El chikungunya duele en Nicaragua
La época de lluvias provoca un repunte del último virus que asuela Centroamérica y causa terribles dolores a quienes lo sufren. He aquí el relato de un enfermo
ÁLVARO FUENTE Palacagüina (Nicaragua) 8 AGO 2015 - 11:01 CEST
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Nicaragua acumula cerca de 5.000 casos positivos de contagios con el virus de Chikungunya desde que la dolencia fue detectada en Centroamérica en junio del año pasado. Un virus desconocido en esta parte del mundo pero descubierto por primera vez en Tanzania hace más de 60 años en donde es endémico. Su nombre proviene de la lengua makonde y significa “doblarse por el dolor” u “ hombre doblado” en alusión al aspecto encorvado de los pacientes por los dolores articulares.
La sala de espera en el centro de salud de Palacagüina esta congestionada. Una enfermera, ante mi curiosidad, me explica que es lo normal durante el comienzo de la época de lluvias. "Aunque desde hace un año ha habido una crecida notable de enfermos por los virus”, comenta. Llama la atención una serie de camas con mosquitera que han colocado en un lateral del centro. “Es para el paciente que nos llega con estado febril. Hasta que no le hagamos un análisis de sangre no aseguramos si es dengue o chikungunya, los síntomas son similares los primeros días”, asegura. En mi caso, lo tiene muy claro. Un incipiente cuadro reumático, dolores articulares y musculares, fatiga y algo de fiebre: chikungunya. Solo recomienda paracetamol, mucho agua y más descanso. Y sobre todo, prevenir nuevas picaduras para no infectar a otras personas con el uso de mosquitera y buenos repelentes.
Este virus causa fiebre alta, dolor de cabeza, en las articulaciones y muscular. Tras unos tres o siete días de incubación después de ser picado por un mosquito infectado comienzan los primeros síntomas. Aunque la mayoría de los pacientes tienden a sentirse mejor en los siguientes días o semanas, algunas personas pueden desarrollar dolores crónicos. Normalmente, las molestias en las articulaciones desaparecen transcurridos entre ocho y diez días; aunque puede durar meses e incluso años para algunos pacientes. Las complicaciones son más frecuentes en niños menores de un año y en mayores de 65, o con enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión. Según la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad rara vez puede causar la muerte, aunque en Colombia el número de fallecidos ya asciende a 30.
El segundo y tercer día, los síntomas se agudizan. La fiebre aparece más intensa y la incapacidad para valerte por ti mismo se hace patente. La pérdida de fuerza en las manos te inutiliza hasta para poder abrir una botella de agua. Levantarse de la cama para ir al baño es todo un reto. Es molesto hasta intentar respirar hondo, las contracturas te lo impiden.
En la prensa nacional, hace semanas que no se trata informativamente esta propagación, aunque sí de las labores de prevención que se realizan. Solo se comenta el estado del virus en los países vecinos como Honduras, donde la situación es bastante más compleja.
Los países centroamericanos llevan un año intentando frenar el avance de la enfermedad, calificada como vírica nueva en la zona y difícil de detectar por tener síntomas parecidos al dengue. Aunque poco o nada han podido hacer para evitar su expansión. Así, en México, este último semestre se han incrementado los contagios cerca de un 18%. En Honduras, Médicos Sin Fronteras ha dado la voz de alarma y acaban de inaugurar una sala especial, en el Hospital Escuela Universitario de Tegucigalpa, para la atención de menores con dengue y chikungunya ante la gran cantidad de pacientes infectados que llegan a diario y que han colapsado las urgencias del principal centro asistencial del país, con una atención media de unas 400 personas al mes solo de este molesto virus.
En mi caso, estaba claro. Un incipiente cuadro reumático, dolores articulares y musculares, fatiga y algo de fiebre: chikungunyaA pesar que en Nicaragua los casos de chikungunya se han incrementado hasta un 300% durante el último trimestre, informan las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa), es uno de los países de Centroamérica que reporta menos casos. Según la representante de la OMS en Nicaragua, Socorro Gross, el Minsa mantiene una fuerte ofensiva contra el mosquito transmisor con "un modelo de atención con una base comunitaria". "La población se une a instituciones de gobierno e involucra a las alcaldías, instituciones y especialmente a la comunidad”, afirma.
Una fuente de el periódico nacional La Prensa asegura que “se están haciendo muy pocas pruebas" porque "no se quiere elevar las estadísticas”. Por su parte, el médico Armando Herrera, miembro de la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, considera que en los últimos seis meses los pacientes con fiebre están siendo escondidos por las autoridades sanitarias que además estarían maquillando las cifras, principalmente en el departamento de Madriz, donde se ubica Palacagüina. “Los casos febriles los están tratando con acetaminofén y no los están reportando. El problema es que nosotros tenemos el borde fronterizo con Honduras y la zona sur que limita con Nicaragua está llena de chikungunya”, subraya Herrera. Además , señala que el Ministerio de Salud no detalla cuántos casos de la enfermedad hay en el norte del país.
A los cinco días, los síntomas se han ido desvaneciendo a excepción del dolor articular que persiste en manos y rodillas. Continúan llegando varios casos diarios. En las camas con mosquitera hay varios niños de corta edad y algún anciano. Son los pacientes que pueden llegar a tener complicaciones. Estarán allí unas horas hasta que se confirme que el virus está controlado y no afecta a cualquiera de sus otras dolencias o enfermedades.
El Plan de Exterminio contra el Chikungunya promovido por el gobierno incluye una serie de estrategias de prevención y lucha contra el mosquito Aedes Aegypti, transmisor del virus, con el objetivo de erradicar el dengue y la fiebre chikungunya de los hogares nicaragüenses. Se da el caso de que es el mismo tipo de mosquito el que propaga las dos enfermedades, aunque es muy extraño que infecte de ambas.
El doctor Beltrán Elías Zeledón, director del centro de salud de Palacagüina, apunta: “es un programa preventivo basado en la movilización del personal técnico a las comunidades para el control de patios y zonas verdes privadas, aplicación de larvicida, insecticida y en la difusión de material informativo así como charlas y seguimientos”.
Para los pobladores de las zonas más afectadas, las jornadas de higiene y limpieza que cada uno haga en su casa son de vital importancia en la lucha contra la epidemia, pues se reduce en gran medida la posibilidad de que haya criaderos de mosquitos. Pero se necesita un esfuerzo mayor para disminuir el número de depósitos de aguas naturales y artificiales, especialmente en la época de lluvia.
Hay familias que pasan las fiebres en casa sin acudir al médico, lo que favorece la propagación, pues no toman medidas para evitar la picadura de mosquito“La gente aún no está debidamente sensibilizada, pasan las fiebres en familia sabiendo que lo único que mitiga el dolor es el paracetamol y no visitan el centro de salud. Estimamos que en esta comunidad, de cada caso registrado hay 10 que no lo están. Hay también una grave falta de conciencia para eliminar los nidos en sus casas. Solo quieren que se les pase a fumigar. Pero la fumigación solo aniquila al mosquito adulto, no sus larvas. Por ello hemos decidido realizar charlas diarias en nuestro centro de salud y visitar las comunidades de cada paciente infectado que llega a nosotros”, asegura Beltrán.
Es el octavo día. Las lluvias de la última semana han provocado un aumento en los casos del virus que asiste el centro, a pesar de que se han doblado las fumigaciones y los controles preventivos desde una brigada conjunta de la alcaldía de Palacagüina y el propio centro de salud.
Las dos jornadas anteriores fueron como un ojo de huracán respecto a los síntomas. Aparece un fuerte sarpullido en la parte interior de los brazos y en la espalda, vuelve la fatiga y las palmas de las manos y las plantas de los pies se han inflamado con una excesiva sensibilidad. Cualquier roce genera herida. Más paracetamol, esta vez aderezado con antihistamínicos para aliviar los picores.
A mi lado, María Lucía, una mujer recién entrada en la treintena, protege en su regazo a su hijo de unos cinco años con evidentes síntomas febriles. Reconoce que toda la familia ha pasado las fiebres sin ayuda médica. "Pero ahora estoy preocupada por mi pequeño. He leído que en estas edades hay que estar más alerta”, comenta mientras sostiene un ejemplar de La Prensa del día 14 de julio donde aparece la noticia de la primera muerte del año por dengue en Nicaragua: una niña de 12 años. Esa enfermedad que, hasta el comienzo de la época de lluvias, iba en retroceso en parte por la fatal sequía que azota al país.
La Organización Panamericana de Salud (OPS) ha vuelto a dar la voz de alarma hace un mes. Un nuevo virus ha sido detectado en Brasil y Chile y su propagación se estima irremediable hasta Centroamérica: el zika. Enfermedad similar al chikungunya y al dengue, aunque menos dolorosa.
Las esperadas lluvias podrían traer consigo una espeluznante subida de infecciones que paralizarían todo un país.
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