jueves, 22 de agosto de 2013

Mosquiteras para erradicar la elefantiasis


PREVENCIÓN | Más de 120 millones de afectados

Mosquiteras para erradicar la elefantiasis

Los mosquitos son vectores de muchas enfermedades. | ApLos mosquitos son vectores de muchas enfermedades. | Ap
  • Un programa muestra una sencilla y barata estrategia contra la enfermedad
  • La colocación de mosquiteras debe ir unida a un programa de reparto de terapias

A veces las medidas más caras y complejas no son la clave del éxito sino que en su lugar, algo más sencillo, puede resultar mucho más efectivo ante un problema. Es el caso de la lucha contra la filariasis linfática, más conocida como elefantiasis, una enfermedad que afecta a más de 120 millones de personas, de las que unos 40 han quedado desfiguradas o incapacitadas por la enfermedad.

Sin despreciar el efecto del tratamiento farmacológico desarrollado para esta infección, que ha permitido plantear la esperanza de eliminar globalmente la enfermedad en 2020, existen otras medidas que podrían ser vitales para conseguir este objetivo que, bien por problemas económicos o bien por cuestiones políticas, no alcanza al 80% de la población diana, cifra indispensable para lograr la erradicación.

Por este motivo, las mosquiteras impregnadas de insecticida pueden suponer una pieza clave en esa lucha, ya que la infección humana se produce por la transmisión de unos parásitos denominados filarias a través de mosquitos.

Los mosquitos son el contenedor donde las microfilarias se incuban durante unas dos semanas hasta convertirse en larvas con capacidad infectiva. Cuando el posquito pica a una persona, deposita las larvas en la piel y el parásito viaja por todo el organismo a través de los vasos linfáticos donde se transforman en gusanos adultos. En ese estado pueden vivir de cinco a 10 años y generar miles de larvas que vuelven a pasar a la sangre. Una persona afectada puede infectar a un mosquito tras una picadura.

Aunque la mayoría de las infecciones no generan síntomas, si no se da un tratamiento, el daño crónico que genera en el sistema linfático, los riñones y el sistema inmunitario hace que, con el paso del tiempo, se produzca una importante inflamación de brazos, piernas, escroto, etc. Además de producir deformidad y discapacidad, existe un gran estigma hacia los pacientes.

De ahí que sea esencial una estrategia para su prevención global y mejorar los vacíos que puedan quedar en relación a la administración del tratamiento. Por este motivo, médicos del Instituto de Papua Nueva Guinea y de universidades como la Case Western Reserve en Cleveland (EEUU) o la de Queesland, en Australia, entre otras, han llevado a cabo un trabajo con dos objetivos: valorar la tasa de eficacia del tratamiento farmacológico a lo largo de cinco años en cinco pueblos de Papua Nueva Guinea. El segundo objetivo era conocer cómo impactaba el reparto gratuito de mosquiteras impregnadas de insecticida 10 años después de haber administrado la medicación.

 

Menos picaduras y a otras horas

Por un lado, lo que comprobaron fue que el tratamiento médico casi eliminó la presencia del parásito en los humanos pero no frenó su transmisión por los mosquitos. Sin embargo, 36 meses después de la colocación de las mosquiteras, se comprobó una espectacular reducción de las picaduras de mosquitos infectados a los habitantes de estos pueblos. De hecho, las tasas cayeron anualmente de 325 a cero. Además, los insecticidas redujeron el tiempo de vida de los insectos a la mitad, lo que evita que vivan lo suficiente como para que el parásito sea capaz de transmitirse a otros seres vivos.

Un dato curioso que constatan los investigadores en su estudio, publicado por la revista 'The New England Journal of Medicine', fue que la colocación de mosquiteras alteró la conducta de los mosquitos. Las picaduras ya no se producían por la noche, que es cuando los niveles del parásito en la sangre humana son mayores, sino que lo hacían antes, durante la tarde, por lo que ingerían menos parásitos y esto también ayudó a dificultar la transmisión de la infección a otras personas.

"No deberíamos confiar únicamente en la administración de fármacos para eliminar la filariasis linfática. Al combinar las estrategias existentes con el control del vector, seremos más capaces de conseguir el objetivo de la eliminación", explica Lisa J. Reimer, primera autora del trabajo y profesora en la Facultad de Medicina Tropical de Liverpool. "Nuestros resultados claramente demuestran que esta solución barata podría complementar el éxito de los actuales programas de erradicación, ya que además tiene una alta rentabilidad, tanto para la filariasis como para el control de la malaria", concluye.

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