martes, 27 de marzo de 2012

El IMC no es válido para la evaluación de TCA en atletas - DiarioMedico.com

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el riesgo es más alto en deportistas

El IMC no es válido para la evaluación de TCA en atletas

Expertos reunidos en el XIII Congreso Nacional y I Foro Mediterráneo de Psicología del Deporte reclaman estudios y herramientas de evaluación para detectar y tratar los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en atletas, más prevalentes que en población general.
Pilar Laguna. Murcia | 27/03/2012 00:00

José Carlos Jaenes
José Carlos Jaenes, vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte y profesor de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla. (Pilar Laguna)

Los psicólogos del deporte reclaman investigaciones longitudinales e indicadores específicos que permitan evaluar los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en atletas. Junto a los más conocidos anorexia y bulimia, están en alza la vigorexia y la ortorexia, si bien ésta no se ha tipificado oficialmente como tal. A pesar de que estas alteraciones son relativamente comunes en el entorno del ejercicio físico reglado, los estudios son limitados desde el punto de vista conceptual y metodológico y los instrumentos de evaluación para la población general quedan cojos si se aplican en atletas. Además, las muestras son pequeñas y también heterogéneas, puesto que mezclan diferentes actividades deportivas.
Según José Carlos Jaenes, vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte y profesor de la Universidad Pablo Olavide, de Sevilla, los atletas con TCA suman a los factores de riesgo de la población otros como la exposición pública del cuerpo, las dietas restrictivas para bajar peso, la presión de entrenadores, familia y amigos, los incrementos de volumen de entrenamiento para perder kilos, así como rasgos de personalidad que llevan a una excesiva preocupación por la imagen corporal o las lesiones y traumatismos. "Es importantísima la buena o mala influencia del entrenador, que a veces con comentarios dirigidos al atleta como 'tienes barriguita' puede inducir a un mal hábito", ha señalado Jaenes durante el XIII Congreso Nacional y I Foro Mediterráneo de Psicología del Deporte, celebrado en la Universidad de Murcia.
En el tratamiento no hay diferencias. El atleta recibirá el mismo abordaje multidisciplinar, medicación, plan alimentario y apoyo psicológico que el resto de pacientes con TCA. Sin embargo, éstos son más frecuentes en deportistas, más en mujeres que en hombres, y tienen factores de riesgo y cuadro clínico específico que los diferencia de quienes padecen trastornos similares pero no tienen actividad deportiva.
El problema es evidente, pero no hay estudios amplios de prevalencia ni se han evaluado los programas preventivos, por lo que se desconoce si son eficaces. La revisión de criterios que se ha reclamado en este congreso pasa por investigaciones longitudinales que recluten deportistas de ambos sexos, usen muestras grandes y adecuadamente seleccionadas, con grupos de control emparejados, y empleen entrevistas clínicas para evaluar los TCA y diagnosticarlos. Además, se contempla el desarrollo de medidas para evaluar la intensidad de la presión de la delgadez percibida y real. "Creemos que el IMC no es buen indicador para atletas porque se modifica según el tipo de entrenamiento, y que deben conocerse las características de las diferentes modalidades deportivas y recordar que el músculo pesa más que la grasa y que, en la mayoría de los deportes que no se juegan con balón, el músculo prima sobre la grasa".
Jaenes recalca que un alto nivel de perfeccionismo, competitividad e intensa preocupación por los logros, que también se dan en personas no deportistas con TCA, "son cualidades que pueden llevar a la excelencia en el rendimiento deportivo o artístico, pero pueden colocar al deportista en mayor riesgo de un TCA". No obstante, en el cuadro clínico de los atletas con este trastorno se dan ciertas características menos negativas: niveles más altos de autoestima, más bajos de insatisfacción corporal y menos síntomas de depresión.
'Complejo de Adonis'
Uno de los trastornos clínicos que se dan en la práctica deportiva es la vigorexia, también llamada Complejo de Adonis, dismorfia muscular o anorexia reversa. Produce alteración de la imagen muscular, de forma que el individuo se percibe delgado, incluso enclenque, a pesar de tener músculos muy desarrollados. Su conducta se asocia son el entrenamiento compulsivo, interferencias del entrenamiento en actividades familiares y laborales, pensamientos obsesivos sobre imagen corporal, malestar al contemplar a compañeros más musculosos, dietas restrictivas y rigurosas, mirarse al espejo compulsivamente, posible uso de esteroides anabolizantes y aparición de rituales.
Según estudios presentados en el foro por Félix Arbinaga, profesor de Psicología en la Universidad de Huelva, los datos aproximados de prevalencia son: dismorfias musculares, que se dan en el 31 por ciento de las mujeres fisicoculturistas; el 47 por ciento tiene desórdenes alimentarios (9,4 anorexia, 28,1 bulimia y 9,4 por ciento otros); del 28 al 60 por ciento de los varones padecen trastornos obsesivo compulsivos, frente al 3 en mujeres, y en cuanto a alteraciones del estado del ánimo, la depresión mayor es la más frecuente (58 por ciento), seguida de ansiedad (29) y trastornos bipolares (20).

SEÑALES DE ALARMA

La prevalencia de TCA es bastante elevada en deportes donde la delgadez favorece el rendimiento (atletismo, ciclismo…), o por estética (patinaje, gimnasia rítmica y artística, natación sincronizada…), o por restricciones de peso según categorías (boxeo, judo…). José Carlos Jaenesa numera las señales más habituales para detectarlos: comentarios sobre su gordura pese a tener un peso normal o bajo; perder peso fuera de temporada y fluctuaciones extremas; desaparecer tras las comidas; evidencias de retención de líquidos no justificadas; estreñimiento; comer en secreto y no querer hacerlo con el equipo; actividad física excesiva; variaciones de ánimo y/o ausencia de, por lo menos, tres menstruaciones seguidas.

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