La contaminación mata incluso en concentraciones legales en Europa
Un estudio publicado hoy en 'The Lancet' asegura que el aumento de 5 microgramos por metro cúbico de exposición anual a las PM2,5 eleva el riesgo de muerte un 7%
Los científicos lo tienen cada vez más claro: no hay umbrales seguros cuando se habla de contaminación. Es decir, por baja que sea la concentración de un contaminante, siempre hay riesgo para la salud. Un estudio publicado ayer en The Lancet lo confirma: por cada incremento de cinco microgramos por metro cúbico en la exposición anual a las llamadas partículas finas (PM 2,5), el riesgo de morir por causas naturales aumenta un 7%. Y sucede así incluso cuando los niveles están por debajo de los límites legales que marca la Unión Europea, destacan los autores del trabajo.
Las partículas finas son el contaminante que más preocupa actualmente a los expertos. Son peligrosas porque, debido a su pequeño tamaño, penetran fácilmente en las vías respiratorias y provocan la inflamación de los tejidos. Proceden en gran medida de los vehículos con motores diésel. La legislación europea ha fijado un límite máximo de concentración de PM2,5: 25 microgramos por metro cúbico de media anual. Sin embargo, cada vez más expertos en salud y calidad del aire lo cuestionan por ser excesivamente permisivo. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que hay afectación para la salud a partir de 10 microgramos por metro cúbico de media anual.
El estudio de The Lancet ha recopilado datos de 22 grupos de estudio de 13 países europeos. En total, 367.251 personas a las que se hizo seguimiento durante una media de 13,9 años. De ellos, 29.076 murieron durante ese tiempo por causas naturales. Los investigadores, liderados por Rob Beelen, de la Universidad de Utrecht (Holanda), localizaron sus lugares de residencia y recopilaron datos de concentración de contaminantes como las PM2,5 y el dióxido de nitrógeno. Además, estudiaron la intensidad del tráfico en esas zonas (vehículos por día en la carretera más cercana y tráfico total en 100 metros a la redonda) y ajustaron otros factores de riesgo como la alimentación, el sedentarismo o la hipertensión de los participantes.
“Una diferencia de cinco microgramos por metro cúbico es la que puede existir entre vivir junto a una vía urbana con mucho tráfico o en otra más tranquila”, explica Beelen en un correo electrónico. El investigador precisa que el tráfico no es el único culpable de la contaminación: “También la industria es una fuente importante, así como el transporte de contaminantes a larga distancia, es decir, cuando el viento traslada las partículas tóxicas desde focos lejanos”. Aunque existen estudios, varios de ellos españoles, que relacionan la exposición a corto plazo con efectos en salud (ingresos hospitalarios, mortalidad por diversas causas...), son escasos los que indagan en los efectos a largo plazo. De ahí la relevancia del que publica The Lancet, que además cuenta con datos de Europa, y no de Estados Unidos.
Precisamente la Unión Europea declaró 2013 Año del aire y está en plena discusión sobre si debe aumentar la exigencia a los Estados miembros en materia de contaminación atmosférica. No dejan de aparecer estudios que relacionan, sin sombra de duda, la polución con distintas afecciones. La OMS clasificó oficialmente la contaminación como carcinógena (que causa cáncer) en octubre pasado: le atribuye 223.000 tumores de pulmón mortales en 2010. “Esperamos que la UE tendrá en consideración estos resultados y tomará decisiones políticas que ayuden a reducir los niveles de contaminación del aire en Europa”, señala Mark J. Nieuwenhuijsen, epidemiólogo del instituto de investigación CREAL de Barcelona y uno de los firmantes del estudio.
“Aunque en los últimos 50 años ha mejorado mucho la calidad del aire, el estudio de Beelen y sus colegas llama la atención sobre los efectos que la contaminación sigue teniendo sobre la salud”, señalan en un comentario adjunto al estudio Jeremy Langrish y Nicholas Mills, de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido). Añaden que avanzar hacia “directrices más estrictas”, como las recomendadas por la OMS, debería ser “una prioridad urgente”
Las partículas finas son el contaminante que más preocupa actualmente a los expertos. Son peligrosas porque, debido a su pequeño tamaño, penetran fácilmente en las vías respiratorias y provocan la inflamación de los tejidos. Proceden en gran medida de los vehículos con motores diésel. La legislación europea ha fijado un límite máximo de concentración de PM2,5: 25 microgramos por metro cúbico de media anual. Sin embargo, cada vez más expertos en salud y calidad del aire lo cuestionan por ser excesivamente permisivo. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que hay afectación para la salud a partir de 10 microgramos por metro cúbico de media anual.
El estudio de The Lancet ha recopilado datos de 22 grupos de estudio de 13 países europeos. En total, 367.251 personas a las que se hizo seguimiento durante una media de 13,9 años. De ellos, 29.076 murieron durante ese tiempo por causas naturales. Los investigadores, liderados por Rob Beelen, de la Universidad de Utrecht (Holanda), localizaron sus lugares de residencia y recopilaron datos de concentración de contaminantes como las PM2,5 y el dióxido de nitrógeno. Además, estudiaron la intensidad del tráfico en esas zonas (vehículos por día en la carretera más cercana y tráfico total en 100 metros a la redonda) y ajustaron otros factores de riesgo como la alimentación, el sedentarismo o la hipertensión de los participantes.
“Una diferencia de cinco microgramos por metro cúbico es la que puede existir entre vivir junto a una vía urbana con mucho tráfico o en otra más tranquila”, explica Beelen en un correo electrónico. El investigador precisa que el tráfico no es el único culpable de la contaminación: “También la industria es una fuente importante, así como el transporte de contaminantes a larga distancia, es decir, cuando el viento traslada las partículas tóxicas desde focos lejanos”. Aunque existen estudios, varios de ellos españoles, que relacionan la exposición a corto plazo con efectos en salud (ingresos hospitalarios, mortalidad por diversas causas...), son escasos los que indagan en los efectos a largo plazo. De ahí la relevancia del que publica The Lancet, que además cuenta con datos de Europa, y no de Estados Unidos.
Precisamente la Unión Europea declaró 2013 Año del aire y está en plena discusión sobre si debe aumentar la exigencia a los Estados miembros en materia de contaminación atmosférica. No dejan de aparecer estudios que relacionan, sin sombra de duda, la polución con distintas afecciones. La OMS clasificó oficialmente la contaminación como carcinógena (que causa cáncer) en octubre pasado: le atribuye 223.000 tumores de pulmón mortales en 2010. “Esperamos que la UE tendrá en consideración estos resultados y tomará decisiones políticas que ayuden a reducir los niveles de contaminación del aire en Europa”, señala Mark J. Nieuwenhuijsen, epidemiólogo del instituto de investigación CREAL de Barcelona y uno de los firmantes del estudio.
“Aunque en los últimos 50 años ha mejorado mucho la calidad del aire, el estudio de Beelen y sus colegas llama la atención sobre los efectos que la contaminación sigue teniendo sobre la salud”, señalan en un comentario adjunto al estudio Jeremy Langrish y Nicholas Mills, de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido). Añaden que avanzar hacia “directrices más estrictas”, como las recomendadas por la OMS, debería ser “una prioridad urgente”
Los investigadores usaron datos del European Study of Cohorts for Air Pollution Effects (ESCAPE), el Estudio europeo de los efectos de la contaminación ambiental en grupos de población. Aunque en este trabajo se centran en la mortalidad por todas las causas --excepto para los accidentes de tráfico y muertes violentas, precisa Nieuwenhuijsen--, está previsto que se vayan publicado estudios específicos para cada causa de muerte.
Un grupo español del Instituto de Salud Carlos III también ha estudiado el efecto de las partículas 2,5 en la salud, pero a corto plazo, en concreto, en las hospitalizaciones. Según sus trabajos, las PM2,5 resultaron ser el único contaminante primario "estadísticamente significativo en todos los modelos", es decir, el que siempre se asociaba a problemas de salud. El estudio comprobó que cada incremento de 10 microgramos por metro cúbico de contaminación suponía un 3,8% más de ingresos hospitalarios.
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