martes, 30 de julio de 2019

Sofocos y sudores nocturnos - Instituto Nacional del Cáncer

Sofocos y sudores nocturnos - Instituto Nacional del Cáncer

Instituto Nacional Del Cáncer

Sofocos y sudores nocturnos (PDQ®)–Versión para profesionales de salud

Descripción

Los sofocos y los sudores nocturnos son frecuentes en los sobrevivientes de cáncer, en particular, en las mujeres, pero también se pueden presentar en los hombres. Los mecanismos fisiopatológicos son complejos. Las opciones de tratamiento tienen una base amplia que incluye sustancias hormonales, farmacoterapias no hormonales y diversas modalidades de medicina integral.[1]
Los sofocos se presentan en alrededor de dos tercios de las mujeres posmenopáusicas con antecedentes de cáncer de mama y se relacionan con sudores nocturnos en 44 % de los casos.[2,3] Para la mayoría de los pacientes de cáncer de mama y próstata, la intensidad de los sofocos es entre moderada y grave. La sudoración puede ser parte del complejo del sofoco (crisis vasomotora) que caracteriza la inestabilidad vasomotora de la menopausia. Desde el punto de vista fisiológico, el sudor regula la temperatura central del cuerpo al provocar la pérdida transdérmica de calor por evaporación.[4,5] Los sofocos acompañados de sudoración que se producen durante las horas del sueño a menudo se llaman sudores nocturnos.[6] Otro sinónimo de sofocos que se encuentra en la literatura es el término oleadas de calor.
Casi 20 % de las mujeres sin cáncer de mama acuden al médico debido a los síntomas posmenopáusicos, como aquellos relacionados con la inestabilidad vasomotora.[7] Los síntomas vasomotores se resuelven espontáneamente en la mayoría de las pacientes de esta población y solo 20 % de las mujeres afectadas notifican sofocos importantes 4 años después de su última menstruación.[7] No se dispone de datos comparables para las mujeres con cáncer de mama metastásico. Tres cuartos de los hombres con cáncer de la próstata localmente avanzado o metastásico tratados con orquiectomía médica o quirúrgica presentan sofocos.[8]
En este sumario, a menos que se indique lo contrario, se tratan temas relacionados con datos probatorios y prácticas referidas a los adultos. Los datos probatorios y la aplicación a la práctica referida a los niños pueden diferir significativamente de la información pertinente a los adultos. Cuando la información específica sobre la atención de los niños esté disponible, se resumirá bajo su propio encabezado.
Bibliografía
  1. Dalal S, Zhukovsky DS: Pathophysiology and management of hot flashes. J Support Oncol 4 (7): 315-20, 325, 2006 Jul-Aug. [PUBMED Abstract]
  2. Couzi RJ, Helzlsouer KJ, Fetting JH: Prevalence of menopausal symptoms among women with a history of breast cancer and attitudes toward estrogen replacement therapy. J Clin Oncol 13 (11): 2737-44, 1995. [PUBMED Abstract]
  3. Carpenter JS, Andrykowski MA, Cordova M, et al.: Hot flashes in postmenopausal women treated for breast carcinoma: prevalence, severity, correlates, management, and relation to quality of life. Cancer 82 (9): 1682-91, 1998. [PUBMED Abstract]
  4. Boulant JA: Thermoregulation. In: Machowiak PA, ed.: Fever: Basic Mechanisms and Management. New York, NY: Raven Press, 1991, pp 1-22.
  5. Dinarello CA, Bunn PA Jr: Fever. Semin Oncol 24 (3): 288-98, 1997. [PUBMED Abstract]
  6. 8 Causes of Night Sweats. New York, NY: WebMD, 2018. Available onlineNotificación de salida. Last accessed July 15, 2019.
  7. Johnson SR: Menopause and hormone replacement therapy. Med Clin North Am 82 (2): 297-320, 1998. [PUBMED Abstract]
  8. Charig CR, Rundle JS: Flushing. Long-term side effect of orchiectomy in treatment of prostatic carcinoma. Urology 33 (3): 175-8, 1989. [PUBMED Abstract]

Etiología

Las causas de los sofocos menopáusicos son la menopausia natural, la menopausia quirúrgica o la menopausia química; en el paciente de cáncer, la menopausia química puede obedecer a la administración de quimioterapia citotóxica, radioterapia o tratamiento con andrógenos. Entre las causas de la "menopausia masculina" se encuentran la orquiectomía, el uso de hormona liberadora de gonadotropina o de estrógeno. Algunos fármacos relacionados con los sofocos y los sudores nocturnos en hombres y mujeres son el tamoxifeno, los inhibidores de la aromatasa, los opioides, los antidepresivos tricíclicos y los corticosteroides. Es posible que las mujeres que metabolizan rápido el tamoxifeno (relacionado con el CYP2D6) presenten sofocos más intensos que las metabolizadoras lentas.[1]
Bibliografía
  1. Lynn Henry N, Rae JM, Li L, et al.: Association between CYP2D6 genotype and tamoxifen-induced hot flashes in a prospective cohort. Breast Cancer Res Treat 117 (3): 571-5, 2009. [PUBMED Abstract]

Intervenciones primarias

Terapia de reemplazo hormonal

El reemplazo de estrógeno controla de manera eficaz los sofocos relacionados con estados posmenopáusicos biológicos o vinculados con el tratamiento en las mujeres. El mecanismo de acción propuesto para la terapia de reemplazo de estrógeno es que alivia los sofocos al aumentar el umbral de sudoración de la temperatura corporal central;[1][Grado de comprobación: I] sin embargo, muchas mujeres tienen contraindicaciones relativas o absolutas para el reemplazo de estrógeno. Los médicos y las sobrevivientes de cáncer de mama suelen pensar que hay un riesgo mayor de recidiva de este cáncer o de una neoplasia mamaria maligna nueva con las terapias de reemplazo hormonal y posponen el manejo hormonal de los síntomas posmenopáusicos. Solo hay una cantidad mínima de información metodológica sólida que evalúe el riesgo de cáncer de mama relacionado con la terapia de reemplazo hormonal en mujeres sanas, a pesar de que hay consideraciones científicas básicas contundentes que indican la posibilidad de tal riesgo.[2]
En mayo de 2002, el Women's Health Initiative (WHI), un ensayo aleatorizado grande controlado con placebo sobre los riesgos y beneficios del estrógeno y la progestina en mujeres posmenopáusicas saludables, se interrumpió prematuramente después de una media de seguimiento de 5,2 años (±1,3) debido a la detección de un aumento de riesgo de cáncer de mama de 1,26 veces (intervalo de confianza [IC] 95 % 1,00–1,59) en las mujeres sometidas a terapia de reemplazo hormonal. Los tumores de las mujeres del grupo que recibía terapia de reemplazo hormonal eran ligeramente más grandes y estaban en estadios más avanzados que los de las mujeres del grupo de placebo, con un aumento considerable y estadísticamente significativo del porcentaje de mamografías anómalas en el primer examen de detección anual; un aumento como este puede dificultar el diagnóstico de cáncer de mama y ser la causa de diagnósticos en estadios más avanzados.[3,4][Grado de comprobación: I] Estos resultados están respaldados por un estudio de casos y controles poblacional en el que se indica un aumento de riesgo de cáncer de mama de 1,7 veces (IC 95 %, 1,3–2,2) en las mujeres que utilizan terapia de reemplazo hormonal combinada. El riesgo de carcinoma lobulillar invasivo aumentó 2,7 veces (IC 95 %, 1,7–4,3), el riesgo de carcinoma ductal invasivo, 1,5 veces (IC 95 %, 1,1–2,0) y el riesgo de cáncer de mama positivo para receptores de estrógeno o progesterona, 2,0 veces (IC 95 %, 1,5–2,7). El aumento de riesgo más alto fue el de los tumores lobulillares invasivos y en las mujeres que usaron terapia de reemplazo hormonal por períodos más prolongados. No se observó aumento de riesgo con la terapia de estrógeno sin oposición.[5]
Los datos disponibles, sumamente limitados, no indican un riesgo mayor de recidiva de cáncer de mama con el uso de estrógeno como fármaco único en pacientes con antecedentes de cáncer de mama.[6,7] En una serie de ensayos con enmascaramiento doble, controlados con placebo, se indica que las dosis bajas de acetato de megestrol (es decir, 20 mg por vía oral 2 veces por día) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son algunos de los fármacos más prometedores para el tratamiento de los sofocos en esta población. Hay datos limitados que indican que los ciclos breves de acetato de medroxiprogesterona intramuscular también cumplen una función en el control de los sofocos.[8][Grado de comprobación: I] No se conoce el riesgo relacionado con el uso de progestina.[2]

Otras intervenciones farmacológicas

Se han evaluado numerosas intervenciones de tratamientos farmacológicos sin estrógeno para el control de los sofocos en las mujeres con antecedentes de cáncer de mama y en algunos hombres sometidos a terapia de privación de andrógenos. Entre las opciones cuya eficacia se notificó, se encuentran los andrógenos, las sustancias progestacionales, la gabapentina, los ISRS, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina, los agonistas α-adrenérgicos (por ejemplo, metildopa y clonidina), los bloqueantes β y la veraliprida (un fármaco antidopaminérgico). El uso de muchos de estos fármacos se ve limitado por una eficacia inferior, la falta de estudios definitorios grandes y sus posibles efectos secundarios.[9-11][Grado de comprobación: I]
Entre los fármacos que resultaron útiles en estudios o ensayos clínicos aleatorizados, grandes, controlados con placebo, se incluyen la venlafaxina, la paroxetina, el citalopram, la fluoxetina, la gabapentina, la pregabalina y la clonidina.[9-11] Con estos fármacos se demostró una reducción de 40 a 60 % en la frecuencia y puntaje de los sofocos (una medición que combina intensidad y frecuencia).[12] Los fármacos que producen una reducción de 55 a 60 % de los sofocos son la venlafaxina de acción prolongada, 75 mg diarios,[13] la paroxetina de liberación controlada, 12,5 [14] o 10 mg diarios,[15], la gabapentina, 300 mg 3 veces por día [16,17][Grado de comprobación: I];[18][Grado de comprobación: II] y la pregabalina, 75 mg 2 veces por día.[19][Grado de comprobación: I] Otros fármacos eficaces que reducen los sofocos en alrededor de 50 % son el citalopram, de 10 a 20 mg diarios, que se estudió en el ensayo clínico NCCTG-N05C9;[20][Grado de comprobación: I] y la fluoxetina, 20 mg diarios.[10] La clonidina, 0,1 mg transcutánea [21] u oral diaria,[22][Grado de comprobación: I] reduce los sofocos en alrededor de 40 %.
En un estudio, se comparó la eficacia y preferencia del paciente por 75 mg de venlafaxina, una vez por día con 300 mg de gabapentina, 3 veces por día para reducir los sofocos. En un estudio sin anonimato, se asignó al azar a 66 mujeres con antecedentes de cáncer de mama a recibir venlafaxina o gabapentina por 4 semanas; después de un período de reposo farmacológico de 2 semanas, recibieron el tratamiento opuesto por 4 semanas más. Ambos tratamientos redujeron los puntajes de sofocos (intensidad multiplicada por frecuencia) en alrededor de 66 %. Sin embargo, un número significativamente más alto de mujeres prefirió la venlafaxina a la gabapentina (68 vs. 32 %, respectivamente).[23]
En un estudio en el que se utilizó citalopram para evaluar los sofocos, se analizó cuánta reducción de esta manifestación era necesaria para obtener un efecto positivo sobre la calidad de vida relacionada con las actividades de la vida cotidiana y la calidad de vida relacionada con la salud general.[24] Los autores notificaron que los sofocos se debían reducir por lo menos en 46 % para que las mujeres informaran sobre mejorías importantes del grado de molestia en las actividades cotidianas.
Los fármacos que se evaluaron en ensayos de fase II, pero que no han mostrado ser eficaces, son el bupropión,[25] el aprepitant,[26] y la desipramina.[27][Grado de comprobación: II] De manera interesante, estos fármacos no modulan principalmente la serotonina. Además, los ensayos clínicos aleatorizados con sertralina no proporcionaron pruebas fehacientes de su eficacia en el control de los sofocos.[28-30][Grado de comprobación: I]
Si los sofocos o los sudores nocturnos son un problema particular pero no hay muchas molestias durante el día, se deben utilizar estrategias para mejorar simultáneamente el sueño y los sofocos. Hay datos limitados relacionados con los tratamientos eficaces que se pueden dirigir a ambos síntomas. En un ensayo piloto, se evaluó la mirtazapina (un antidepresivo tetracíclico que afecta principalmente la serotonina) para los sofocos porque se receta, a menudo, para las dificultades para dormir. Se les ajustó la dosis a 22 mujeres hasta 30 mg por día de mirtazapina a la hora de acostarse durante un período de 3 semanas; luego, podían elegir 15 o 30 mg diarios a la hora de acostarse durante la cuarta semana. Los sofocos se redujeron en cerca de 53 % en este ensayo no aleatorizado y las mujeres tuvieron una satisfacción estadísticamente significativa del control de los sofocos.[31] Sin embargo, solo 16 de las 22 mujeres tomaron el fármaco durante todo el período de estudio debido a aturdimiento excesivo. Por lo tanto, aunque se podría seguir estudiando este fármaco en un ensayo aleatorizado más grande, sería particularmente importante evaluar el cociente de riesgo en función del beneficio.
Sobre la base de la experiencia clínica, la trazodona es otro fármaco que es posible usar para los sofocos nocturnos. La trazodona, un antidepresivo atípico que se emplea a menudo para ayudar a dormir, anecdóticamente mostró ser de particular utilidad para pacientes con sofocos nocturnos. Las dosis oscilan entre 50 y 300 mg. La experiencia clínica indica que la trazodona puede ayudar a conciliar el sueño y aliviar los sofocos en la noche, ayudando a los pacientes a permanecer dormidos. La trazodona es un antidepresivo tricíclico y, como tal, no se esperaría que tuviera un gran efecto sobre los sofocos; en un ensayo piloto sin anonimato de desipramina, un antidepresivo tricíclico, como estudio preliminar de eficacia, no se mostró ningún beneficio.[27] Sin embargo, este estudio no se ha repetido. Es posible que el efecto de la trazodona sobre el sueño sea tan profundo que los sofocos no resultan molestos; esta hipótesis requiere más análisis.
Los efectos secundarios del tratamiento con antidepresivos en las dosis que se usan para el tratamiento de los sofocos son mínimos a corto plazo e incluyen principalmente náuseas, sedación, boca seca, y supresión o estímulo del apetito. A largo plazo, se desconoce la prevalencia de la disminución de la función sexual con los ISRS en las dosis usadas para el tratamiento de los sofocos. Los anticonvulsivos gabapentina y pregabalina pueden ocasionar sedación, mareos y dificultad para concentrarse, mientras que la clonidina puede causar boca seca, sedación, estreñimiento e insomnio.[16,17,19][Grado de comprobación: I] Los pacientes responden de modo individual tanto en relación con la eficacia como con los efectos tóxicos de los diferentes medicamentos. Por tanto, se necesita una evaluación cuidadosa y un tratamiento personalizado, escogido conjuntamente entre el proveedor de cuidados de salud y el paciente.
Los datos indican que si un medicamento no ayuda a una persona, quizá valga la pena cambiar a otro medicamento, ya sea un antidepresivo diferente o gabapentina. En un ensayo aleatorizado de fase III (NCCTG-N03C5), se administró gabapentina sola versus gabapentina junto con un antidepresivo a mujeres que no tenían un control adecuado de sus sofocos con un antidepresivo solo,[32][Grado de comprobación: I] el uso de gabapentina produjo una mediana de reducción de casi 50 % en la frecuencia y el puntaje de sofocos, independientemente de la continuación del antidepresivo. En otras palabras, en las mujeres que estaban usando antidepresivos exclusivamente para el tratamiento de los sofocos y cuyo control no era adecuado, la iniciación de la gabapentina con la descontinuación del antidepresivo arrojó los mismos resultados que los obtenidos con la terapia combinada, lo que redujo la necesidad medicamentos. De forma similar, en un estudio piloto con mujeres que no obtuvieron suficiente beneficio con la venlafaxina para la reducción de los sofocos, el cambio a 20 mg diarios de citalopram (sin indicación autorizada) condujo a una reducción de 50 % de la frecuencia y la intensidad de los sofocos.[33]

Interacciones farmacológicas

Muchos de los ISRS pueden inhibir las enzimas del citocromo P450, que participan en el metabolismo del tamoxifeno y que, con frecuencia, se utilizan para tratar el cáncer de mama. Cuando se usan los ISRS, se toman en consideración las interacciones entre fármacos. El tamoxifeno, que se usa en el tratamiento del cáncer de mama, se metaboliza mediante el sistema enzimático del citocromo P450, específicamente el CYP2D6. El CYP2D6 natural metaboliza el tamoxifeno a un metabolito activo, el 4-hidroxi-N-desmetil-tamoxifeno, también conocido como endoxifeno. En un ensayo prospectivo en el que se evaluaron los efectos de la administración conjunta de tamoxifeno y paroxetina, un inhibidor del CYP2D6, sobre el metabolismo del tamoxifeno, se encontró que la administración conjunta con paroxetina disminuyó las concentraciones de endoxifeno. La magnitud de la reducción fue mayor en las mujeres con el genotipo CYP2D6 natural que en las que tenían un genotipo variante (P = 0,03).[34][Grado de comprobación: II]
En un estudio prospectivo de observación con 80 mujeres que iniciaban terapia con tamoxifeno adyuvante para cáncer de mama recién diagnosticado, los genotipos variantes de CYP2D6 y el uso simultáneo de los ISRS inhibidores de CYP2D6 redujeron las concentraciones de endoxifeno. Los genotipos variantes de CYP2D6 no producen enzimas CYP2D6 funcionales.[35][Grado de comprobación: II] Desde que se publicó este estudio varios investigadores han evaluado las consecuencias clínicas de este hallazgo.[36];[37-39][Grado de comprobación: II] En un estudio, se dio seguimiento a más de 1300 mujeres durante una mediana de 6,3 años y se concluyó que las mujeres con metabolismo lento o metabolismo rápido o intermedio heterocigótico (por tanto, con menor actividad de CYP2D6) tenían tasas de recidiva más altas, supervivencia sin complicaciones y supervivencia sin enfermedad más precarias que las metabolizadoras rápidas.[38] De modo similar, se completó un estudio retrospectivo de cohortes con más de 2400 mujeres en Ontario, que recibían tratamiento con tamoxifeno superpuesto con un ISRS. Los autores concluyeron que las mujeres que usaron simultáneamente paroxetina y tamoxifeno tuvieron un riesgo mayor de muerte, proporcional al tiempo de uso de estos fármacos juntos.[39][Grado de comprobación: II]
Todavía no se han dilucidado las consecuencias clínicas de estos cambios y de otros genotipos de CYP2D6,[40] pero la interacción farmacocinética entre el tamoxifeno y los antidepresivos más recientes utilizados para tratar los sofocos, amerita más estudios.[41] De la misma forma, todavía no se ha esclarecido el riesgo del uso del fitoestrógeno de soja en la recidiva o progresión del cáncer de mama. Los fitoestrógenos de soja son estrógenos débiles que se encuentran en los alimentos vegetales. Los modelos in vitro indican que estos compuestos tienen un efecto bifásico en la proliferación de células mamarias, que depende de las concentraciones intracelulares de fitoestrógeno y estradiol.[42]

Información específica para los hombres

Los datos sobre la fisiopatología y el tratamiento de los sofocos en los hombres con cáncer de próstata son escasos. Los datos limitados disponibles indican que los sofocos en los hombres se relacionan con cambios en las concentraciones de hormonas sexuales que causan inestabilidad en el centro termorregulador hipotalámico, análogos al mecanismo propuesto de los sofocos femeninos. Al igual que en las mujeres con cáncer de mama, los sofocos afectan la calidad de vida de los hombres con cáncer de próstata que reciben terapia de privación de andrógenos. El neuropéptido vasodilatador, el péptido relacionado con el gen de la calcitonina, puede ser decisivo en la génesis de los sofocos. A excepción de la clonidina, los fármacos mencionados más arriba (consultar la sección de este sumario sobre Otras intervenciones farmacológicas) que probaron ser eficaces para los sofocos han mostrado tasas similares de eficacia cuando se estudiaron en los hombres. Las modalidades de tratamiento incluyen estrógenos, progesterona, ISRS, gabapentina 300 mg 3 veces por día, como una opción para los hombres [43] y acetato de ciproterona, un antiandrógeno. El acetato de ciproterona no se encuentra disponible en los Estados Unidos.
En un estudio multicéntrico grande realizado en Francia,[44] se asignó al azar a hombres que tomaban leuprorelina para el cáncer de próstata a recibir 75 mg de venlafaxina, 100 mg de acetato de ciproterona (antiandrógeno) o 20 mg de acetato de medroxiprogesterona cuando presentaban, por lo menos, 14 sofocos por semana. Los 3 tratamientos redujeron notablemente los sofocos: la ciproterona produjo una mediana de reducción de 100 %, la medroxiprogesterona, una reducción de 97 % y la venlafaxina, una reducción de 57 % a las 8 semanas. Se notificaron más efectos adversos con el acetato de ciproterona, incluso un efecto adverso grave (disnea) atribuible al fármaco. La venlafaxina no se relacionó con efectos adversos graves y, en general, tuvo una tasa de efectos adversos de 20 % atribuible al fármaco. La medroxiprogesterona fue el fármaco mejor tolerado, con una tasa de efectos adversos de 12 %, pero con un efecto grave: urticaria. Los efectos secundarios más frecuentes de todas los fármacos se relacionaron con problemas gastrointestinales: náuseas, estreñimiento, diarrea y dolor abdominal.[44]
En los estudios piloto sobre la eficacia de los ISRS, paroxetina y fluvoxamina, se indica que estos fármacos disminuyen la frecuencia e intensidad de los sofocos en los hombres con cáncer de próstata.[45,46] Al igual que en las mujeres con tumores sensibles a las hormonas, preocupan los efectos del uso hormonal en el desenlace clínico del cáncer de próstata, además de otros efectos secundarios bien descritos.[47]

Métodos cognitivos y conductuales

Se han formulado y evaluado intervenciones no farmacológicas integrales por su capacidad para reducir los sofocos, los sudores nocturnos y la percepción de la carga o los problemas que suponen los sofocos y sudores nocturnos. Por lo general, estas intervenciones incluyen las siguientes:[48-51]
  • Psicoeducación sobre el control de los síntomas generales, como la tensión, la ansiedad, y las preocupaciones sexuales y de otra índole de la menopausia.
  • Ejercicios de relajación, como respiración lenta y profunda, llamada respiración pausada.
  • Reestructuración cognitiva que aborda el catastrofismo, las creencias negativas y las conductas de evitación.
Las intervenciones conductuales como modalidad primaria o complementaria también pueden desempeñar una función en el control de los sofocos. Se ha observado que la temperatura central del cuerpo aumenta antes de un sofoco;[52] en consecuencia, las intervenciones dirigidas a controlar la temperatura corporal podrían aumentar el control de los sofocos. Algunos métodos para controlar la temperatura corporal son usar prendas holgadas de algodón, ventiladores y abrir las ventanas para mantener el aire en circulación. Con base en la teoría de que la serotonina puede participar como factor desencadenante central del sofoco, las intervenciones conductuales, como el control de la tensión, quizá moderen los sofocos y los disminuyan.
En ensayos pilotos controlados, inicialmente se encontró que las técnicas de relajación, y de respiración lenta y profunda (respiración rítmica) disminuyen la intensidad de los sofocos entre 40 y 50 %;[53,54] sin embargo, en ensayos aleatorizados con grupos de control en los que se usó un ritmo diferente de respiración, no se demostró un beneficio significativo de las intervenciones de respiración rítmica.[55,56]
Se completaron tres estudios grandes [49-51] con intervenciones similares en grupos entre los que se comparó no administrar tratamiento, administrar la atención habitual o establecer una lista de espera. Si bien en todos los estudios se demostró una reducción significativa en los puntajes de los problemas o molestias relacionados con los sofocos y los sudores nocturnos, en ninguno se observaron reducciones reales en la frecuencia de los sofocos. En sólo uno de los tres estudios se demostraron algunas mejorías significativas en los sudores nocturnos.[50] Las intervenciones cognitivo-conductuales pueden ser una adición importante al tratamiento farmacológico para mejorar la situación general de un paciente con síntomas relacionados con los sofocos. Sin embargo, los datos no han respaldado el uso exclusivo de la terapia de conducta cognitiva para reducir los sofocos.
La hipnosis médica es una intervención más reciente para los sofocos que ha demostrado ser útil. En el caso de la hipnosis médica, el proveedor facilita un estado de relajación y trance profundo y, con el paciente en ese estado, proporciona sugerencias al inconsciente que mitigarían el síntoma o problema que se aborda. Para los sofocos, en la hipnosis médica se utilizan sugerencias de enfriamiento y reducción de la tensión para evitar aumentos de la temperatura corporal y disminuir la activación simpática. Sobre la base de datos sólidos de estudios piloto, en un ensayo controlado aleatorizado con 187 mujeres posmenopáusicas se utilizó una comparación de control de la atención y se demostraron reducciones significativamente mayores de los sofocos en el grupo de hipnosis que en el grupo control. La intervención de hipnosis duró 5 semanas. En la semana 6, la frecuencia de los sofocos se redujo 64 % en el grupo de hipnosis en comparación con una reducción de 9 % en el grupo de control. En la semana 12, la reducción en el grupo de hipnosis fue de 75 %, en comparación con una reducción de 17 % en el grupo de control.[57] En este estudio, no participaron sobrevivientes de cáncer pero, en investigaciones previas, no se demostró que las intervenciones tuvieran un efecto diferencial en los sofocos de acuerdo con los antecedentes de cáncer de mama.
Las investigaciones futuras sobre el tratamiento de los sofocos pueden apoyarse en el desarrollo de herramientas de evaluación psicométricamente sólidas, como la Hot Flash Related Daily Interference Scale, que evalúa el efecto de los sofocos en una gama amplia de actividades diarias.[58]

Abordajes integradores

Suplementos herbarios o alimentarios

Popularmente, se usan numerosas hierbas y suplementos alimentarios para reducir los sofocos. Varias de estas sustancias no han sido bien estudiadas en ensayos clínicos rigurosos. Asimismo, la actividad biológica de varios suplementos de venta libre está aún por determinarse y lejos de ser estandarizada. Algunas de las sustancias más estudiadas son el fitoestrógeno de soja, la hierba sonajero y la vitamina E.
La vitamina E, 400 UI 2 veces por día, parece ofrecer una reducción moderada de los sofocos, que es solo un poco mejor que con el placebo. La reducción de los sofocos es de cerca de 35 a 40 %.[59,60][Grado de comprobación: I]
La soja ha sido un suplemento alimentario de interés desde hace algún tiempo, ya que reduce los síntomas menopáusicos y el cáncer de mama. El interés se origina, principalmente, en estudios de relación entre un régimen alimentario abundante en soja y la reducción de los síntomas de cáncer de mama o de la menopausia en Asia. La soja es una isoflavona que forma parte de una clase mucho más grande de compuestos vegetales llamados flavonoides. En los productos de la soja, se encuentran los tres tipos siguientes de isoflavonas:
  • Genisteína
  • Daidzeína
  • Gliciteína
Las isoflavonas se denominan, a menudo, fitoestrógenos o estrógenos vegetales porque, en estudios de líneas celulares y con animales, se observó que se unen al receptor de estrógeno.[61]
Hay confusión con respecto a la inocuidad de estos estrógenos vegetales porque estas sustancias pueden tener propiedades que causan efectos similares al estrógeno en algunas células, al hacer que estas proliferen (se multipliquen y crezcan); mientras que, en otras células, las isoflavonas pueden detener o bloquear los efectos del estrógeno, al impedir que las células indeseables se multipliquen o, incluso, destruirlas. Hay un debate permanente sobre los siguientes cuestionamientos:[62]
  • ¿Cuáles son las dosis y tipos de soja que inhiben el estrógeno como un factor de crecimiento?
  • ¿En qué circunstancias la soja inhibe el estrógeno como factor de crecimiento?
  • ¿En qué dosis o circunstancias la soja promueve el crecimiento relacionado con el estrógeno?
Si bien no se conocen las respuestas definitivas a estas preguntas, los fitoestrógenos se siguen investigando por sus propiedades quimiopreventivas. Por otra parte, la soja se ha estudiado bien en numerosos ensayos aleatorizados controlados con placebo por sus efectos en la reducción de los sofocos.[63-67][Grado de comprobación: I] La mayoría de estos ensayos muestran que la soja no es mejor que un placebo para reducir los sofocos.[68][Grado de comprobación: I]; [69] Actualmente, no hay datos convincentes que incentiven el uso de la soja para el control de los sofocos.
Del mismo modo, en los ensayos con hierba sonajero, bien diseñados, con un grupo aleatorizado, controlado con placebo, también se halló que esta hierba no es mejor que el placebo para reducir los sofocos.[67,70,71][Grado de comprobación: I] Se solía pensar que la hierba sonajero tenía propiedades estrogénicas, pero ahora se sabe que actúa sobre los receptores de serotonina; este tema se trató en el Workshop on the Safety of Black Cohosh in Clinical Studies. En un ensayo aleatorizado con enmascaramiento doble, se evaluaron la hierba sonajero, el trébol rojo, el estrógeno y la progesterona, y un placebo.[72][Grado de comprobación: I] Cada grupo de tratamiento era pequeño (n = 22); sin embargo, en un período de 12 meses, se redujeron los sofocos en 34 % con la hierba sonajero, en 57 % con el trébol rojo, en 63 % con el placebo y en 94 % con la terapia hormonal. Es de notar, que las tasas de cumplimiento terapéutico notificadas fueron de alrededor de 89 % en los 4 grupos durante este estudio a largo plazo. A los 12 meses, los marcadores fisiológicos, como el espesor del endometrio, el estradiol, la estrona, la hormona folículoestimulante, la globulina de fijación a las hormonas sexuales y las pruebas del funcionamiento renal no fueron estadísticamente diferentes en aquellos que recibieron la hierba sonajero o el trébol rojo, en comparación con quienes recibieron placebo. Sin embargo, debido a que estos grupos fueron pequeños, no se notificó la potencia de este análisis secundario y es probable que no tuviera potencia suficiente como para detectar diferencias importantes.
La linaza es una planta que pertenece al género Linum, nativo del área que rodea el Mediterráneo oriental e India. La linaza es una fuente abundante de lignanos y ácidos grasos omega 3. Los lignanos que se encuentran en la linaza se denominan secoisolariciresinol diglucósido (SDG) y ácido linolénico-α (ALA). La linaza es también una fuente de fibra. Los lignanos son un tipo de fitoestrógeno (estrógeno vegetal) de los que, como de la soja, se piensa que tiene efectos agonista-antagonistas del estrógeno, así como propiedades antioxidantes. Las bacterias del colon convierten los lignanos en enterodiol y enterolactona, que son metabolitos de los que se cree que tienen propiedades fisiológicas importantes, tales como la disminución de la proliferación celular, y la inhibición de la acción de la aromatasa, la 5-α reductasa y la 17-β hidroxisteroide. Los estudios de línea celular revelaron propiedades de inhibición de la aromatasa con la enterolactona, pero menos con el enterodiol.[73] Se piensa que estas propiedades pueden reducir el riesgo de cánceres sensibles a las hormonas.[74-76] Además, los estudios mostraron que la linaza puede reducir las concentraciones de estrógeno mediante la excreción urinaria.[77,78]
A partir de datos preliminares de pruebas del efecto de la linaza sobre los sofocos y los criterios de valoración relacionados,[79,80][Grado de comprobación: I] se realizó un estudio piloto sin anonimato para evaluar si 40 g de linaza reducen los sofocos. En este estudio de 30 mujeres, se observó una reducción de 57 % en los puntajes de sofocos y una reducción de 50 % en la frecuencia de sofocos durante un período de 6 semanas.[81] Sin embargo, un ensayo controlado, aleatorizado, de seguimiento, de fase lll, llevado a cabo por el North Central Cancer Treatment Group con 188 mujeres, no logró mostrar beneficio alguno en una barra de linaza con 410 mg de lignanos comparado con un placebo.[82][Grado de comprobación: I]
Muchas plantas y productos naturales se promocionan como remedios maravillosos para los sofocos. Algunos de estos productos son fitoestrógenos vegetales y algunos tienen propiedades desconocidas. Estas sustancian incluyen el dong quai, el cardo lechero, el trébol rojo, el regaliz, y la baya de árbol casto. Hay un conocimiento limitado de las características biológicas de estas sustancias y de si su consumo afectaría el riesgo de cáncer de mama o la recidiva de manera negativa o positiva. Los datos indican que estas plantas tienen diferentes efectos, que dependen no solo de la dosis usada sino, también, del estado hormonal de una mujer cuando los toma. Poco se sabe acerca de estas sustancias y se necesita tener cautela con respecto a su administración si una mujer debe evitar los suplementos de estrógeno.[83-86]

Acupuntura

Hay ensayos piloto y ensayos aleatorizados simulados en los que se ha evaluado la acupuntura para tratar los sofocos.[87-91][Grado de comprobación: I] Es difícil realizar investigación en el campo de la acupuntura debido a la carencia de una metodología novedosa; en particular, es un problema definir un grupo de control adecuado. Además, la filosofía que rodea la práctica de la acupuntura es bastante personalizada, en cuanto a que dos mujeres que experimentan sofocos no necesariamente recibirían el mismo tratamiento. Sería importante estudiar la acupuntura usando procedimientos clínicos pertinentes; hasta la fecha, se carece de métodos de investigación aceptables para lograrlo. En consecuencia, los datos con respecto a los efectos de la acupuntura en los sofocos son mixtos. Sin embargo, en un metanálisis en el que múltiples grupos de comparación utilizaron distintas técnicas, la acupuntura produjo efectos limitados o ningún efecto.[92] (Para obtener más información, consultar la sección sobre Síntomas vasomotores en el sumario del PDQ Acupuntura).
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Modificaciones a este sumario (06/20/2019)

Los sumarios del PDQ con información sobre el cáncer se revisan con regularidad y se actualizan a medida que se obtiene nueva información. Esta sección describe los cambios más recientes introducidos en este sumario a partir de la fecha arriba indicada.
Se incorporaron cambios editoriales en este sumario.
Este sumario está redactado y mantenido por el Consejo editorial del PDQ sobre los cuidados médicos de apoyo y los cuidados paliativos, que es editorialmente independiente del NCI. El sumario refleja una revisión independiente de la bibliografía y no representa una declaración de políticas del NCI o de los NIH. Para mayor información sobre las políticas de los sumarios y la función de los consejos editoriales del PDQ que mantienen los sumarios del PDQ, consultar en Información sobre este sumario del PDQ y la página sobre Banco de datos de información de cáncer - PDQ®.

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Este sumario del PDQ con información sobre el cáncer para profesionales de la salud proporciona información integral revisada por expertos y con fundamento en datos probatorios sobre la fisiopatología y el tratamiento de los sofocos y sudores nocturnos. El propósito es servir como fuente de información y ayuda para los médicos que atienden a pacientes de cáncer. No ofrece pautas ni recomendaciones formales para tomar decisiones relacionadas con la atención sanitaria.

Revisores y actualizaciones

El Consejo editorial del PDQ sobre los cuidados médicos de apoyo y los cuidados paliativos, cuya función editorial es independiente del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), revisa con regularidad este sumario y, en caso necesario, lo actualiza. Este sumario refleja una revisión bibliográfica independiente y no constituye una declaración de la política del Instituto Nacional del Cáncer ni de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH).
Cada mes, los miembros de este Consejo examinan artículos publicados recientemente para determinar si se deben:
  • tratar en una reunión,
  • citar textualmente, o
  • sustituir o actualizar, si ya se citaron con anterioridad.
Los cambios en los sumarios se deciden mediante consenso, una vez que los integrantes del Consejo evalúan la solidez de los datos probatorios en los artículos publicados y determinan la forma en que se incorporarán al sumario.
Los revisores principales del sumario sobre Sofocos y sudores nocturnos son:
  • Larry D. Cripe, MD (Indiana University School of Medicine)
  • Alison Palumbo, PharmD, MPH, BCOP (Oregon Health and Science University Hospital)
  • Edward B. Perry, MD (VA Connecticut Healthcare System)
  • Megan Reimann, PharmD, BCOP (Indiana University Simon Cancer Center)
Cualquier comentario o pregunta sobre el contenido de este sumario se debe enviar mediante el formulario de comunicación en Cancer.gov/espanol del NCI. No comunicarse con los miembros del Consejo para enviar preguntas o comentarios sobre los sumarios. Los miembros del Consejo no responderán a preguntas del público.

Grados de comprobación científica

En algunas referencias bibliográficas de este sumario se indica el grado de comprobación científica. El propósito de estas designaciones es ayudar al lector a evaluar la solidez de los datos probatorios que sustentan el uso de ciertas intervenciones o enfoques. El Consejo editorial del PDQ sobre los cuidados médicos de apoyo y los cuidados paliativos emplea un sistema de jerarquización formal para establecer las designaciones del grado de comprobación científica.

Permisos para el uso de este sumario

PDQ (Physician Data Query) es una marca registrada. Se autoriza el libre uso del texto de los documentos del PDQ. Sin embargo, no se podrá identificar como un sumario de información sobre cáncer del PDQ del NCI, salvo que se reproduzca en su totalidad y se actualice con regularidad. Por otra parte, se permitirá que un autor escriba una oración como “En el sumario del PDQ del NCI de información sobre la prevención del cáncer de mama se describen, en breve, los siguientes riesgos: [incluir fragmento del sumario]”.
Se sugiere citar la referencia bibliográfica de este sumario del PDQ de la siguiente forma:
PDQ® sobre los cuidados médicos de apoyo y los cuidados paliativos. PDQ Sofocos y sudores nocturnos. Bethesda, MD: National Cancer Institute. Actualización: <MM/DD/YYYY>. Disponible en: https://www.cancer.gov/espanol/cancer/tratamiento/efectos-secundarios/sexualidad-mujeres/sofocos-pro-pdq. Fecha de acceso: <MM/DD/YYYY>.
Las imágenes en este sumario se reproducen con el permiso del autor, el artista o la editorial para uso exclusivo en los sumarios del PDQ. La utilización de las imágenes fuera del PDQ requiere la autorización del propietario, que el Instituto Nacional del Cáncer no puede otorgar. Para obtener más información sobre el uso de las ilustraciones de este sumario o de otras imágenes relacionadas con el cáncer, consultar Visuals Online, una colección de más de 2000 imágenes científicas.

Cláusula sobre el descargo de responsabilidad

La información en estos sumarios no se debe utilizar como base para determinar reembolsos por parte de las aseguradoras. Para obtener más información sobre la cobertura de seguros, consultar la página Manejo de la atención del cáncer disponible en Cancer.gov/espanol.

Para obtener más información

En Cancer.gov/espanol, se ofrece más información sobre cómo comunicarse o recibir ayuda en ¿En qué podemos ayudarle?. También se puede enviar un mensaje de correo electrónico mediante este formulario.
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