las depresiones mayores casi se han duplicado, por ejemplo. Esto significa que la crisis "ha agravado los trastornos mentales ya existentes" en los ciudadanos, aunque la tasa de suicidios apenas ha aumentado, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Según el catedrático honorario de la Universitat de València, si el impacto inmediato de la crisis no ha sido mayor en España es debido a "los ahorros, a las prestaciones" y sobre todo "al apoyo social" y familiar más alto que en el resto de países de Europa.
Los estudios sobre la materia inciden en que los efectos de una notable reducción del PIB se dejan notar en la población a partir de los 10 años y 20 años. Son los "impactos diferidos" a los que son más vulnerables los hombres, casados, con trabajos manuales (en la construcción, mayoritariamente, en el caso de España). El trastorno mental, la ansiedad, aumenta en la población endeudada y con riesgo de perder el trabajo y la casa, además de las personas endeudadas. La inestabilidad residencial conduce a la estigmatización social. La acusación social de que algo habrá hecho o cuánto habrá derrochado el desahuciado, provoca trastornos como depresiones y aumento en el consumo de alcohol y tabaco.
Los datos reflejan una relación directa entre las clases más pobres y las mayores tasas de depresión y ansiedad. La estigmatización, a su vez, deriva en la exclusión social que facilita el desarrollo de trastornos, el déficit de concentración o la falta de sentido de la realidad (apragmatismo), siempre en la población más pobre, como señalan todos los indicadores.
Gómez-Beneyto pasó entonces a plantear su tesis de que "el mercado y la estigmatización acentúan la desigualdad social", especialmente en España. El conglomerado formado por el ultraconservadurismo y la desregulación han influido tanto en la destrucción de empleo como en la generación de trastornos mentales, cuando precisamente, en nombre del mercado y de la crisis, se recortan notablemente los recursos asignados a la sanidad y a la dependencia. Las consecuencias son mayores tasas de pobreza y exclusión social.
En definitiva, dijo el psiquiatra valenciano de 76 años, "la crisis económica cambiará el modelo de atención de los trastornos mentales". Ya se ha notado "una involución". En Valencia, en España, se están construyendo centros de larga estancia para las personas con trastornos mentales y también se está incrementando el control judicial sobre los que no se medican. E incluso se está restringiendo la libertad, como contempla la reforma del código penal barajada por el Gobierno. La idea de peligrosidad asociada a los trastornos mentales vuelve a cobrar fuerza.
Gómez-Beneyto confirmo en su conferencia las palabras de presentación del catedrático de la Universitat de València Rafael Tabarés, quien le definió como un hombre de "espíritu crítico", que desprecia las situaciones de poder sobre las minorías".
Gómez-Beneyto explicó las relaciones entre los trastornos mentales y la crisis económica partir de los estudios y los datos disponibles y también a través de algunas conjeturas. Señaló que en la atención primaria sí que se ha detectado un importante aumento en la prevalencia de los trastornos entre 2006 y 2010. Las depresiones mayores casi se han duplicado, por ejemplo. Esto significa que la crisis "ha agravado los trastornos mentales ya existentes" en los ciudadanos, aunque la tasa de suicidios apenas ha aumentado, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Según el catedrático honorario de la Universitat de València, si el impacto inmediato de la crisis no ha sido mayor en España es debido a "los ahorros, a las prestaciones" y sobre todo "al apoyo social" y familiar más alto que en el resto de países de Europa.
Los estudios sobre la materia inciden en que los efectos de una notable reducción del PIB se dejan notar en la población a partir de los 10 años y 20 años. Son los "impactos diferidos" a los que son más vulnerables los hombres, casados, con trabajos manuales (en la construcción, mayoritariamente, en el caso de España). El trastorno mental, la ansiedad, aumenta en la población endeudada y con riesgo de perder el trabajo y la casa, además de las personas endeudadas. La inestabilidad residencial conduce a la estigmatización social. La acusación social de que algo habrá hecho o cuánto habrá derrochado el desahuciado, provoca trastornos como depresiones y aumento en el consumo de alcohol y tabaco.
Los datos reflejan una relación directa entre las clases más pobres y las mayores tasas de depresión y ansiedad. La estigmatización, a su vez, deriva en la exclusión social que facilita el desarrollo de trastornos, el déficit de concentración o la falta de sentido de la realidad (apragmatismo), siempre en la población más pobre, como señalan todos los indicadores.
Gómez-Beneyto pasó entonces a plantear su tesis de que "el mercado y la estigmatización acentúan la desigualdad social", especialmente en España. El conglomerado formado por el ultraconservadurismo y la desregulación han influido tanto en la destrucción de empleo como en la generación de trastornos mentales, cuando precisamente, en nombre del mercado y de la crisis, se recortan notablemente los recursos asignados a la sanidad y a la dependencia. Las consecuencias son mayores tasas de pobreza y exclusión social.
En definitiva, dijo el psiquiatra valenciano de 76 años, "la crisis económica cambiará el modelo de atención de los trastornos mentales". Ya se ha notado "una involución". En Valencia, en España, se están construyendo centros de larga estancia para las personas con trastornos mentales y también se está incrementando el control judicial sobre los que no se medican. E incluso se está restringiendo la libertad, como contempla la reforma del código penal barajada por el Gobierno. La idea de peligrosidad asociada a los trastornos mentales vuelve a cobrar fuerza.
Gómez-Beneyto confirmo en su conferencia las palabras de presentación del catedrático de la Universitat de València Rafael Tabarés, quien le definió como un hombre de "espíritu crítico", que desprecia las situaciones de poder sobre las minorías".
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