viernes, 19 de agosto de 2011

Los personajes de los dibujos animados animan a los niños a exigir comida malsana: MedlinePlus

Los personajes de los dibujos animados animan a los niños a exigir comida malsana: MedlinePlus: Los personajes de los dibujos animados animan a los niños a exigir comida malsana
Un estudio halla que los anuncios de la televisión son un elemento clave cuando los niños lloriquean por bebidas y alimentos azucarados


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Traducido del inglés: jueves, 18 de agosto, 2011 HealthDay Logo
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MIÉRCOLES, 17 de agosto (HealthDay News) -- Si usted es padre, sin duda ha escuchado los dolorosos gritos de su hijo cuando pasan por los pasillos llenos de bebidas y alimentos azucarados de los supermercados.

Y tal vez se haya preguntado qué hace que incluso los niños en edad preescolar tengan tanto deseo de ese cereal con malvaviscos en forma de algún personaje. O de la nueva comida congelada en la caja de brillantes colores.

Una investigación reciente sugiere que los culpables son esos personajes de dibujos animados tan bonitos que se usan para vender comida en los anuncios de televisión.

"El propósito de este estudio era explorar el mecanismo subyacente a un problema interesante que tenemos en EE. UU. Dado que los niños de tres a cinco años no salen de compras, ¿cómo llegan a la casa los alimentos y bebidas de valor nutricional bajo? Se trata del 'factor de fastidio'. Así logran los niños de tres a cinco años que sus padres les compren comida que quizás no quisieran comprar de otra forma", explicó la coautora del estudio Dina Borzekowski, profesora asistente de la Facultad de salud pública Bloomberg de la Johns Hopkins en Baltimore.

Los resultados aparecen en la edición de agosto de la revista Journal of Children and Media.

Los niños fastidian a sus padres hasta que les compran comidas pobres en nutrición y ricas en calorías, y un motivo clave de que esto resulte preocupante es que cada vez más niños estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos. Y las comidas y bebidas altamente procesadas y ricas en azúcar que los niños desean son parte del motivo de que haya una epidemia de obesidad.

Para averiguar cómo los bebés tienen tanto éxito en llevar esos productos a casa, los investigadores entrevistaron a 64 madres de niños entre los tres y los cinco años de edad. La edad promedio de las madres era de 38 años, y 56 por ciento tenían una licenciatura. La mayoría (88 por ciento) de las mujeres estaban casadas, y 68 por ciento estaban empleadas. Para el 93 por ciento de las madres los ingresos familiares superaban los 60,000 dólares al año.

El hogar promedio del estudio tenía dos televisiones, y tres niños del estudio tenían una tele en su habitación. Según las madres, los niños pasaban unos 39 minutos al día frente a una pantalla electrónica, y la televisión daba cuenta de la mayor parte de ese tiempo.

Aunque el uso general de medios de comunicación no pareció influir sobre la cantidad de conducta fastidiosa, los investigadores hallaron que una familiaridad con ciertos anuncios de la televisión sí lo hacía. Las madres citaron tres factores (el empaquetado del producto, los personajes de dibujos animados y la exposición a anuncios) como los principales factores contribuyentes a la conducta fastidiosa.

Una madre (anónima) de una niña de tres años dijo a los investigadores que había notado la creciente influencia de los personajes de dibujos animados. "Definitivamente lo he notado en los últimos cuatro meses. Está más consciente de los personajes. No sabe qué es el producto, pero lo desea. Me choca que esté consciente de esto... los anuncios la motivan. Hace berrinches en toda regla", dijo.

Los padres dijeron que usaban una variedad de técnicas para manejar la conducta fastidiosa, algunas efectivas, otras sin ninguna eficacia. Las estrategias incluían darse por vencido (más del 70 por ciento de las madres admitieron haberlo hecho), los gritos, no hacerles caso, distraerlos, mostrar una coherencia calmada, la evitación, limitar la exposición a los anuncios, las reglas y la negociación, permitir artículos alternativos y dar explicaciones.

Borzekowski dijo que si uno es el tipo de persona que simplemente no puede decirle que no a su hijo, la estrategia más efectiva podría ser que otra persona cuide al niño mientras uno va de compras. "Si no lleva a su hijo al pasillo de los cereales, no tendrá la misma batalla", señaló.

Otra estrategia que parecía eficaz era fijar reglas y las negociaciones por adelantado, por ejemplo permitir a sus hijos solo un artículo pequeño que realmente deseen en cada compra.

"Intentar alejarlos de los mercadólogos al limitar la televisión comercial puede ayudar, pero hay mucha presión por ver lo que otros niños ven", apuntó Borzekowski.

"Uno de los principios fundamentales de la gestión de la conducta infantil es la coherencia", apuntó Rahil Briggs, directora del Programa Healthy Steps (pasos sanos) del Centro Médico Montefiore en la ciudad de Nueva York.

"Imagínese que usted y su hijo caminan por la calle, y todo lo que el niño desea está el otro lado de una valla de madera. Su hijo intentará mover todas las tablas, a ver si una cede. Si una de las tablas cede, usted acaba de asegurar que estará empujando la valla durante los próximos seis meses. Y algunos niños están muy motivados", advirtió.

Si luego de haber dicho que no de forma repetida se da por vencido en el supermercado, esto "refuerza una conducta muy desafortunada, y su hijo lo hará en todas partes, no solo en la tienda", explicó Briggs.

Recomienda "ofrecer una elección cuando en realidad no la hay. Si Juanito quiere el cereal de los personajes pero no se puede, ofrézcale una elección entre dos cereales más saludables. Eso le permite ejercitar su libre albedrío y elegir, pero dentro de los parámetros que usted ha fijado".

"Si puede permanecer firme, cumplir con lo dicho y mantenerse coherente, la conducta fastidiosa de su hijo se reducirá, en todos los niños excepto los más persistentes. Los niños son listos. Dejan de hacer las cosas que no funcionan, y adaptan su conducta", aseguró.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

FUENTES: Dina L.G. Borzekowski, Ed.D., associate professor, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, Baltimore, Md.; Rahil D. Briggs, Psy.D., director, Healthy Steps program, Montefiore Medical Center, and assistant professor of pediatrics, Albert Einstein College of Medicine, New York City; August 2011 Journal of Children and Media
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