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El impacto en la calidad de vida de la COVID-19 en el paciente con rinitis alérgica ha sido mayor que en el resto de la población, según han explicado a EL MÉDICO INTERACTIVO José Luis Martínez Carrasco y Cristina Figueras López, del Centro de Salud de Fuencarral (Madrid) y miembros de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
En relación con los pacientes positivos por COVID-19, ¿ha habido algún tipo de complicación asociada a la rinitis alérgica?
En los pacientes con COVID-19 confirmado que además presentaban una rinitis alérgica se ha observado un mayor impacto en la calidad de vida. Los principales efectos son la alteración del sueño, la afectación de las actividades cotidianas o deportivas, la alteración de las tareas laborales o escolares y las molestia de los síntomas. Aunque pueden ser síntomas relacionados con la infección por SARS-CoV-2 y que no sean complicación de una rinitis alérgica, pueden conducir a una falsa sobreestimación de esta patología.
¿Qué medidas se podrían adoptar para mejorar el abordaje del paciente con alergia en la era post-COVID-19?
Una de las medidas que se podría plantear es invertir algo más de nuestro tiempo en planes educativos para mejorar el manejo de la población alérgica. Intentaremos lograr que el paciente alérgico sea consciente de los signos de alarma y de buena evolución, y mejorar su conocimiento sobre el uso de los distintos fármacos y su posología adecuada. El objetivo final es fomentar tanto su mayor independencia, como el menor uso de recursos por motivos no urgentes, alentando a un mayor autocuidado (abandono de hábito tabáquico, evitación de alérgenos, etc.) y en definitiva dotando al paciente de un número de recursos suficientes para el cuidado de su salud.
¿Se mantendrán las consultas a distancia?
Es muy posible que la consulta telefónica que ha llegado a Atención Primaria, lo haya hecho para quedarse, y puede ser otra herramienta más que nos sirva para un mejor control y ayudar al cumplimiento del paciente. Puede además ser el inicio para poder emprender otras formas de consulta electrónica que se irán desarrollando en el futuro.
¿En qué circunstancias la consulta presencial con el paciente con rinitis alérgica no debe ser sustituida por la telemedicina?
Siempre que el paciente o el profesional sanitario identifiquen algún signo de alarma. Puede también ser necesario ver al paciente cuando no mejore con el tratamiento pautado o este demande asistencia sanitaria presencial urgente.
¿Los pacientes siguen confundiendo los síntomas de la rinitis alérgica con los del nuevo coronavirus?
Sí, en estos momentos podría haber problemas de diagnóstico diferencial entre la rinitis alérgica y la afectación de las vía respiratoria superior por SARS-CoV-2, pues presentan síntomas en común, como la tos seca y la disminución de la percepción de los olores, por lo que sería interesante destacar las diferencias clínicas entre ambas.
¿Cuáles son las principales?
En la rinitis alérgica los síntomas fundamentales son el picor nasal y conjuntival, los estornudos, la rinorrea acuosa y la congestión nasal, que mejoran con cierta rapidez con la evitación del alérgeno (mejora en sitios cerrados sobre todo si es debida a pólenes) y el tratamiento con antihistamínicos orales o tópicos. No suele asociarse a clínica infecciosa (rinorrea purulenta o fiebre), ni afectación del estado general u otros síntomas sistémicos inespecíficos como mialgias, cefalea o astenia.
En cambio, la clínica sería más sugestiva de afectación por SARS-CoV-2 cuando aparecen fiebre o febrícula, presente en un gran porcentaje de pacientes, y síntomas sistémicos (malestar general, astenia, disnea, mialgias, artralgias, diarrea, etc.). En la COVID-19 suele aparecer tos seca y los síntomas nasales no se acompañen del prurito, estornudos ni síntomas oculares propios de la rinitis alérgica.
¿Qué síntomas son comunes?
Ambas entidades pueden producir disminución de la percepción de los olores y dificultad respiratoria. La anosmia en la COVID-19 puede ser completa, brusca y acompañarse de pérdida del gusto, mientras que en la rinitis la pérdida del sentido del olfato es siempre parcial. En la rinitis asociada a asma, aparecen tos y broncoespasmo, con disnea de predominio espiratorio, mientras que en la COVID-19 la dificultad respiratoria es para la entrada de aire (inspiratoria), se asocia con frecuencia a expectoración y dolor torácico, y, a diferencia del asma asociado a rinitis, presenta una escasa remisión de los síntomas con broncodilatadores de rescate. La evitación del alérgeno y el tratamiento pautado para la rinitis tampoco producen mejoría en la COVID-19.
¿Se ha observado interacción entre los tratamientos farmacológicos?
Al valorar las interacciones entre los tratamientos farmacológicos empleados en el tratamiento de la COVID-19 (fundamentalmente azitromicina, hidroxicloroquina y lopinavir/ritonavir) y la rinitis alérgica, mediante la guía de interacciones de la Universidad de Liverpool, se han identificado interacciones graves entre el lopinavir/ritonavir y todos los glucocorticoides intranasales: budesonida, ciclesonida, fluticasona, mometasona y triamcinolona, siendo en cambio potencialmente leve con beclometasona.
Con el montelukast (antagonista del receptor de leucotrienos), usado en el manejo de la rinitis alérgica, se han observado interacciones potencialmente leves con lopinavir/ritonavir, azitromicina y tocilizumab. Todavía no se han descrito interacciones de ninguno de los medicamentos usados contra el SARS-CoV-2 con los antihistamínicos de 2ª generación vía oral (bilastina, ebastina, desloratadina, etc.), ni con los antihistamínicos tópicos intranasales (azelastina, levocabastina, olopatadina, etc.).