Unidad de Salud Mental para Personas Sordas
Oír a la discapacidad invisible
Los trastornos adaptativos son las alteraciones mentales más diagnosticadas en sordos. El obstáculo lingüístico conlleva falta de información sobre salud y recursos existentes.
Raquel Serrano. Madrid | raquelserrano@unidadeditorial.es | 13/05/2013 00:00
El psiquiatra Francisco Ferre y la trabajadora social Laura Zaragoza durante una consulta médica con una paciente sorda. (José Luis Pindado)
Los profesionales de esta unidad, psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales que utilizan el sistema de la lengua de signos, han atendido a cerca de 600 pacientes, el 60 por ciento mujeres, y son el punto de encuentro para los problemas de salud mental de las 172.000 personas con distintos tipos de sordera y entre 5.000 y 6.000 sordos pre-locutivos (sordos profundos congénitos) que hay en la Comunidad de Madrid.
Un círculo vicioso
No obstante, también atiende a personas con distintos grados de deficiencia auditiva de España, unas 830.000, teniendo en cuenta que la del Marañón y la recién creada en el Hospital de Basurto, en Bilbao, coordinada por Nora Olazábal, formada en salud mental y sordera en la unidad madrileña, son las dos únicas existentes en España.
- La sordera es una discapacidad invisible en la que tradicionalmente ha habido muchos errores diagnósticos realizados por profesionales oyentes
El trastorno del estado de ánimo, la ansiedad y la depresión adaptativa son, por tanto, las alteraciones mentales más diagnosticadas (con una tasa del 9 por ciento, similar a la de la población general) y derivadas, en la mayoría de las ocasiones, por problemas adaptativos personales y funcionales. La patología mental grave en sordos, como una esquizofrenia, sigue los mismos patrones que la población general y suele responder positivamente a las terapias.
La labor en estas unidades se dirige a paliar las carencias derivadas de la desinformación en pacientes sordos, que condiciona su conocimiento sobre su salud, el cumplimiento terapéutico e incluso los recursos sociales o sanitarios a los que pueden acceder, indica Laura Zaragoza, trabajadora social de la unidad que, al igual que la psicóloga Ana García, son signantes, lo que facilita la relación con los pacientes. Un dato muy curioso, cuando no desolador, es que actualmente no hay servicio de urgencia de intépretes de signos, lo que genera malos entendidos tanto en el ámbito del diagnóstico como de control de los tratamientos. Así, en unidades específicas "no es que se sientan protegidos; y deberían sentirse autónomos y en igualdad de condiciones que el resto de enfermos".
Datos de los últimos 30 años
- Se registran más trastornos entre las personas sordas que entre los oyentes.
- Los sordos adultos tienen mayor probabilidad, frente a la población general, de ser diagnosticados de trastornos de la personalidad, adaptativos o de comportamiento.
- Mayores posibilidades de padecer síndromes orgánicos y dificultades en el aprendizaje.
- Mayor prevalencia en abuso de sustancias, dependencias o adicciones, así como patología psicosomática.
- Igual riesgo que los oyentes para sufrir esquizofrenia, depresión mayor o trastorno de tipo paranoide. La probabilidad de sufrir depresión o trastornos neuróticos no es menor que en la población general, tal y como se había sugerido en las primeras investigaciones.
- Generan estancias hospitalarias largas, ineficaces y conflictivas en hospitales psiquiátricos debido, entre otros factores, a la ausencia de personal especializado, a aislamientos custodiados y anti-terapéuticos, en lugar de recibir un verdadero tratamiento en salud mental, y por la frustración derivada de los problemas de comunicación.
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