miércoles, 18 de enero de 2017

Un guiño al niño enfermo y curado de cáncer - DiarioMedico.com

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EL 80% DE NIÑOS CON CÁNCER SE CURAN

Un guiño al niño enfermo y curado de cáncer

Ana María Álvarez ha publicado su libro Dame la mano. Ayudando a los niños con cáncer y a sus familias (editorial Anantes). Uno de sus principales propósitos es transmitir esperanza y apoyar a las familias.
Carmen Cáceres Calle   |  18/01/2017 10:17
 
 

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Ana Mª Álvarez Silvan
Ana Mª Álvarez Silvan ()
  • Ana Mª Álvarez Silvan
  • Portada "Dame la mano"
El libro Dame la mano. Ayudando a los niños con cáncer y a sus familias trata del niño enfermo y ofrece unas pinceladas sobre la hermosura de un niño sano. Para su autora, Ana María Álvarez Silván, "dar la mano es reconfortar, proporcionar cariño, seguridad, protección y confianza; es darle un pequeño y esperanzador momento de felicidad a través de una caricia, un diálogo o compartiendo su silencio con una sonrisa".
En sus 24 capítulos se aconseja, entre otras cuestiones, que los niños estén acompañados por sus padres en la UCI y que todos los niños terminales tengan acceso a los cuidados paliativos pediátricos; analiza asimismo los últimos momentos en la vida de estos pequeños. "Trato de desmitificar la palabra cáncer, dando a conocer la existencia y los testimonios de multitud de jóvenes curados, abriendo así una gran puerta a la esperanza, ya que el 80 por ciento de los niños con cáncer infantil se curan".
Dame la mano tiene dos objetivos. Por un lado, que se tome conciencia de las complejas y difíciles circunstancias por las que atraviesan los niños con cáncer y sus familias, para que a las personas que los cuidan y estén cerca de ellos les resulte más fácil ofrecerles compañía, afecto, cariño y ternura. Por otro lado, que se tome conciencia de que los jóvenes curados de cáncer infantil son un tesoro para la sociedad. A ellos, precisamente, la autora les dedica los cuatro últimos capítulos, en los que hay testimonios enternecedores de su comportamiento tras superar la enfermedad.
Si Álvarez Silván tuviera que elegir un capítulo sería el último, que narra uno de los encuentros de los jóvenes valientes curados. Destaca también la importancia que juega el cuidado la familia. "El comportamiento de las madres, padres y abuelos es admirable. Las madres son realmente heroicas. Todos ellos nos hacen ver que la familia es el eje fundamental donde pequeños y mayores nos apoyamos en los momentos difíciles, donde podemos refugiarnos cuando tenemos problemas y donde siempre nos quieren con independencia de estar sanos o enfermos, e incluso de nuestro comportamiento", ha subrayado. De ahí que tanto la sociedad como la Administración se preocupen de proteger y cuidar a las familias.
En este sentido, los amigos juegan también un papel crucial ante una enfermedad, puesto que las penas compartidas saben a menos y las alegrías compartidas a más.
Como oncóloga pediátrica defiende que para luchar contra el cáncer infantil hay que hacer un diagnóstico lo más precoz posible. "Es necesario que los médicos, ante un niño con sospecha de cáncer, no lo retengan por temor a equivocarse y lo envíen rápidamente a un centro especializado, ya que un diagnóstico precoz incide directamente en la supervivencia".
En su opinión, para mejorar las condiciones de vida de los jóvenes curados, "tenemos que lograr que todos los niños tengan acceso a los cuidados paliativos las 24 horas del día los 365 días del año". Además, los adolescentes no deben estar ubicados en la zona de los adultos ni en la de niños, sino que es necesario crear espacios físicos adecuados para ellos. Igualmente, estos jóvenes curados deben tener un seguimiento médico y psicosocial a medio plazo. También convendría que pudieran tener información concreta sobre bolsas de trabajo, becas u otras ayudas especiales a las que acceder. Esta profesional sigue "dando la mano" a esos jóvenes curados gracias a un grupo de Whatsapp y dos de Facebook: "jóvenes valientes curados" y el grupo internacional "tras derrotar el cáncer infantil", con objeto de dar esperanza a niños y adolescentes que actualmente tienen la enfermedad, y a sus padres. "Es maravilloso comprobar cómo se quieren y cómo se tratan de ayudar a pesar de la diferencia de edad -entre 23 y 48 años-, de la distinta situación económica y de las diversas profesiones. Disfruto muchísimo con ellos porque forman parte de mi vida".

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