La donación de plasma reduce el colesterol
Un estudio para evaluar la salud de los donantes arroja que esta mejora
Los autores no tienen una explicación para el fenómeno
Los datos han sorprendido a los propios autores del estudio: las personas que se someten a una plasmaféresis reducen sus niveles de colesterol total y, sobre todo, del LDL, el malo. Es el resultado de un estudio observacional realizado con 663 donantes de plasma por la empresa biotecnológica española Grifols en sus centros de captación de plasma de Estados Unidos.
“No sabemos por qué” sucede, admite la directora de estos centros, la puertorriqueña Marilyn Rosa-Bray, quien hoy presenta los resultados en el congreso de la Asociación de Terapias de Proteínas de Plasma (PPTA, por sus siglas en inglés). “Nosotros lo que queríamos era estudiar qué pasaba con la salud de los donantes”, dice. Así que aprovecharon los análisis a cada uno para ver cuál era la evolución de algunos parámetros. Y el resultado fue que “el colesterol total bajaba hasta 45 puntos en hombres y 35 en mujeres, y el malo alrededor de 35 puntos en ambos grupos”, afirma Rosa-Bray.
Además, la reducción era proporcional al exceso que tenían los voluntarios. “Si una persona tenía niveles normales, no bajaba”, señala la médica, que no puede ocultar la sorpresa. “Pero se han tomado 9.000 muestras en nueve de nuestros centros en distintos lugares de la geografía de Estados Unidos para asegurarnos de que hay una representación variada, y esto es lo que ha salido”, apunta.
La plasmaféresis es un proceso de donación de sangre distinto al que se conoce más en España. Lo que se hace es extraer la sangre —hasta 800 mililitros—, someterla a una centrifugación y la fracción celular (los glóbulos) se vuelven a inyectar al paciente. Por eso, la Agencia del Medicamento y la Alimentación de EE UU (FDA) permite que el proceso se haga incluso dos veces en semana, ya que el plasma, que es agua en un 92%, se recupera mucho antes que en el caso de la sangre completa.
El laboratorio es un líder mundial en derivados de plasma, como el factor VIII que usan los hemofílicos o la inmunoglobulina, que se extraen precisamente de ese plasma.
Rosa-Bray explica que esta especie de diálisis (aunque mucho más sencilla) ya se practica en algunos casos de hiperlipemia familiar, cuando los niveles de colesterol son extremadamente altos incluso en niños.
Lo que la médica no quiere es aventurar una explicación al fenómeno, que se detectó al comparar las sucesivas analíticas de los voluntarios. “Es todo teórico. No hay una explicación. Lo que hemos visto es que no importa el peso o la edad de las personas: el colesterol, si está alto, va a bajar. Y eso lo podemos decir”, afirma. “Nosotros hicimos el estudio para asegurar que donar era seguro”, indica.
De hecho este tipo de trabajos están en auge. A diferencia que en España, en EE UU hay muchas donaciones de órganos de vivo, y ver los efectos en la salud de quienes ceden un riñón es muy importante para fomentar esta práctica. Por eso son frecuentes los estudios sobre su esperanza de vida y otros datos relacionados. Por cierto, que esta suele ser incluso superior a la de la media, no porque donar alargue la supervivencia, sino porque solo se deja someterse al proceso a personas sanas. Pero eso, al menos, indica que su calidad de vida no se resiente. “Nosotros dependemos de los donantes y por eso tuvimos la curiosidad de hacer este trabajo. Porque tan importante como la salud de quien recibe nuestros productos es la de quien nos los facilitan”, manifiesta la experta.
Rosa-Bray no quiere apuntar aplicaciones futuras de este hallazgo. “El metabolismo del colesterol es muy complicado”, dice. Aunque la gente está acostumbrada a oír que lo malo es tenerlo alto, esta molécula tiene una función en el organismo. Es parte del proceso de producción de hormonas y forma parte de la membrana celular. Por eso tan importante como que su nivel cuando es excesivo baje está el hecho de que las personas con niveles normales no experimentan una reducción, recalca la experta.
Además, “hay que tener en cuenta que los donantes son, por definición, personas sanas”, añade como otro factor que puede haber condicionado los resultados. “Eso sí, descartamos, con la entrevista que les hacemos antes, que el cambio pueda deberse a una modificación de hábitos, de dieta o de medicación”, asevera.
Como mucho, la médica apunta a que “el cuerpo humano es listo”. “No es un cubo en el que se añaden o quitan cosas. Parece que él se autorregula”. Por eso, ella espera “que los datos despierten la curiosidad de la comunidad científica”.
Esta idea de “abrir una puerta” es una constante en las explicaciones de Rosa-Bray. La idea de limpiar la sangre no es nueva, y Grifols está incluso haciendo estudios con alzhéimer, en los que, en un proceso algo más complejo, se retira la proteína beta-amiloide de la sangre. Este es uno de los indicadores de esta enfermedad neurodegenerativa porque se acumula en el cerebro, impidiendo el correcto funcionamiento de las neuronas.
“No sabemos por qué” sucede, admite la directora de estos centros, la puertorriqueña Marilyn Rosa-Bray, quien hoy presenta los resultados en el congreso de la Asociación de Terapias de Proteínas de Plasma (PPTA, por sus siglas en inglés). “Nosotros lo que queríamos era estudiar qué pasaba con la salud de los donantes”, dice. Así que aprovecharon los análisis a cada uno para ver cuál era la evolución de algunos parámetros. Y el resultado fue que “el colesterol total bajaba hasta 45 puntos en hombres y 35 en mujeres, y el malo alrededor de 35 puntos en ambos grupos”, afirma Rosa-Bray.
Además, la reducción era proporcional al exceso que tenían los voluntarios. “Si una persona tenía niveles normales, no bajaba”, señala la médica, que no puede ocultar la sorpresa. “Pero se han tomado 9.000 muestras en nueve de nuestros centros en distintos lugares de la geografía de Estados Unidos para asegurarnos de que hay una representación variada, y esto es lo que ha salido”, apunta.
La plasmaféresis es un proceso de donación de sangre distinto al que se conoce más en España. Lo que se hace es extraer la sangre —hasta 800 mililitros—, someterla a una centrifugación y la fracción celular (los glóbulos) se vuelven a inyectar al paciente. Por eso, la Agencia del Medicamento y la Alimentación de EE UU (FDA) permite que el proceso se haga incluso dos veces en semana, ya que el plasma, que es agua en un 92%, se recupera mucho antes que en el caso de la sangre completa.
El laboratorio es un líder mundial en derivados de plasma, como el factor VIII que usan los hemofílicos o la inmunoglobulina, que se extraen precisamente de ese plasma.
Rosa-Bray explica que esta especie de diálisis (aunque mucho más sencilla) ya se practica en algunos casos de hiperlipemia familiar, cuando los niveles de colesterol son extremadamente altos incluso en niños.
Lo que la médica no quiere es aventurar una explicación al fenómeno, que se detectó al comparar las sucesivas analíticas de los voluntarios. “Es todo teórico. No hay una explicación. Lo que hemos visto es que no importa el peso o la edad de las personas: el colesterol, si está alto, va a bajar. Y eso lo podemos decir”, afirma. “Nosotros hicimos el estudio para asegurar que donar era seguro”, indica.
De hecho este tipo de trabajos están en auge. A diferencia que en España, en EE UU hay muchas donaciones de órganos de vivo, y ver los efectos en la salud de quienes ceden un riñón es muy importante para fomentar esta práctica. Por eso son frecuentes los estudios sobre su esperanza de vida y otros datos relacionados. Por cierto, que esta suele ser incluso superior a la de la media, no porque donar alargue la supervivencia, sino porque solo se deja someterse al proceso a personas sanas. Pero eso, al menos, indica que su calidad de vida no se resiente. “Nosotros dependemos de los donantes y por eso tuvimos la curiosidad de hacer este trabajo. Porque tan importante como la salud de quien recibe nuestros productos es la de quien nos los facilitan”, manifiesta la experta.
Rosa-Bray no quiere apuntar aplicaciones futuras de este hallazgo. “El metabolismo del colesterol es muy complicado”, dice. Aunque la gente está acostumbrada a oír que lo malo es tenerlo alto, esta molécula tiene una función en el organismo. Es parte del proceso de producción de hormonas y forma parte de la membrana celular. Por eso tan importante como que su nivel cuando es excesivo baje está el hecho de que las personas con niveles normales no experimentan una reducción, recalca la experta.
Además, “hay que tener en cuenta que los donantes son, por definición, personas sanas”, añade como otro factor que puede haber condicionado los resultados. “Eso sí, descartamos, con la entrevista que les hacemos antes, que el cambio pueda deberse a una modificación de hábitos, de dieta o de medicación”, asevera.
Como mucho, la médica apunta a que “el cuerpo humano es listo”. “No es un cubo en el que se añaden o quitan cosas. Parece que él se autorregula”. Por eso, ella espera “que los datos despierten la curiosidad de la comunidad científica”.
Esta idea de “abrir una puerta” es una constante en las explicaciones de Rosa-Bray. La idea de limpiar la sangre no es nueva, y Grifols está incluso haciendo estudios con alzhéimer, en los que, en un proceso algo más complejo, se retira la proteína beta-amiloide de la sangre. Este es uno de los indicadores de esta enfermedad neurodegenerativa porque se acumula en el cerebro, impidiendo el correcto funcionamiento de las neuronas.
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