jueves, 8 de marzo de 2012

Primavera suave para los alérgicos al polen | Portada | elmundo.es

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PREVISIONES | Sociedad de Alergología

Primavera suave para los alérgicos al polen

Efe | Madrid
Actualizado jueves 08/03/2012 14:31 horas


Las escasas lluvias registradas en los meses de otoño e invierno han propiciado que los niveles de acumulación de polen sean muy bajos, lo que augura una primavera suave para los alérgicos.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) prevé que las concentraciones de polen de gramíneas se sitúen en torno a los 2.600 gramos/m3 de aire, lo que se considera una primavera entre leve y moderada, ha señalado en rueda de prensa el doctor Francisco Feo, coordinador del Comité de Aerobiología de esta entidad.

No obstante, la poca pluviosidad hace que aumente la contaminación atmosférica, lo que supone un riesgo añadido para los alérgicos. Los contaminantes del aire se depositan en el suelo afectando a las plantas, que se estresan y dan lugar a un polen más potente y alergénico.

Antes, el umbral para las gramíneas estaba establecido en 50 gramos/m3 para la mayor parte de la población y ahora ha bajado a 35 gramos, lo que hace que con menos polen el efecto sea el mismo, a causa de la contaminación.

La lluvia, clave

Entonces, ¿es bueno o malo para los alérgicos que llueva? "La lluvia de primavera es buena, la de otoño-invierno es mala", ha resumido este alergólogo.

El doctor Feo ha explicado que la época de germinación de las gramíneas (responsables del 80% del total de las alergias al polen) es de octubre a marzo, por lo que si llueve en esos meses el polen alcanza unos niveles elevados.

Por el contrario, a partir de abril, cuando se inicia la polinización de estas plantas, la lluvia es beneficiosa, ya que provoca un efecto de limpieza atmosférica, elimina los pólenes del ambiente, baja su concentración y mejoran los pacientes.

Se estima que entre el 15% y el 20% de la población española tiene alergia al polen, una cifra que en los adolescentes alcanza el 40%.

La clásica alergia estacional se está convirtiendo en "casi perenne", debido a que los alérgicos cada vez lo son a más tipos de pólenes y, por ello, los efectos les duran más tiempo", ha señalado el doctor Feo.

Así, las molestias empiezan en febrero por el polen de las arizónicas, continúan en marzo-abril por el del plátano de sombra, en mayo-junio por el de gramíneas y olivo y se prolongan durante los meses de verano por el de quenopodiáceas, una polinosis emergente asociada a la sequía y las elevadas temperaturas.

Los alérgicos, cada vez más pequeños

También está cambiando el perfil del paciente alérgico: cada vez afecta más a niños pequeños (a partir de los dos años).

Antes, el paciente tipo era el chaval que empieza en la universidad, ha señalado el presidente de la SEAIC, José María Olaguibel, quien ha precisado que ahora el inicio es cada vez más temprano.
También actualmente es habitual que personas de 60-70 años debuten con alergia al polen, según Arantza Vega, vocal de la Junta directiva de la SEAIC. "No sólo aumenta la incidencia de la alergia, sino que también está incrementando el abanico de alergias", ha subrayado esta doctora.

La causa está, por un lado, en el cambio de nuestro sistema inmunológico debido a la higiene exhaustiva propia del modo de vida occidental, que hace que deje de luchar contra los agentes infecciosos habituales y se re-dirija hacia otros.

Costes elevados

A ello hay que sumar la mayor prevalencia de contaminantes ambientales. El doctor Olaguibel ha incidido en que los alérgicos al polen padecen otro tipo de enfermedades asociadas como asma o intolerancias alimentarias. Esto hace que los costes económicos sean elevados: entre 300 y 600 euros mensuales (el 60% relacionados con la falta de productividad).

Desde la SEAIC se insiste en que la administración de vacunas es el único tratamiento que puede modificar la evolución natural de la patología. Recientemente, esta sociedad ha puesto en marcha dos aplicaciones que se pueden descargar en los smartphone (móviles multimedia) que informan de los niveles de polen en las ciudades españolas donde existen centros de medición.
Estas tecnologías permiten a las personas saber los días en que hay niveles elevados en su ciudad y conocer a qué se pueden exponer si viajan.

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