Traducido del inglés: miércoles, 28 de octubre, 2015
Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor
MARTES, 27 de octubre de 2015 (HealthDay News) -- Un tipo común de medicamentos para la acidez conocidos como inhibidores de la bomba de protones (IBP) parecen vincularse con un aumento en el riesgo de enfermedad renal crónica, sugieren dos estudios recientes.
Prilosec, Nexium y Prevacid pertenecen a esta clase de fármacos, que tratan la acidez y el reflujo ácido al reducir la cantidad de ácido producida por el estómago.
Aunque los estudios actuales han mostrado una asociación entre esos medicamentos y el hecho de contraer enfermedad renal crónica, no probaron causalidad.
Pero el Dr. Pradeep Arora, autor líder de uno de los estudios, considera que "es muy razonable asumir que los IBP en sí pueden provocar la enfermedad renal crónica". Arora es nefrólogo y profesor asociado de la Facultad de Medicina y Ciencias Biomédicas de SUNY Buffalo en Buffalo, Nueva York.
"Los pacientes solo deben usar los IBP para las indicaciones aprobadas [por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU.], y no para tratar una acidez sencilla ni una [indigestión]", advirtió.
La enfermedad renal crónica está aumentando en Estados Unidos, y más de 20 millones de estadounidenses sufren actualmente de la enfermedad, según la Sociedad Americana de Nefrología (American Society of Nephrology). Ocurre cuando los riñones de una persona se dañan y no pueden filtrar la sangre como deben. La diabetes y la hipertensión son dos factores de riesgo comunes de la enfermedad renal, según la sociedad.
Los IBP ya se habían vinculado con problemas renales a corto plazo, como una lesión aguda del riñón y una enfermedad renal inflamatoria llamada nefritis intersticial aguda, dijo Arora.
El estudio de Arora contó con 24,000 pacientes que contrajeron la enfermedad renal crónica entre 2001 y 2008.
Uno de cada cuatro pacientes renales había sido tratado antes con un IBP. Las personas que tomaban un IBP también tenían casi el doble de riesgo de muerte prematura, hallaron los investigadores.
En el segundo estudio, los investigadores fueron dirigidos por el Dr. Benjamin Lazarus del Hospital Real de Brisbane y de Mujeres en Australia y de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore. Siguieron a más de 10,000 adultos con una función renal normal entre 1996 y 2011.
Encontraron que los usuarios de IBP tenían hasta un 50 por ciento más de probabilidades de contraer la enfermedad renal crónica que los que no usaban IBP, incluso tras ajustar por las diferencias entre ambos grupos.
Los investigadores apuntaron que las personas no tenían un riesgo más elevado de enfermedad renal crónica si usaban una clase distinta de fármacos llamados bloqueadores H2, que también suprimen el ácido estomacal. Ese grupo de medicamentos incluye a Tagamet y a Zantac.
El mismo equipo también replicó ese vínculo en un segundo estudio de mayor tamaño que siguió a 240,000 pacientes entre 1997 y 2014, señalaron los investigadores.
Los hallazgos de los estudios se presentarán la próxima semana en la reunión anual de la Sociedad Americana de Nefrología, en San Diego. Los datos y conclusiones presentados en reuniones por lo general se consideran preliminares hasta que se publiquen en una revista médica revisada por profesionales.
Arora dijo que hay un par de teorías que podrían explicar este vínculo entre los IBP y la enfermedad renal crónica.
Los riñones podrían resultar dañados con el tiempo si los pacientes sufren ataques repetidos de nefritis intersticial aguda (una forma de inflamación del tejido), que se ha vinculado con el uso a corto plazo de los IBP, apuntó.
Los IBP también pueden hacer que los niveles de magnesio en sangre bajen. Una falta de ese importante mineral podría también provocar daño renal, añadió Arora.
Pero los pacientes que toman IBP también tienden a ser obesos y a tener otros problemas de salud, como la diabetes, y esas afecciones podrían explicar el vínculo observado, dijo el Dr. Michael Wolfe, gastroenterólogo y profesor de medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Case Western Reserve, en Cleveland.
Los pacientes enfermos también toman muchos analgésicos AINE (antiinflamatorios no esteroides), y esos medicamentos de venta libre también se han vinculado con la enfermedad renal crónica, apuntó.
"Sospecho que si [los investigadores] corrigen los datos teniendo en cuenta el uso de AINE, podrían observar que esa correlación desaparece", planteó Wolfe.
Arora dijo que su equipo de investigación inicialmente no tomó en cuenta el uso de AINE en el estudio, pero que sí controló otros problemas de salud.
"No [controlamos los datos sobre el uso de AINE], pero tenemos datos sobre el uso de AINE y estamos estudiándolos", dijo. "Es un argumento muy válido".
Arora recomienda que la gente solo use los inhibidores de la bomba de protones para tratar los trastornos gastrointestinales graves, como el ERGE, que era la intención original de la FDA.
"Según los datos de EE. UU., el 90 por ciento de las recetas de IBP no se relacionan con indicaciones aprobadas por la FDA", lamentó. "Estamos usando esos fármacos indiscriminadamente, y para muchos pacientes podrían resultar contraproducentes".
Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor
FUENTES: Pradeep Arora, M.D., nephrologist and associate professor, SUNY Buffalo School of Medicine and Biomedical Science, Buffalo, N.Y.; M. Michael Wolfe, M.D., gastroenterologist and professor, medicine, Case Western Reserve University School of Medicine, Cleveland, Ohio; Nov. 3-8, 2015, presentations, American Society of Nephrology, annual meeting, San Diego, Calif.
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