AFECCIÓN MAYOR DE LA PENSADA
La disfagia orofaríngea, un síndrome geriátrico infravalorado
Se calcula que afecta como mínimo al 25% de los mayores de 70 años. La terapia actual es paliativa, pero se investigan vías farmacológicas.
María Sánchez-Monge. Madrid | maria.sanchez@diariomedico.com | 06/02/2017 00:00
La disfagia orofaríngea reúne todas las características de un síndrome geriátrico. Es un trastorno infravalorado e infradiagnosticado que generalmente surge a raíz de otra enfermedad y se pierde entre el resto de los múltiples síntomas que presenta el paciente.
Los centros de investigación biomédica en red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (Ciberehd) y Fragilidad y Envejecimiento Saludable (Ciberfes) han celebrado una jornada sobre disfagia orofaríngea en la que Pere Clavé, jefe de grupo del Ciberehd en el Consorcio Sanitario del Maresme, en Mataró (Barcelona), ha expuesto las altas cifras de prevalencia: "Afecta a la mitad de las personas que han sufrido un ictus; al 25 por ciento de los mayores de 70 años que viven en casa; a la mitad de los ancianos de más de 70 que ingresan en el hospital, y a dos tercios de quienes se encuentran en residencias geriátricas".
El problema puede tener diversos orígenes, que según explica Susana Jiménez Contreras, portavoz de la Fundación Española del Aparato Digestivo, "van de lo más simple a lo más complejo; desde la ausencia de múltiples piezas dentales y la escasa salivación hasta trastornos neurológicos y problemas musculares".
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza, en primer término, con una buena historia clínica apoyada en un cuestionario estandarizado. Una herramienta sumamente útil, tal y como refiere María Luisa Mozota, jefa de Otorrinolaringología del Hospital del Tajo, en Aranjuez (Madrid), es "el estudio de la deglución con videoendoscopia para observar cómo traga el paciente diferentes texturas y ver dónde se encuentra el problema".
El diagnóstico se realiza, en primer término, con una buena historia clínica apoyada en un cuestionario estandarizado. Una herramienta sumamente útil, tal y como refiere María Luisa Mozota, jefa de Otorrinolaringología del Hospital del Tajo, en Aranjuez (Madrid), es "el estudio de la deglución con videoendoscopia para observar cómo traga el paciente diferentes texturas y ver dónde se encuentra el problema".
Las complicaciones más graves son la malnutrición, la deshidratación y las infecciones respiratorias por las aspiraciones orofaríngeas, todas ellas con una elevada morbimortalidad. La neumonía por aspiración es tal vez la complicación más temida y representa hasta el 1,2 por ciento del total de neumonías adquiridas en la comunidad.
El tratamiento actual es paliativo y se centra en "evitar que el paciente aspire, aunque siga tragando lento", señala Clavé. Se basa en medidas de rehabilitación, una dieta adaptada y, en casos graves, se recurre a la alimentación enteral.
En ciertos casos, la estimulación eléctrica neuromuscular o la magnética transcraneal pueden mejorar la función de los nervios y músculos encargados de la deglución o el tiempo de elevación laríngea.
Además, se investiga el potencial de fármacos que estimulan los receptores orofaríngeos para acelerar la deglución, como los agonistas de TPRV1 (capsaicina, piperina).
Una dieta adaptada a cada situación
El equipo de Clavé ha desarrollado y validado el Método de Exploración Clínica Volumen-Viscosidad (MECV-V), que sirve para identificar los signos más frecuentes de la disfagia. Se administran al paciente diferentes volúmenes de alimento con tres viscosidades distintas: néctar, pudin y líquido. El especialista presta atención a la posible presencia de tos, cambios en el tono de la voz, residuos orales, deglución fraccionada, residuos faríngeos... Además, se monitoriza la saturación de oxígeno.
Este método proporciona una información muy completa que puede servir para proponer la dieta más adecuada al grado de afectación del paciente. Diferentes asociaciones internacionales de dietistas, rehabilitadores y logopedas han establecido cuatro niveles de progresión. El primero corresponde a la dieta triturada, que se basa en purés de consistencia suave y uniforme, de forma que no se requiere masticación. Está indicada en pacientes con dificultad para controlar, mantener y formar el bolo alimentario dentro de la boca.
El nivel 2 es la dieta manipulada mecánicamente, que también consiste en elaborar purés, pero en este caso puede requerirse una masticación muy suave. Está indicada cuando existen alteraciones en la fase faríngea, hipomotilidad de la lengua y debilidad en la fuerza de propulsión del bolo.
En el nivel 3 está la dieta suave o de fácil masticación, elaborada con alimentos blandos, húmedos y no triturados que requieren de una masticación suave. Está indicada como transición a la dieta normal en las disfagias leves. Por último, el nivel 4 corresponde a la dieta normal, con todas las texturas y consistencias.
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