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Institutos Nacionales de la Salud
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Asocian la ira con un mayor riesgo cardíaco
Traducido del inglés: lunes, 20 de mayo, 2013
NUEVA YORK (Reuters Health) - En un estudio sobre miles de pacientes que habían tenido un infarto, los que recordaron haber tenido un brote de ira el año anterior eran dos veces más propensos a haber tenido el infarto dentro de las dos horas posteriores que en otros momentos de ese año.
"Existe un aumento transitorio del riesgo de padecer un infarto después de un brote de ira", dijo la autora principal, Elizabeth Mostofsky, investigadora postdoctoral de la Unidad de Investigación Epidemiológica Cardiovascular de la Facultad de Medicina de Harvard, Boston.
En The American Journal of Cardiology, los autores escriben que a más furia, con lanzamiento de objetos y amenazas a terceros, mayor riesgo. Los brotes de rabia más intensos cuadruplicaban ese riesgo, mientras que el enojo más leve casi lo duplicaba.
"La asociación es consistentemente más fuerte a medida que aumenta la intensidad de la ira; no es cualquier enojo vaya a aumentar el riesgo cardíaco", aclaró Mostofsky.
Los resultados surgen de 3.886 pacientes que habían participado de un estudio realizado entre 1989 y 1996 para determinar la causa de sus infartos.
A los cuatro días de sufrir un infarto, los participantes respondieron sobre distintas experiencias durante el año anterior, además de la alimentación, el estilo de vida, el ejercicio y el uso de medicamentos.
En total, 1.484 participantes tuvieron brotes de ira durante el año previo; en 110 casos, el enojo había ocurrido dos horas antes del infarto. Los participantes calificaron el nivel de esa ira en una escala de siete puntos que describían desde irritación hasta la pérdida de control.
Los autores observaron que con cada incremento de la intensidad, crecía el riesgo de tener un infarto dentro de las dos horas posteriores.
Eso se traduce en un nivel de riesgo 1,7 veces después de "un enojo moderado, pero que se percibe en la voz"; 2,3 veces después de sentirse "muy tenso, con tensión corporal, puños cerrados o mandíbulas apretadas" y 4,5 veces tras "un estado de ira, pérdida de control, lanzamiento de objetos y autolesiones o lesiones a terceros".
Las causas más comunes de esos brotes de ira habían sido problemas familiares, laborales y en el tránsito.
Aunque el estudio no prueba de los brotes de ira causaran los infartos, los resultados "tienen sentido", según opinó el doctor James O'Keefe Jr, cardiólogo del Hospital San Lucas, ciudad de Kansas, y que no participó del estudio.
La ira es una emoción que libera epinefrina y norepinefrina, las sustancias químicas que intervienen en la respuesta de pelear o huir. Esas hormonas elevan la presión, aceleran el pulso, contraen los vasos sanguíneos y vuelve más pegajosas las plaquetas de la sangre (esto eleva el riesgo de formación de coágulos).
Para O'Keefe, esa sería una explicación de la asociación entre la ira y el aumento del riesgo cardíaco.
"A diferencia del mito urbano que dice que es mejor manifestar la ira, hacerlo afecta el organismo sin que medie un efecto de catarsis", comentó O'Keefe. "(La ira) corroe nuestra salud cardíaca y vascular en el corto y largo plazo."
Los pacientes medicados con betabloqueantes tenían menos riesgo de sufrir un infarto después de un brote de ira.
Para los autores, los resultados sugieren que los médicos deberían tener en cuenta el uso preventivo de esos fármacos en los pacientes con riesgo cardiovascular y propensos a los ataques de ira.
Además, el equipo publica que el ejercicio físico habitual demostró reducir el riesgo de tener un infarto. Aunque los autores no hallaron diferencias en la relación entre los brotes de ira y el riesgo cardiovascular inmediato en los participantes que ejercitaban de manera regular, aseguraron que mantener una vida activa no sería dañino.
FUENTE: The American Journal of Cardiology, online 2 de mayo del 2013.
Reuters Health
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