Una vacuna neutraliza el efecto de la heroína en ratas
El producto impide que los derivados de la droga lleguen al cerebro
Los animales inmunizados no recaen si reciben el estupefaciente
El País Madrid 6 MAY 2013 - 19:52 CET14
Una vacuna experimental ha conseguido anular el efecto de la heroína en ratas. El compuesto desarrollado por The Scripps Research Institute, que lo publican en la revista de la Academia de Ciencias estadounidense, PNAS, consigue una respuesta inmune contra la droga y varios de los subproductos en los que esta se descompone. “Cuando a ratas adictas a la heroína se las priva de la droga, normalmente vuelven a consumirla compulsivamente cuando se les da acceso otra vez, pero nuestra vacuna impide que esto suceda”, ha dicho George F. Koob, codirector del trabajo.
Activar el sistema inmunológico para que impida que las drogas lleguen al cerebro es una vieja aspiración. Pero, entre otros problemas, está el hecho de que los compuestos que actúan en el cerebro son en general pequeños y difíciles de detectar por sistema inmunitario. El truco de esta vacuna está en que se han unido las moléculas que deben producir la respuesta inmune (la heroína en sí misma pero también la 6-acetilmorfina y la morfina) a cadenas proteicas mayores. De esta manera no eluden al sistema inmunitario, y este se acostumbra a reaccionar contra ellas. Esta es la idea que se ha usado también en otras vacunas que se están ensayando, como las de la cocaína y la nicotina.
Ensayos anteriores realizados por el mismo instituto habían demostrado que cuando se administraba este prototipo de vacuna a ratas, tres de siete no acudían a por una dosis de heroína, lo que quería decir que no notaban sus efectos adictivos. Esta vez el ensayo se ha centrado en animales que ya habían aprendido a administrarse una inyección de heroína. Para ello debían presionar tres veces una palanca.
Tras habituarlas a la droga, los animales pasaron por un tiempo de desintoxicación, en el que, por más que acudían al dispositivo, no recibían dosis alguna del estupefaciente. Después, a un grupo se le administró la vacuna, y a todas se las volvió a facilitar heroína. La capacidad de la sustancia es tan fuerte para crear adicciones que después de una sola exposición a la heroína las ratas que no habían sido vacunadas acudieron de nuevo a la palanca para seguir recibiendo sus dosis.
Joel Schlosburg, otro de los autores del trabajo, ha explicado que, además, hicieron una segunda prueba. Facilitaron a las ratas dosis crecientes de la sustancia, algo que animales sin haber estado expuestos previamente no hubieran aguantado. Después de 30 días de abstinencia, se administró a parte de ellas la vacuna, y se reinició el proceso. Las inmunizadas evitaron recurrir a las palancas suministradoras, mientras que las otras enseguida reemprendieron los hábitos que ya tenían. Esto indica que no solo han perdido el interés por la droga, sino que tampoco intentan compensar un efecto menor debido a un funcionamiento parcial de la vacuna recurriendo a dosis mayores.
Esto quiere decir que la capacidad de la sustancia es tan fuerte que el mero recuerdo una sola vez desencadenó todo el proceso de adicción de nuevo, en un proceso igual al de las recaídas de los humanos que han sido consumidores una vez. Pero lo animales que habían sido vacunados no alertaron su comportamiento, lo que ha sido interpretado por los investigadores como un éxito: la vacuna impide que lleguen al cerebro los estímulos, y las ratas siguen sin revivir la adicción y continuaron limpias.
Las analíticas han demostrado que la vacuna consigue eliminar la heroína y la 6-acetilmorfina de la sangre, con lo que no llegan al cerebro. En cambio, no actúa contra algunos de los tratamientos paliativos, como la metadona o la buprenorfina, por lo que ambas estrategias (vacuna y fármacos sustitutivos) serían potencialmente utilizables en humanos, si los ensayos llegan a ese grado.
Activar el sistema inmunológico para que impida que las drogas lleguen al cerebro es una vieja aspiración. Pero, entre otros problemas, está el hecho de que los compuestos que actúan en el cerebro son en general pequeños y difíciles de detectar por sistema inmunitario. El truco de esta vacuna está en que se han unido las moléculas que deben producir la respuesta inmune (la heroína en sí misma pero también la 6-acetilmorfina y la morfina) a cadenas proteicas mayores. De esta manera no eluden al sistema inmunitario, y este se acostumbra a reaccionar contra ellas. Esta es la idea que se ha usado también en otras vacunas que se están ensayando, como las de la cocaína y la nicotina.
Ensayos anteriores realizados por el mismo instituto habían demostrado que cuando se administraba este prototipo de vacuna a ratas, tres de siete no acudían a por una dosis de heroína, lo que quería decir que no notaban sus efectos adictivos. Esta vez el ensayo se ha centrado en animales que ya habían aprendido a administrarse una inyección de heroína. Para ello debían presionar tres veces una palanca.
Tras habituarlas a la droga, los animales pasaron por un tiempo de desintoxicación, en el que, por más que acudían al dispositivo, no recibían dosis alguna del estupefaciente. Después, a un grupo se le administró la vacuna, y a todas se las volvió a facilitar heroína. La capacidad de la sustancia es tan fuerte para crear adicciones que después de una sola exposición a la heroína las ratas que no habían sido vacunadas acudieron de nuevo a la palanca para seguir recibiendo sus dosis.
Joel Schlosburg, otro de los autores del trabajo, ha explicado que, además, hicieron una segunda prueba. Facilitaron a las ratas dosis crecientes de la sustancia, algo que animales sin haber estado expuestos previamente no hubieran aguantado. Después de 30 días de abstinencia, se administró a parte de ellas la vacuna, y se reinició el proceso. Las inmunizadas evitaron recurrir a las palancas suministradoras, mientras que las otras enseguida reemprendieron los hábitos que ya tenían. Esto indica que no solo han perdido el interés por la droga, sino que tampoco intentan compensar un efecto menor debido a un funcionamiento parcial de la vacuna recurriendo a dosis mayores.
Esto quiere decir que la capacidad de la sustancia es tan fuerte que el mero recuerdo una sola vez desencadenó todo el proceso de adicción de nuevo, en un proceso igual al de las recaídas de los humanos que han sido consumidores una vez. Pero lo animales que habían sido vacunados no alertaron su comportamiento, lo que ha sido interpretado por los investigadores como un éxito: la vacuna impide que lleguen al cerebro los estímulos, y las ratas siguen sin revivir la adicción y continuaron limpias.
Las analíticas han demostrado que la vacuna consigue eliminar la heroína y la 6-acetilmorfina de la sangre, con lo que no llegan al cerebro. En cambio, no actúa contra algunos de los tratamientos paliativos, como la metadona o la buprenorfina, por lo que ambas estrategias (vacuna y fármacos sustitutivos) serían potencialmente utilizables en humanos, si los ensayos llegan a ese grado.
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