El asma en edades tempranas puede verse agravado por la mala calidad del aire

Factores ambientales como el tráfico o el humo del tabaco influyen en el genoma de cada individuo, lo que provoca que los genes cuyo objetivo es protegernos de ciertas enfermedades, se vean alterados y no cumplan con su labor.

Johanna Cevallos Esparza | 30/01/2012 19:15

Aaron Bernstein, pediatra estadounidense y experto en cambio climático y salud infantil y Manuel Praena, pediatra del Centro de Salu de La Candelaria de Sevilla (José Luis Pindado)

Estas son algunas de las ideas expuestas por Manuel Praena, pediatra del Centro de Salud La Candelaria de Sevilla dentro de la III Jornada Salud Infantil y Medio Ambiente celebrada en Madrid por la Obra Socia "la Caixa" y la fundación Roger Torné y que compartió con el también pediatra estadounidense Aaron Bernstein, uno de los principales expertos sobre cambio climático y salud infantil.

Praena reconoce que actualmente son pocos los profesionales de la salud que tienen en cuenta los factores ambientales a la hora de diagnosticar una patología como el asma. Precisamente por eso, “es fundamental cambiar los hábitos de vida y cuidar más el ambiente”.

La exposición prenatal al humo del tabaco es uno de los principales factores ambientales que influyen en la aparición de asma, así como de infecciones respiratorias en los primeros años de vida. Según Praena las fumadoras embarazadas pueden inducir asma en sus hijos, incluso aunque ellas mismas no hayan tenido antecedentes de dicha patología. Por ello, es importante proteger a los niños en las primeras etapas de su vida.

Manuel Praena: “Algunas personas tienen una serie de variantes genéticas que las hacen más predispuestas a desarrollar asma”

De la misma manera, las abuelas fumadoras pueden elevar el riesgo de sufrir asma en sus nietos, en muchas ocasiones independientemente de que la madre fuese fumadora o lo haya sido durante la gestación, ya que las consecuencias que produce el tabaquismo se trasmiten hasta dos generaciones después.

La Organización Mundial de la Salud calcula que cada año 1,3 millones de personas mueren en las ciudades por problemas respiratorios a causa de la contaminación del dióxido de carbono, lo que significa que la contaminación ambiental por tráfico tiene cierta vinculación con la incidencia del asma, a través de mecanismos epigenéticos, aunque esta correlación no es cien por cien concluyente, ya que existen pocos estudios prospectivos con datos de exposición que hayan sido llevados a cabo.

Las características genéticas de cada individuo, son otro factor de riesgo, ya que “el genoma heredado, también puede heredar cambios epigenéticos inducidos por el ambiente", que a su vez puede originar modificaciones en el ADN y ser transmitidos mediante procesos de metilación a la descendencia.

Factores preventivos

La dieta mediterránea, la exposición al sol y la lactancia materna son factores que pueden ayudar a prevenir el asma infantil. El estudio ISAAC (Estudio del Asma y Alergias en la Infancia) realizado en más de 50 países demuestra que “una dieta rica en antioxidantes, provoca una menor prevalencia de asma frente a un mayor contenido de sustancias derivadas concretamente de las hamburguesas”, explica el médico sevillano.

Otro hallazgo de este estudio es que también parece tener un efecto protector sobre la aparición de asma, las horas de exposición al sol, ya que pueden estar en relación con un incremento en los niveles de Vitamina D, las cuales inciden en las sistema inmunológico, evitando así aparición de problemas respiratorios. Sin embargo, Praena matiza que éstas son investigaciones de observación, con lo cual no se puede hacer una recomendación a favor o en contra de los suplementos de vitamina D como tratamiento preventivo o secundario para la prevención del asma.

Cambio climático

Aaron Bernstein, pediatra en el Children’s Hospital de Boston, apunta que el cambio climático al que estamos asistiendo influye de manera negativa en la salud infantil, sobre todo la salud respiratoria al contaminar el aire, el agua y la comida.

El cambio climático al producir gases de efecto invernadero provoca un entorno menos proclive a la agricultura, lo que puede ocasionar que las sociedades tengan problemas de alimentación. Además, el hecho de tener menos acceso a determinados tipos de alimentos genera “una mayor dificultad para mantener una buena nutrición en los niños”, sostiene Bernstein.

Cuando la calidad del aire es mala debido a la capa de ozono, incide de manera negativa en las personas asmáticas, impidiéndoles que puedan sobrellevar mejor esta patología con el crecimiento natural de sus pulmones que se realiza durante las etapas de crecimiento. “El mismo problema se ve en las personas mayores con enfermedades pulmonares crónicas”, lo que pone de manifiesto que “la función pulmonar del ser humano, en las últimas décadas de la vida, va bajando y una vez más el cambio climático se convierte en un gran problema” prosigue Bernstein.

La aparición del asma está relacionada con el ambiente en el que vive cada individuo, por eso suelen ser más frecuentes los casos en ciudades, donde la calidad del aire es pésima. ”Pero también surgen casos de asma en las regiones periféricas a las ciudades”, afirma el pediatra estadounidense.

Por otra parte, el cambio climático también incide en el surgimiento de enfermedades infecciosas que ya habían sido erradicadas. En este sentido las más preocupantes son aquellas transmitidas por mosquitos, como el dengue o la malaria, debido principalmente al aumento de la temperatura global.

Según Berstain, los médicos deben tener en cuenta el cambio climático para el diagnóstico de ciertas patologías respiratorias, ya que ellos son los que ven cada día sus efectos negativos.

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