Una investigación precisa el centro de 'credulidad' del cerebro
Los cambios en esa región podrían explicar por qué los adultos mayores y los niños dudan menos
Dirección de esta página: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_128621.html (*estas noticias no estarán disponibles después del 11/22/2012) Traducido del inglés: viernes, 24 de agosto, 2012 VIERNES, 24 de agosto (HealthDay News) -- Ante un correo electrónico de un desconocido, o de otro continente que ruega por dinero o de un estafador financiero que vende acciones valiosas a un precio irrisorio, tanto los más jóvenes como los más viejos tienden a ser engañados más fácilmente que las personas de mediana edad.
Ahora, los investigadores han determinado el área del cerebro responsable de esa credulidad, y han planteado una teoría sobre por qué hace que los niños, los adolescentes y los mayores sean menos propensos a la duda.
El área ventromedial de la corteza prefrontal del cerebro, un lóbulo que se encuentra en la cabeza justo encima de los ojos y que tiene el tamaño de una pelota de softbol, parece ser responsable de permitir que uno pause tras escuchar y leer algo y piense en si es verdad, según un estudio que aparece en una edición reciente de la revista Frontiers in Neuroscience.
"Cuando la mayoría de adultos escuchan o leen algo, primero lo creen, y comienzan a procesarlo", explicó el autor del estudio Erik Asp, investigador del departamento de psicología de la Universidad de Chicago, quien llevó a cabo el estudio mientras estaba en la Universidad de Iowa. "Y entonces comienzan a cuestionar. Pero inicialmente, todos somos susceptibles a creer algo".
En los niños, la corteza prefrontal aún está en desarrollo, y no alcanza la madurez total hasta finales de la adolescencia, o incluso principios de la veintena. A medida que se envejece, el área del cerebro responsable de la duda puede comenzar a deteriorarse, reduciendo gradualmente la propensión a cuestionar. Esta área es la última cosa que se desarrolla en el cerebro, y podría ser la primera en comenzar a mostrar cierto declive, explicó Asp.
"El declive en la función es normal. Puede suceder a los 60, los 70 o los 90", apuntó Asp. "Pero hallamos que las personas con daño en la corteza prefrontal tienden a ser menos propensas a cuestionar, más propensas a creer en teorías de la conspiración y a tener, en general, un pensamiento menos sutil".
Asp dijo que es importante saber que las señales de credulidad en los adolescentes y las personas mayores se basan en la biología, y que no son resultado de un pensamiento descuidado. "No es culpa de la persona. Saber que se trata de un proceso natural podría ayudar a las personas a anticipar el problema y a afrontarlo con efectividad", anotó.
En el estudio, investigadores de la Universidad de Iowa seleccionaron a 39 participantes de su Registro de Pacientes Neurológicos y a 10 personas sanas, con fines de comparación. Mostraron ocho anuncios del consumidor a 18 personas con daño cerebral focal en la corteza prefrontal ventromedial, a 21 personas con daño cerebral focal fuera de esa área, y también a los individuos sanos.
Los que tenían daño en el área específica de la corteza prefrontal eran mucho más vulnerables a ser engañados. También eran el doble de propensos a creer anuncios engañosos, y se mostraban más inclinados a comprar los productos anunciados, en comparación con los que tenían daño fuera de esa área del cerebro o las personas sanas. Esto sucedió incluso cuando había renuncias de responsabilidad visibles que señalaban que los anuncios eran engañosos.
El tamaño de las áreas dañadas de la corteza prefrontal no pareció afectar la tendencia a la duda de un individuo.
Asp explicó que a nivel celular, unas células llamadas oligodendrocitos son responsables de rodear unas partes de las células nerviosas llamadas axones con mielina. La mielina aísla las fibras nerviosas, de forma similar a como los cables eléctricos aíslan la electricidad. Permite la transmisión rápida de impulsos de un nervio a otro. El daño a la mielina puede provocar algunas enfermedades neurológicas.
En la corteza prefrontal, un oligodendrocito por lo general soporta a varios axones. Pero en otras partes del cerebro, como la corteza posterior, el oligodendrocito promedio solo es responsable de mantener la mielina de unas cuantas células.
Los investigadores teorizan que el alcance y responsabilidad mayores de esas células en el área prefrontal del cerebro tienen algo que ver con el motivo de que haya una reducción en la capacidad de duda a medida que la gente envejece. Comprender esas diferencias celulares podría potencialmente llevar a un objetivo terapéutico, apuntó Asp.
"Esta investigación adelanta la ciencia en la comprensión de los mecanismos mediante los cuales las personas interpretan la información falsa", señaló el Dr. Paul Sandberg, profesor distinguido del Colegio de Medicina de la Universidad del Sur de Florida, en Tampa. "Podría hacer que las personas comprendan mejor la credulidad".
Jordan Graffman, director del programa de investigación en lesiones cerebrales del Instituto de Rehabilitación de Chicago, dijo que la moraleja es que los familiares, amigos y cuidadores de los adultos mayores deben estar disponibles para respaldar la toma de decisiones. "Es más probable que se engañe a alguien que esté aislado", advirtió.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Erik Asp, Ph.D, researcher, department of psychology, University of Chicago; Paul Sanberg, M.D., Ph.D., distinguished professor, College of Medicine, University of South Florida, Tampa; Jordan Graffman, Ph.D., director, brain injury research program, Rehabilitation Institute of Chicago; July 2012 Frontiers in NeuroscienceAhora, los investigadores han determinado el área del cerebro responsable de esa credulidad, y han planteado una teoría sobre por qué hace que los niños, los adolescentes y los mayores sean menos propensos a la duda.
El área ventromedial de la corteza prefrontal del cerebro, un lóbulo que se encuentra en la cabeza justo encima de los ojos y que tiene el tamaño de una pelota de softbol, parece ser responsable de permitir que uno pause tras escuchar y leer algo y piense en si es verdad, según un estudio que aparece en una edición reciente de la revista Frontiers in Neuroscience.
"Cuando la mayoría de adultos escuchan o leen algo, primero lo creen, y comienzan a procesarlo", explicó el autor del estudio Erik Asp, investigador del departamento de psicología de la Universidad de Chicago, quien llevó a cabo el estudio mientras estaba en la Universidad de Iowa. "Y entonces comienzan a cuestionar. Pero inicialmente, todos somos susceptibles a creer algo".
En los niños, la corteza prefrontal aún está en desarrollo, y no alcanza la madurez total hasta finales de la adolescencia, o incluso principios de la veintena. A medida que se envejece, el área del cerebro responsable de la duda puede comenzar a deteriorarse, reduciendo gradualmente la propensión a cuestionar. Esta área es la última cosa que se desarrolla en el cerebro, y podría ser la primera en comenzar a mostrar cierto declive, explicó Asp.
"El declive en la función es normal. Puede suceder a los 60, los 70 o los 90", apuntó Asp. "Pero hallamos que las personas con daño en la corteza prefrontal tienden a ser menos propensas a cuestionar, más propensas a creer en teorías de la conspiración y a tener, en general, un pensamiento menos sutil".
Asp dijo que es importante saber que las señales de credulidad en los adolescentes y las personas mayores se basan en la biología, y que no son resultado de un pensamiento descuidado. "No es culpa de la persona. Saber que se trata de un proceso natural podría ayudar a las personas a anticipar el problema y a afrontarlo con efectividad", anotó.
En el estudio, investigadores de la Universidad de Iowa seleccionaron a 39 participantes de su Registro de Pacientes Neurológicos y a 10 personas sanas, con fines de comparación. Mostraron ocho anuncios del consumidor a 18 personas con daño cerebral focal en la corteza prefrontal ventromedial, a 21 personas con daño cerebral focal fuera de esa área, y también a los individuos sanos.
Los que tenían daño en el área específica de la corteza prefrontal eran mucho más vulnerables a ser engañados. También eran el doble de propensos a creer anuncios engañosos, y se mostraban más inclinados a comprar los productos anunciados, en comparación con los que tenían daño fuera de esa área del cerebro o las personas sanas. Esto sucedió incluso cuando había renuncias de responsabilidad visibles que señalaban que los anuncios eran engañosos.
El tamaño de las áreas dañadas de la corteza prefrontal no pareció afectar la tendencia a la duda de un individuo.
Asp explicó que a nivel celular, unas células llamadas oligodendrocitos son responsables de rodear unas partes de las células nerviosas llamadas axones con mielina. La mielina aísla las fibras nerviosas, de forma similar a como los cables eléctricos aíslan la electricidad. Permite la transmisión rápida de impulsos de un nervio a otro. El daño a la mielina puede provocar algunas enfermedades neurológicas.
En la corteza prefrontal, un oligodendrocito por lo general soporta a varios axones. Pero en otras partes del cerebro, como la corteza posterior, el oligodendrocito promedio solo es responsable de mantener la mielina de unas cuantas células.
Los investigadores teorizan que el alcance y responsabilidad mayores de esas células en el área prefrontal del cerebro tienen algo que ver con el motivo de que haya una reducción en la capacidad de duda a medida que la gente envejece. Comprender esas diferencias celulares podría potencialmente llevar a un objetivo terapéutico, apuntó Asp.
"Esta investigación adelanta la ciencia en la comprensión de los mecanismos mediante los cuales las personas interpretan la información falsa", señaló el Dr. Paul Sandberg, profesor distinguido del Colegio de Medicina de la Universidad del Sur de Florida, en Tampa. "Podría hacer que las personas comprendan mejor la credulidad".
Jordan Graffman, director del programa de investigación en lesiones cerebrales del Instituto de Rehabilitación de Chicago, dijo que la moraleja es que los familiares, amigos y cuidadores de los adultos mayores deben estar disponibles para respaldar la toma de decisiones. "Es más probable que se engañe a alguien que esté aislado", advirtió.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
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