DOLOR
Fibromialgia y fatiga crónica abandonan la oscuridad
Los tiempos de la falta de reconocimiento han quedado atrás, pero la ausencia de pruebas objetivas sigue generando rechazo.
María Sánchez-Monge. Madrid | maria.sanchez@diariomedico.com | 29/05/2017 00:00
Juan Francisco Mulero, presidente del Comité Organizador del congreso, Javier Vidal y Antonio Montero. (Luis Camacho)
En 2017 se cumplen 25 años del reconocimiento de la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este cuarto de siglo se ha conseguido reducir el estigma que rodeaba a estas enfermedades, pero aún existe un gran desconocimiento sobre ellas, incluso entre los profesionales sanitarios. "Pueden confundirse, pero son dos patologías completamente diferentes. Lo que comparten es la fatiga", aclara María Rull, de la Unidad del Dolor del Hospital Viamed Monegal, en Tarragona. Ambas son difíciles de tratar y no se sabe bien por qué se producen. La falta de pruebas objetivas es, probablemente, la principal explicación del rechazo que generan, a lo que habría que añadir la falta de terapias eficaces.
En el caso de la fibromialgia, Javier Vidal, vocal de la Sociedad Española del Dolor (SED), se lamenta de que "muchas veces se duda de la realidad del dolor porque es un síntoma subjetivo y no encontramos pruebas físicas que realmente lo justifiquen, pero eso forma parte del desconocimiento de lo que es la medicina del dolor". Con el cansancio sucedería algo parecido.
El XIV Congreso de la SED, que se celebrará en Murcia del 1 al 3 de junio, incluirá un simposio sobre las diferencias entre las dos patologías, que moderará Rull. "En los últimos años se han estudiado a fondo estas enfermedades y se les ha dado más entidad", expone la especialista.
La fibromialgia se define como un proceso doloroso que se acompaña de otra serie de manifestaciones clínicas. "Es un dolor generalizado en todo el cuerpo", explica Vidal. "Se acompaña, fundamentalmente, de cansancio, de un trastorno del sueño importante, problemas cognitivos y trastornos de la esfera emocional, como ansiedad y depresión".
Es una dolencia relativamente frecuente, ya que se estima que afecta aproximadamente al 2 por ciento de la población general (aunque las cifras de prevalencia varían mucho en función de los distintos estudios epidemiológicos) y en mayor medida a las mujeres. "Se piensa que hay una alteración en los mecanismos del dolor, de la vía nociceptiva, sin que se sepa muy bien exactamente a qué nivel se producen, porque se aprecian múltiples cambios", relata Vidal.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en la presencia de dolor generalizado que afecte al tronco -en tórax y columna- y a los miembros superiores e inferiores, que sea de al menos tres meses de duración y con la presencia de una serie de puntos dolorosos a la presión en zonas anatómicas definidas. Es imprescindible hacer un diagnóstico diferencial con otros cuadros de dolor generalizado y con el síndrome de fatiga crónica.
Este último es menos prevalente "y mucho más complejo", apostilla Rull. "Podría estar relacionado con una infección previa y también se ha propuesto la hipótesis de una intoxicación por exposición crónica a disolventes industriales o insecticidas", añade. Afecta a un 0,04-0,7 por ciento de la población y lo sufren personas más jóvenes.
Se caracteriza, según Vidal, "por que el paciente refiere una fatiga y un cansancio extremos en relación con cualquier actividad física, aunque sea de baja intensidad, que no se recupera con el descanso. También hay trastornos del sueño y cognitivos".
En ambas patologías se requiere un tratamiento multidisciplinar, basado en fármacos, psicoterapia y ejercicio programado de baja intensidad. Los medicamentos más adecuados para la fibromialgia son ciertos anticonvulsivantes y antidepresivos. En cuanto a la fatiga crónica, se han apreciado evidencias de una disfunción de la inmunidad natural, que puede mejorar con algún inmunomodulador.
"Las tasas de respuesta son limitadas", comenta Vidal. "Aproximadamente un 30 por ciento de los pacientes con fibromialgia consiguen mejorías significativas. Pero hay otro porcentaje relevante en el que el beneficio es escaso".
No obstante, Rull ?puntualiza que la respuesta puede mejorar con un tratamiento prolongado. "Es importante que el paciente tome conciencia de que es una enfermedad crónica", señala, y recalca la necesidad de mantener una actitud positiva: "La enfermedad no produce depresión per se, pero el dolor crónico puede desencadenar cuadros de ansiedad. Por eso es importante diagnosticarlo y tratarlo pronto".
Ejercicio y dolor: los mejores amigos o los peores enemigos
La actividad física es una de las mejores aliadas frente al dolor crónico. Sin embargo, cuando no se realiza de forma adecuada puede agravarlo. Tal y como expone Antonio Montero, presidente del Área Clínica del Comité Científico del XIV Congreso de la SED, "en principio, el ejercicio es beneficioso, pero hay que formar a la población y ver qué actividades son las más adecuadas".
Todo dependerá de las características de la persona y sus posibilidades físicas. En general, "los ejercicios más beneficiosos desde el punto de vista del dolor son aquellos que implican la participación de todo el cuerpo". Por lo tanto, habría que evitar los deportes que no ejerciten la bilateralidad, como el tenis o el golf. Tampoco son aconsejables los de impacto, como el baloncesto o el fútbol. Los más adecuados serían "caminar o incluso correr, la natación -viendo cuál es la más adecuada si el paciente tiene patología de columna- y el ciclismo por zonas seguras, con superficie firme y sin irregularidades".
El experto revela por qué hay que huir de la unilateralidad: "Con ella se genera una hipertonía de un lado del cuerpo y una atonía del otro, y eso siempre es una fuente de dolor".
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