FUERA DE CONSULTA
Reseteando la mente médica a través de la equitación
Manuel Santos, jefe del Servicio de Radioterapia del Hospital Clínica Benidorm, en Alicante, es desde niño un gran aficionado a la equitación. Y cuando puede se relaja en paseos, romerías y festivales ecuestres.
Enrique Mezquita. Valencia | dmredaccion@diariomedico.com | 20/01/2018 10:00
Manuel Santos, jefe del Servicio de Radioterapia del Hospital Clínica Benidorm, en Alicante. (DM)
PREGUNTA. ¿Cómo nació su afición por la equitación?
RESPUESTA. Desde la infancia sentía una gran admiración por el mundo animal en general, algo propio de los niños a los cuales, si no se les inculcan miedos o prevenciones de adulto, les gusta interaccionar con animales cercanos: perros, gatos y los típicos animales de las granjas, en especial con los cachorros. Y los caballos representaban fuerza, capacidad de llegar lejos, velocidad... Siendo niño tuve la oportunidad de pasar mis vacaciones escolares en el mundo rural y tener contacto con distintas caballerías. Recuerdo con alegría aquellos momentos en que, a lomos de alguna de ellas, las llevaba a abrevar o dar pequeños paseos. No obstante, siendo como soy un ser urbano, nunca pensé con seriedad en disponer de una montura estable. Hicieron falta algunas casualidades para entender que pocas cosas me satisfacían más que cabalgar y que tenía que hacerme con un camarada equino. En concreto, incorporándome al Hospital San Francisco de Asís (Madrid) a fin de poner en marcha la primera unidad de radiocirugía de España, coincidí con un buen amigo que, además de dirigir la construcción de la mencionada instalación, tenía unas fincas en Canencia (Madrid), con caballos vaqueros y reses bravas. Me invitó un día a dar un paseo en uno de sus caballos, de nombre Miércoles, y desde entonces supe que el montar constituiría una parte fundamental de mi vida.
RESPUESTA. Desde la infancia sentía una gran admiración por el mundo animal en general, algo propio de los niños a los cuales, si no se les inculcan miedos o prevenciones de adulto, les gusta interaccionar con animales cercanos: perros, gatos y los típicos animales de las granjas, en especial con los cachorros. Y los caballos representaban fuerza, capacidad de llegar lejos, velocidad... Siendo niño tuve la oportunidad de pasar mis vacaciones escolares en el mundo rural y tener contacto con distintas caballerías. Recuerdo con alegría aquellos momentos en que, a lomos de alguna de ellas, las llevaba a abrevar o dar pequeños paseos. No obstante, siendo como soy un ser urbano, nunca pensé con seriedad en disponer de una montura estable. Hicieron falta algunas casualidades para entender que pocas cosas me satisfacían más que cabalgar y que tenía que hacerme con un camarada equino. En concreto, incorporándome al Hospital San Francisco de Asís (Madrid) a fin de poner en marcha la primera unidad de radiocirugía de España, coincidí con un buen amigo que, además de dirigir la construcción de la mencionada instalación, tenía unas fincas en Canencia (Madrid), con caballos vaqueros y reses bravas. Me invitó un día a dar un paseo en uno de sus caballos, de nombre Miércoles, y desde entonces supe que el montar constituiría una parte fundamental de mi vida.
- "El caballo nos entrega su fuerza y su increíble capacidad atlética... y los jinetes le aportamos confianza y seguridad"
P. Y esa afición, ¿cómo se plasma en la actualidad?
R. La actividad médica en general, y de la radioterapia en particular, generan altos niveles de estrés. Esto hace de nuestra actividad una de las que más atención requiere durante un tiempo realmente largo. Por tanto, el dedicado a la equitación no es tan extenso como quisiera o se requeriría para realizar, por ejemplo, actividades de competición. Aun así, entendida la equitación como el arte de interaccionar con tu cabalgadura, en mi caso al menos, circunscribo ésta al tiempo realmente disponible y lo dedico a montar y a todas las actividades propias de ese mundo: preparar al caballo, mantener la impedimenta necesaria y, lo más importante, planear y realizar actividades tanto con tu caballo como con amigos. En resumen, lo que hoy más disfruto es dar largos paseos, y la compañía de buenos amigos de aventura, y del ambiente de romerías y festivales ecuestres. La disciplina de concursos queda lamentablemente fuera de mi capacidad de dedicación, pero esta otra faceta es más gratificante si cabe.
R. La actividad médica en general, y de la radioterapia en particular, generan altos niveles de estrés. Esto hace de nuestra actividad una de las que más atención requiere durante un tiempo realmente largo. Por tanto, el dedicado a la equitación no es tan extenso como quisiera o se requeriría para realizar, por ejemplo, actividades de competición. Aun así, entendida la equitación como el arte de interaccionar con tu cabalgadura, en mi caso al menos, circunscribo ésta al tiempo realmente disponible y lo dedico a montar y a todas las actividades propias de ese mundo: preparar al caballo, mantener la impedimenta necesaria y, lo más importante, planear y realizar actividades tanto con tu caballo como con amigos. En resumen, lo que hoy más disfruto es dar largos paseos, y la compañía de buenos amigos de aventura, y del ambiente de romerías y festivales ecuestres. La disciplina de concursos queda lamentablemente fuera de mi capacidad de dedicación, pero esta otra faceta es más gratificante si cabe.
P. ¿Qué le aporta el mundo del caballo a nivel personal?
R. La relación con el caballo tiene particularidades que, en mi caso, las vivo como muy enriquecedoras. La relación hombre/caballo es antigua y en ella se mezclan múltiples elementos, pero en mi criterio se resumen en una simbiosis especial: el caballo nos entrega su fuerza y su increíble capacidad atlética, que nos permite alcanzar con facilidad objetivos que de otro modo serían poco realizables (subir montañas, viajar a gran velocidad, integrarnos y observar la vida animal salvaje desde dentro, la caza...), y los jinetes le aportamos confianza y seguridad. No debemos olvidar que en la naturaleza libre el caballo es una presa que cifra sus posibilidades de supervivencia en una reacción rápida y en la huida veloz y mantenida. El aceptar ser montado y sometido por un depredador natural, como somos nosotros a sus ojos, es todo un reto. Pero una vez que la fina intuición de nuestros caballos comprende que no van a ser dañados, se establece una simbiosis especial. El nuevo caballo se convierte en compañero de viaje y, finalmente, en amigo; y en este punto puede acometer cualquier empresa, incluyendo enfrentarse a peligros reales para él. Una vez en este punto, me es difícil describir la sensación de avanzar camino juntos, pero se comprende que los antiguos hablasen de centauros como un equipo invencible y no hay que olvidar que al mayor de ellos, Quirón, se le considera padre de la Medicina. Así visto, no creo que haya una actividad de tiempo libre más propia de un médico que la de convertirse en centauro, al menos por un rato.
R. La relación con el caballo tiene particularidades que, en mi caso, las vivo como muy enriquecedoras. La relación hombre/caballo es antigua y en ella se mezclan múltiples elementos, pero en mi criterio se resumen en una simbiosis especial: el caballo nos entrega su fuerza y su increíble capacidad atlética, que nos permite alcanzar con facilidad objetivos que de otro modo serían poco realizables (subir montañas, viajar a gran velocidad, integrarnos y observar la vida animal salvaje desde dentro, la caza...), y los jinetes le aportamos confianza y seguridad. No debemos olvidar que en la naturaleza libre el caballo es una presa que cifra sus posibilidades de supervivencia en una reacción rápida y en la huida veloz y mantenida. El aceptar ser montado y sometido por un depredador natural, como somos nosotros a sus ojos, es todo un reto. Pero una vez que la fina intuición de nuestros caballos comprende que no van a ser dañados, se establece una simbiosis especial. El nuevo caballo se convierte en compañero de viaje y, finalmente, en amigo; y en este punto puede acometer cualquier empresa, incluyendo enfrentarse a peligros reales para él. Una vez en este punto, me es difícil describir la sensación de avanzar camino juntos, pero se comprende que los antiguos hablasen de centauros como un equipo invencible y no hay que olvidar que al mayor de ellos, Quirón, se le considera padre de la Medicina. Así visto, no creo que haya una actividad de tiempo libre más propia de un médico que la de convertirse en centauro, al menos por un rato.
- "Una vez que la fina intuición de nuestros caballos comprenden que no van a ser dañados, se establece una simbiosis especial"
P. ¿Y profesional?
R. Creo que los beneficios derivados de montar son de varios tipos, pero el que yo más valoro es la capacidad que esta actividad tiene de, si se me permite el término, ‘resetear' el cerebro. La equitación exige también mucha atención para percibir las sensaciones de la montura, sus miedos y sus posibles reacciones, así como para poder comunicarse con ella y transmitirle nuestros deseos. Esta ocupación cerebral tiene, al menos en mí, la virtud de relajar el cerebro de su actividad médica y cuando vuelvo a ella lo hago descansado, con mayor capacidad de abordar problemas con eficacia.
R. Creo que los beneficios derivados de montar son de varios tipos, pero el que yo más valoro es la capacidad que esta actividad tiene de, si se me permite el término, ‘resetear' el cerebro. La equitación exige también mucha atención para percibir las sensaciones de la montura, sus miedos y sus posibles reacciones, así como para poder comunicarse con ella y transmitirle nuestros deseos. Esta ocupación cerebral tiene, al menos en mí, la virtud de relajar el cerebro de su actividad médica y cuando vuelvo a ella lo hago descansado, con mayor capacidad de abordar problemas con eficacia.
P. ¿Y qué habilidades o actitudes como médico le ayudan en el trato y manejo de los caballos?
R. No creo que estemos especialmente preparados para ello con respecto a otras personas. No obstante, los médicos sí desarrollamos una gran capacidad de observación e interpretación gestual, además de sabernos poner en la situación de nuestros pacientes. Todo ello, sin duda, nos ayuda a entender mejor a unos seres que no se expresan verbalmente.
R. No creo que estemos especialmente preparados para ello con respecto a otras personas. No obstante, los médicos sí desarrollamos una gran capacidad de observación e interpretación gestual, además de sabernos poner en la situación de nuestros pacientes. Todo ello, sin duda, nos ayuda a entender mejor a unos seres que no se expresan verbalmente.
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