ANÁLISIS | Muestras de 47 casos
El coronavirus saudí no es el SARS, aunque se parece
Médico protegido con un traje especial en un hospital de Hong Kong. | El Mundo
- El virus de Oriente medio ha causado 45 víctimas mortales
- La mayoría de los pacientes tenía agún tipo de patología previa
Los primeros titulares que alertaban de un nuevo tipo de virus en Arabia saudí y sus países vecinos en septiembre de 2012, no tardaron en bautizarlo como 'un nuevo SARS', en referencia al coronavirus que hace una década causó casi 1.000 muertes en China. Sin embargo, un análisis detallado publicado esta semana en la revista 'The Lancet Infectious Diseases', subraya las diferencias entre ambos patógenos.
Es cierto que el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS-CoV), como se conoce oficialmente al virus saudí (que ha afectado ya a unas 90 personas, causando 45 muertes), comparte algunas características con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Ambos son de origen desconocido, sigue sin conocerse a partir de qué organismo dieron su salto al humano, una especie en la que nunca antes se habían visto infecciones de este tipo.
Sin embargo, a partir de ahí, el estudio que dirige el ministro adjunto de Salud Pública de Arabia Saudí, el profesor Ziad Memish, va enumerando las características que los diferencian a partir del análisis detallado de 47 casos registrados en los hospitales saudíes (46 de ellos adultos y un menor).
A diferencia del SARS, el MERS-CoV no afecta a gente joven y sana, sino que en su mayoría (96%) se trata de pacientes con algún tipo de patología previa. Concretamente, el 68% de la muestra padecía diabetes, tensión arterial alta (34%), problemas crónicos de corazón (28%) o enfermedad renal (49%). Este último punto no se considera significativo porque uno de los brotes de la infección se registró en el área de Nefrología de un hospital, lo que podría estar detrás de este elevado porcentaje de pacientes con problemas de riñón anteriores.
Esta 'preferencia' por individuos débiles podría indicar, como sugiere en un comentario en la misma revista Christian Drosten (de la universidad alemana de Bonn), que estamos ante un virus "no plenamente adaptado para infectar a humanos".
En cambio, el nuevo coronavirus parece mostrar una evolución mucho más rápida hacia un fallo respiratorio una vez que los pacientes presentan los primeros síntomas: fiebre, temblores, tos, dificultad respiratoria... Además, uno de cada cuatro tenía malestar gastrointestinal (incluyendo diarrea y vómitos).
Los autores coinciden con el doctor Drosten en que probablemente estos casos graves que llegan a los hospitales (con una mortalidad del 50%, muy superior al 11% del SARS) sean probablemente la punta del iceberg. Es más que probable, admiten unos y otro, que exista un buen número de pacientes con pocos o ningún síntoma, que también están infectados por el coronavirus, aunque son capaces de controlarla por sí solos.
"Para conocer la verdadera relevancia epidemiológica del MERS se hace urgente disponer de algún tipo de test diagnóstico", subraya Drosten; además, hasta ahora se ha puesto en evidencia las dificultades para aislar muestras de este virus en los pacientes afectados, sobre todo en la fase tardía de la enfermedad.
Es cierto que el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS-CoV), como se conoce oficialmente al virus saudí (que ha afectado ya a unas 90 personas, causando 45 muertes), comparte algunas características con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Ambos son de origen desconocido, sigue sin conocerse a partir de qué organismo dieron su salto al humano, una especie en la que nunca antes se habían visto infecciones de este tipo.
Sin embargo, a partir de ahí, el estudio que dirige el ministro adjunto de Salud Pública de Arabia Saudí, el profesor Ziad Memish, va enumerando las características que los diferencian a partir del análisis detallado de 47 casos registrados en los hospitales saudíes (46 de ellos adultos y un menor).
A diferencia del SARS, el MERS-CoV no afecta a gente joven y sana, sino que en su mayoría (96%) se trata de pacientes con algún tipo de patología previa. Concretamente, el 68% de la muestra padecía diabetes, tensión arterial alta (34%), problemas crónicos de corazón (28%) o enfermedad renal (49%). Este último punto no se considera significativo porque uno de los brotes de la infección se registró en el área de Nefrología de un hospital, lo que podría estar detrás de este elevado porcentaje de pacientes con problemas de riñón anteriores.
Esta 'preferencia' por individuos débiles podría indicar, como sugiere en un comentario en la misma revista Christian Drosten (de la universidad alemana de Bonn), que estamos ante un virus "no plenamente adaptado para infectar a humanos".
En cambio, el nuevo coronavirus parece mostrar una evolución mucho más rápida hacia un fallo respiratorio una vez que los pacientes presentan los primeros síntomas: fiebre, temblores, tos, dificultad respiratoria... Además, uno de cada cuatro tenía malestar gastrointestinal (incluyendo diarrea y vómitos).
Los autores coinciden con el doctor Drosten en que probablemente estos casos graves que llegan a los hospitales (con una mortalidad del 50%, muy superior al 11% del SARS) sean probablemente la punta del iceberg. Es más que probable, admiten unos y otro, que exista un buen número de pacientes con pocos o ningún síntoma, que también están infectados por el coronavirus, aunque son capaces de controlarla por sí solos.
"Para conocer la verdadera relevancia epidemiológica del MERS se hace urgente disponer de algún tipo de test diagnóstico", subraya Drosten; además, hasta ahora se ha puesto en evidencia las dificultades para aislar muestras de este virus en los pacientes afectados, sobre todo en la fase tardía de la enfermedad.
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