Las células tumorales pierden temporalmente la mutación para evadir los tratamientos
12/12/2013 - E.P.
Este mecanismo de 'ocultación y búsqueda' puede traducirse en mejores resultados para el enfoque actual del tratamiento farmacológico
Un equipo de científicos, liderados por Paul S. Mischel, del Instituto Ludwig para la Investigación del Cáncer y profesor en el Departamento de Patología de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, Estados Unidos, ha descubierto que las células de cáncer del cerebro resisten la terapia rebajando la mutación génica a la que se dirigen los fármacos para luego volver a amplificar esa alteración promotora del crecimiento después de que la terapia se ha detenido.
Según Mischel, que publica su trabajo en la revista Science, este descubrimiento tiene importantes implicaciones clínicas, ya que si las células cancerosas pueden evadir la terapia por un mecanismo de 'ocultación y búsqueda', entonces es probable que se traduzca en mejores resultados para los pacientes con el enfoque actual de los tratamientos farmacológicos.
En los últimos años, las nuevas terapias contra el cáncer han surgido para dirigirse a las mutaciones genéticas delatoras de células cancerosas específicas para su destrucción. Por desgracia, también han aparecido una serie de "mecanismos de resistencia", entre ellas, una supresión incompleta de la diana terapéutica, mutaciones en un segundo sitio y la activación de las quinasas alternativas o enzimas que mantienen las señales promotoras del crecimiento del cáncer en sí.
"La mayoría de la investigación se dirige a desarrollar mejores medicamentos o mejores combinaciones de fármacos para suprimir estas señales descendentes", dice Mischel . "Sin embargo, una cosa que no ha sido considerada cuidadosamente es si las células cancerosas son capaces de modular los niveles y, por lo tanto, su dependencia del blanco del fármaco, evadir la terapia y luego volver a adquirir el oncogén para promover el crecimiento del tumor cuando el tratamiento se retira", añade.
Mischel y su equipo, entre ellos Webster K. Cavenee y Frank B. Furnari, del Instituto Ludwig y la Universidad de California analizaron el comportamiento del glioblastoma multiforme (GBM), el cáncer cerebral primario maligno más frecuente en adultos, del que se diagnostican más de 9.000 nuevos casos cada año en Estados Unidos y cuyos tratamientos efectivos son limitados. Los tumores son agresivos y resistentes a las terapias actuales, tales como la cirugía, la radiación y la quimioterapia, y la tasa de supervivencia media para los pacientes con diagnóstico reciente de GBM es sólo de 14 meses.
GBM se caracteriza por una variante mutada del receptor del factor de crecimiento epidérmico conocido como EGFRvIII, que se encuentra en el ADN extracromosómico en las células cancerosas y promueve el crecimiento del tumor. Algunos de los nuevos fármacos matan las células cancerosas mediante la supresión o inhibición de EGFRvIII, pero pierden eficacia cuando se desarrolla resistencia a los medicamentos.
Los investigadores encontraron que esta resistencia puede deberse a que las células del cáncer se deshacen temporalmente de su EGFRvIII extracromosómico, que esencialmente las hace invisibles a los medicamentos en busca de la mutación particular y, cuando se detiene el tratamiento farmacológico, EGFRvIII reaparece en los niveles anteriores y se recupera el crecimiento tumoral acelerado. "Es la primera demostración de que la pérdida reversible de un oncogén en el ADN extracromosómico puede llevar a resistencia a los medicamentos dirigidos contra el cáncer", apunta Mischel
Según Mischel, que publica su trabajo en la revista Science, este descubrimiento tiene importantes implicaciones clínicas, ya que si las células cancerosas pueden evadir la terapia por un mecanismo de 'ocultación y búsqueda', entonces es probable que se traduzca en mejores resultados para los pacientes con el enfoque actual de los tratamientos farmacológicos.
En los últimos años, las nuevas terapias contra el cáncer han surgido para dirigirse a las mutaciones genéticas delatoras de células cancerosas específicas para su destrucción. Por desgracia, también han aparecido una serie de "mecanismos de resistencia", entre ellas, una supresión incompleta de la diana terapéutica, mutaciones en un segundo sitio y la activación de las quinasas alternativas o enzimas que mantienen las señales promotoras del crecimiento del cáncer en sí.
"La mayoría de la investigación se dirige a desarrollar mejores medicamentos o mejores combinaciones de fármacos para suprimir estas señales descendentes", dice Mischel . "Sin embargo, una cosa que no ha sido considerada cuidadosamente es si las células cancerosas son capaces de modular los niveles y, por lo tanto, su dependencia del blanco del fármaco, evadir la terapia y luego volver a adquirir el oncogén para promover el crecimiento del tumor cuando el tratamiento se retira", añade.
Mischel y su equipo, entre ellos Webster K. Cavenee y Frank B. Furnari, del Instituto Ludwig y la Universidad de California analizaron el comportamiento del glioblastoma multiforme (GBM), el cáncer cerebral primario maligno más frecuente en adultos, del que se diagnostican más de 9.000 nuevos casos cada año en Estados Unidos y cuyos tratamientos efectivos son limitados. Los tumores son agresivos y resistentes a las terapias actuales, tales como la cirugía, la radiación y la quimioterapia, y la tasa de supervivencia media para los pacientes con diagnóstico reciente de GBM es sólo de 14 meses.
GBM se caracteriza por una variante mutada del receptor del factor de crecimiento epidérmico conocido como EGFRvIII, que se encuentra en el ADN extracromosómico en las células cancerosas y promueve el crecimiento del tumor. Algunos de los nuevos fármacos matan las células cancerosas mediante la supresión o inhibición de EGFRvIII, pero pierden eficacia cuando se desarrolla resistencia a los medicamentos.
Los investigadores encontraron que esta resistencia puede deberse a que las células del cáncer se deshacen temporalmente de su EGFRvIII extracromosómico, que esencialmente las hace invisibles a los medicamentos en busca de la mutación particular y, cuando se detiene el tratamiento farmacológico, EGFRvIII reaparece en los niveles anteriores y se recupera el crecimiento tumoral acelerado. "Es la primera demostración de que la pérdida reversible de un oncogén en el ADN extracromosómico puede llevar a resistencia a los medicamentos dirigidos contra el cáncer", apunta Mischel
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