CÁNCER | Partículas en suspensión
La contaminación, otro enemigo del pulmón
El tráfico de los coches es una de las principales fuentes.| EM
- Incluso bajo los niveles autorizados por la UE, aumenta el riesgo de cáncer
No hay un umbral seguro. Los estudios sobre los efectos de contaminación ambiental cada vez son más numerosos y evidencian los riesgos que supone la emisión de contaminantes en la atmósfera. La revista 'The Lancet' publica esta semana dos investigaciones que muestran cómo, incluso los niveles permitos por la UE, incrementan el riesgo de cáncer de pulmón y de morir por un problema cardiaco.
La contaminación ambiental no se encuentra todavía en los libros de texto de Medicina como una causa de cáncer de pulmón. Sin embargo, a raíz de los datos que presenta uno de los estudios publicado por 'The Lancet Oncology' este vínculo debería consolidarse como otro más entre las amenazas que, como el tabaco, 'golpean' la salud pulmonar.
Las partículas en suspensión de determinados tamaños (PM2.5 y PM10), los óxidos de nitrógeno y el ozono troposférico, un contaminante derivado de otros, están reguladas por la Unión Europea que, en los años 70, fijó unos límites máximos permisibles. No obstante, y debido a la muerte de más de dos millones de personas cada año en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reducido esos niveles de seguridad.
Ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla superan los niveles legales, principalmente "aquéllas con mayor carga de tráfico y presencia de industrias, refinerías, centrales térmicas -sobre todo las de carbón-", argumenta Francisco Segura, coordinador de Ecologistas en Acción.
Según el análisis publicado por 'The Lancet Oncology', estas partículas son peligrosas cuando los niveles son altos, pero incluso cuando están por debajo de los valores límite de la Unión Europea, si la exposición es prolongada, conlleva un significativo aumento del riesgo de cáncer de pulmón, concretamente del subtipo adenocarcinoma.
Las partículas en suspensión (procedentes del tráfico, la industria y las calefacciones domésticas) pueden penetrar profundamente en los pulmones, pasar a la sangre y dañar muchos sistemas orgánicos. "Cuanto más pequeñas (PM2.5), más perjudiciales", señala el coordinador de Ecologistas en Acción.
Ole Raaschou-Nielsen ha coordinado en la Universidad de Utrecht (Países Bajos) un equipo de investigadores internacional que ha analizado 17 estudios de nueve países europeos, con casi 313.000 personas. Ese análisis reveló que 2.095 ciudadanos habían desarrollado cáncer de pulmón.
Mediante un modelo estadístico que excluía los casos debidos a otros factores de riesgo como el tabaquismo, la dieta y el tipo de trabajo, "el análisis encontró que por cada aumento de cinco microgramos por metro cúbico de contaminación de PM2.5, el riesgo de cáncer de pulmón incrementaba un 18% y por cada ascenso de 10 microgramos por metro cúbico en la contaminación por PM10, las probabilidades subían en un 22%".
Por el contrario, "no se encontró ninguna asociación entre óxidos de nitrógeno y este tipo de cáncer", subraya Nieuwenhuijsen.
La normativa europea establece el límite de las PM10 en 40 microgramos por metro cúbico anual y de las PM2.5 en 25. Sin embargo, la OMS recomienda que el valor máximo de las partículas más pequeñas no sea superior a 10. Como resalta el investigador, "la Unión Europea permite más del doble de lo que recomienda la OMS". Dado que "el riesgo persiste en concentraciones por debajo de los límites establecidos y que no hemos encontrado un umbral por debajo del cual no haya riesgo", quizás sería aconsejable, en primer lugar, revisar la normativa, y, sin duda, que los países cumplan con las leyes.
En cuanto a la salud cardiovascular, el otro estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Edimburgo (Escocia), evidencia que una reducción de 3,9 microgramos por metro cúbico en los niveles de los grandes contaminantes, como los mencionados anteriormente, podría prevenir unos 8.000 ingresos por insuficiencia cardiaca y ahorrar en torno a 300 millones de dólares (unos 234 millones de euros) cada año tan solo en Estados Unidos.
"La insuficiencia cardiaca es una frecuente, costosa, y mortal enfermedad que afecta a más de 20 millones de personas en todo el mundo y es una de las más frecuentes razones de ingreso hospitalario. Mientras el papel de la contaminación ambiental es bien conocido como un factor de riesgo de infartos de miocardio, estaba menos claro si esa exposición aumentaba el riesgo de efectos adversos en pacientes con otros problemas cardiovasculares como la insuficiencia cardiaca. Teniendo en cuenta que toda la población está expuesta al ambiente, incluso una modesta reducción de la contaminación podría tener grandes beneficios cardiovasculares y un sustancial ahorro sanitario", concluye Nicholas Mills, principal autor de este trabajo.
La contaminación ambiental no se encuentra todavía en los libros de texto de Medicina como una causa de cáncer de pulmón. Sin embargo, a raíz de los datos que presenta uno de los estudios publicado por 'The Lancet Oncology' este vínculo debería consolidarse como otro más entre las amenazas que, como el tabaco, 'golpean' la salud pulmonar.
Las partículas en suspensión de determinados tamaños (PM2.5 y PM10), los óxidos de nitrógeno y el ozono troposférico, un contaminante derivado de otros, están reguladas por la Unión Europea que, en los años 70, fijó unos límites máximos permisibles. No obstante, y debido a la muerte de más de dos millones de personas cada año en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reducido esos niveles de seguridad.
Ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla superan los niveles legales, principalmente "aquéllas con mayor carga de tráfico y presencia de industrias, refinerías, centrales térmicas -sobre todo las de carbón-", argumenta Francisco Segura, coordinador de Ecologistas en Acción.
Según el análisis publicado por 'The Lancet Oncology', estas partículas son peligrosas cuando los niveles son altos, pero incluso cuando están por debajo de los valores límite de la Unión Europea, si la exposición es prolongada, conlleva un significativo aumento del riesgo de cáncer de pulmón, concretamente del subtipo adenocarcinoma.
Las partículas en suspensión (procedentes del tráfico, la industria y las calefacciones domésticas) pueden penetrar profundamente en los pulmones, pasar a la sangre y dañar muchos sistemas orgánicos. "Cuanto más pequeñas (PM2.5), más perjudiciales", señala el coordinador de Ecologistas en Acción.
Ole Raaschou-Nielsen ha coordinado en la Universidad de Utrecht (Países Bajos) un equipo de investigadores internacional que ha analizado 17 estudios de nueve países europeos, con casi 313.000 personas. Ese análisis reveló que 2.095 ciudadanos habían desarrollado cáncer de pulmón.
Mediante un modelo estadístico que excluía los casos debidos a otros factores de riesgo como el tabaquismo, la dieta y el tipo de trabajo, "el análisis encontró que por cada aumento de cinco microgramos por metro cúbico de contaminación de PM2.5, el riesgo de cáncer de pulmón incrementaba un 18% y por cada ascenso de 10 microgramos por metro cúbico en la contaminación por PM10, las probabilidades subían en un 22%".
Por el contrario, "no se encontró ninguna asociación entre óxidos de nitrógeno y este tipo de cáncer", subraya Nieuwenhuijsen.
La normativa europea establece el límite de las PM10 en 40 microgramos por metro cúbico anual y de las PM2.5 en 25. Sin embargo, la OMS recomienda que el valor máximo de las partículas más pequeñas no sea superior a 10. Como resalta el investigador, "la Unión Europea permite más del doble de lo que recomienda la OMS". Dado que "el riesgo persiste en concentraciones por debajo de los límites establecidos y que no hemos encontrado un umbral por debajo del cual no haya riesgo", quizás sería aconsejable, en primer lugar, revisar la normativa, y, sin duda, que los países cumplan con las leyes.
En cuanto a la salud cardiovascular, el otro estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Edimburgo (Escocia), evidencia que una reducción de 3,9 microgramos por metro cúbico en los niveles de los grandes contaminantes, como los mencionados anteriormente, podría prevenir unos 8.000 ingresos por insuficiencia cardiaca y ahorrar en torno a 300 millones de dólares (unos 234 millones de euros) cada año tan solo en Estados Unidos.
"La insuficiencia cardiaca es una frecuente, costosa, y mortal enfermedad que afecta a más de 20 millones de personas en todo el mundo y es una de las más frecuentes razones de ingreso hospitalario. Mientras el papel de la contaminación ambiental es bien conocido como un factor de riesgo de infartos de miocardio, estaba menos claro si esa exposición aumentaba el riesgo de efectos adversos en pacientes con otros problemas cardiovasculares como la insuficiencia cardiaca. Teniendo en cuenta que toda la población está expuesta al ambiente, incluso una modesta reducción de la contaminación podría tener grandes beneficios cardiovasculares y un sustancial ahorro sanitario", concluye Nicholas Mills, principal autor de este trabajo.
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