Un estudio recientemente publicado por la revista The Lancet planteaba la hipótesis de que ciertos tratamientos farmacológicos, como el ibuprofeno o los IECA/ARA-II podían empeorar la situación de los infectados por COVID-19, advirtiendo eso sí, de que faltaba evidencia al respecto. Tras este estudio, el ministro de Sanidad francés, Olivier Véran, se hacía eco de esta noticia en su Twitter, recomendando el uso de paracetamol frente al ibuprofeno, haciendo viral esta información en las redes sociales y creando una alerta entre los pacientes.
Ante estas publicaciones, desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) se ha emitido un comunicado para informar de que actualmente no existe evidencia que permita afirmar un agravamiento de la infección por COVID-19 con el ibuprofeno u otros antiinflamatorios no esteroideos, insistiendo en que “no hay razones para que los pacientes que estén en tratamiento crónico con estos medicamentos los interrumpan”.
Pese a ello, informan de que la posible relación entre la exacerbación de infecciones con ibuprofeno o ketoprofeno está en evaluación para toda la Unión Europea en el Comité de Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia a solicitud de que la agencia de medicamentos francesa (ASNM). Sin embargo, este análisis finalizará previsiblemente en mayo de 2020, por lo que actualmente no hay información suficiente disponible, recordando por otra parte que la relación causa-efecto no es fácil de establecer.
Asimismo, recuerdan que las guías recomiendan el uso de paracetamol para el tratamiento sintomático de la fiebre como primera alternativa. Sin embargo, tampoco hay ninguna evidencia que contraindique el uso de ibuprofeno en el tratamiento de síntomas menores
El debate de los IECA/ARA-II
Otro de los temas que ha causado controversia es si existe o no alguna relación entre el empeoramiento de las infecciones de COVID-19 y el tratamiento con los IECA/ARA-II. A este respecto se manifestaba la Sociedad Española de Cardiología, suscribiendo íntegramente el comunicado del Council de Hipertensión de la Sociedad Europea de Cardiología. Según el mismo, esta hipótesis surge de la observación de que, de forma similar al coronaravirus causante del SARS, el COVID-19 se une a una enzima específica llamada ACE-2 en las células infectadas, y que los niveles de ACE-2 aumentan después del tratamiento con los IECA y ARA.
Sin embargo, en la situación actual, esta especulación sobre la seguridad de los IECA y ARA en relación con el COVID-19 no tiene base científica ni evidencia que la soporte. Por el contrario, existe evidencia en estudios en animales que sugiere que estos fármacos pueden tener un efecto protector contra las complicaciones pulmonares graves de los pacientes con infección por el COVID-19, aunque hasta la fecha no existen datos en humanos.
En esta misma línea, desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) emitían otro comunicado explicando que “en el momento actual, es prácticamente imposible disponer de ensayos clínicos de calidad científica que puedan dar respuestas a muchas cuestiones científicas que se suscitan acerca de esta infección. La mayoría de los datos disponibles son estudios epidemiológicos en los no es posible establecer una relación causal”.
Igualmente añadían que “cualquier tipo de alertas que hubiesen podido detectarse a nivel de los profesionales, obligaría a un seguimiento por las agencias reguladoras, pues no siempre se confirman. La Infección por el SARS-CoV-2 no dispone de estudios previos por lo que requeriría de estudios que pudiesen confirmar una relación causal con cualquier efecto adverso potencial o efecto perjudicial, antes de poder emitir una recomendación de uso sobre los fármacos por instituciones oficiales”.
Es por ello que, la conclusión desde SemFYC es que no hay evidencia suficiente para cambiar las directrices de tratamiento de estos pacientes, siguiendo pautas distintas a las marcadas en las guías actuales, debiéndose realizar una valoración individual en cada caso.