y poder PREVER SU EVOLUCION
En busca de un patrón para valorar si un hígado es apto para el trasplante
Un equipo multidisplinar de cirujanos e investigadores del Instituto de Investigación Sanitario del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia, está desarrollando un modelo predictivo capaz de evaluar la calidad funcional del injerto hepático antes de su implante.
Enrique Mezquita | 22/08/2012 11:29
El trasplante de órganos es un tema de especial trascendencia en el ámbito biomédico actual y, en este escenario, el máximo aprovechamiento de los recursos disponibles adquiere especial importancia. En la actualidad, se descarta uno de cada cuatro órganos disponibles y, por ello, cualquier herramienta que permita mejorar u optimizar una evaluación exhaustiva de los descartes potenciales posibilitaría su mejor aprovechamiento y aumentaría el pool de injertos disponibles.
En este escenario, un equipo multidisplinar de cirujanos e investigadores del Instituto de Investigación Sanitario del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia (IIS-La Fe), está desarrollando un modelo predictivo capaz de evaluar la calidad funcional del injerto hepático antes de su implante. La investigación, que emplea tecnología puntera y abarca una notable cifra de muestras (300 recogidas desde 2007), pretende hallar aquellos patrones metabonómicos que reflejen el estado funcional del injerto. Además, la traslación de los biomarcadores encontrados en las biopsias hepáticas a sangre del paciente trasplantado podría servir para monitorizar la evolución funcional postrasplante del injerto, permitiendo quizás un diagnóstico precoz del fallo primario. Los investigadores calculan que en dos años se podría disponer de biomarcadores factibles de ser incluidos en la rutina clínica a las puertas de quirófano.
Un avance
Este estudio supone un notable avance sobre la realidad existente, donde es el cirujano quien valora si el injerto hepático es o no apto para el trasplante y, en caso de duda, solicita un estudio anatomopatológico del tejido que apoye su decisión. Por lo tanto, el disponer de un modelo que aporte información objetiva sobre la funcionalidad del órgano, a través de la determinación de su perfil metabonómico, sería de gran ayuda a la hora de tomar esta decisión médica.
Además, la mortalidad postrasplante durante el primer año oscila entre 10 y 15 por ciento y gran parte es atribuible a causas relacionadas con la función inicial del injerto (disfunción severa y fallo primario), con lo que el modelo metabonómico propuesto permitiría a priori anticiparse a estas complicaciones postrasplante.
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