Los niños nacen sin prejuicios racistas y los padres los corrompen
Desde la década de 1950, el concepto de raza humana ha caído en desuso para los científicos. Disciplinas como la genética, la biología evolutiva y la antropología han confirmado que es una categoría social y no natural. Sin embargo, muchas personas siguen pensando erróneamente que el color de la piel determina biológicamente la personalidad del individuo.
Aún hoy, el supremacismo racial defiende con argumentos pseudocientíficos que hay etnias superiores a otras. Para desmontar esas ideas falsas, es crucial entender cómo y cuándo se originan los prejuicios racistas.
Un estudio internacional liderado por la Universidad de Nueva York en colaboración con la Universidad de Ámsterdam prueba que esa idea de raza, asociada a ciertos rasgos que dividen a las personas en diferentes categorías, no es innata. Según sus resultados, publicados en la revista Child Development, los niños no perciben el color de la piel como un factor determinante en la personalidad. Al contrario, creen que lo más importante es el entorno en el que se desarrolla cada individuo.
Además, los científicos observaron que el criterio de los niños depende del entorno donde hayan crecido. Si en su barrio, su grupo de amigos y su colegio conviven personas de distintos orígenes, la raza pierde importancia para ellos.
“Hemos medido dos factores que creemos que podrían afectar lo que los niños opinan sobre la raza: la exposición a la diversidad y las creencias de sus padres sobre esta”, explicó a Sinc Tara M. Mandalaywala, investigadora del departamento de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Nueva York y coautora del estudio. “Pero hay muchos más factores que también podrían influir, como es el caso de los grupos de amigos o incluso la escuela”, continúa.
Un barrio diverso borra estereotipos
En el estudio participaron 203 niños de Nueva York de entre cinco y seis años; y 430 adultos procedentes de distintas ciudades de EE.UU., tanto blancos como negros. Los investigadores les preguntaron si consideraban el color de la piel como un rasgo heredado y si creían que la raza determina cómo será cada persona cuando crezca; por ejemplo, si será lista, agradable o atlética.
Al analizar los resultados de la encuesta, los científicos tuvieron en cuenta el entorno donde vivía cada uno de los niños. Sus respuestas variaban en función de su exposición a la diversidad: los niños de vecindarios en los que predomina una sola etnia daban más importancia a la raza en el desarrollo de la persona, mientras que los criados en barrios diversos entendían que la raza es sólo un factor heredado y que el comportamiento y los rasgos psicológicos de cada individuo dependen de su ambiente.
Las actitudes y el lenguaje usado por sus padres para referirse a personas de diferentes etnias también influían en las creencias de los niños.
“Nuestros resultados nos ayudan a entender cómo y cuándo se desarrollan los estereotipos y prejuicios sobre la raza –concluye Mandalaywala– y qué podríamos hacer para combatirlos”.
Fuente: El Espectador
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