PUBLICADO EN 'ENVIRONMENT INTERNATIONAL'
Advierten del riesgo de bajo peso al nacer en madres expuestas a contaminantes ambientales
JANO.es · 29 septiembre 2015 12:42
Un estudio alerta de los efectos en el bebé de la exposición durante el embarazo a los compuestos orgánicos persistentes, máxime si la gestante ha fumado durante la gestación.
Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada, ha analizado los efectos de la exposición durante el embarazo a tres compuestos orgánicos persistentes –sustancias químicas que se pueden producir de forma natural en el medio ambiente, pero en su mayoría provienen de la actividad humana–: policlorobifenilos (PCBs), congénere PCB-153, y el plaguicida DDT y su metabolito DDE. Los resultados han sido publicados en Environment International.
Para ello, analizaron una gran base de datos formada por 11 cohortes de nacimiento europeas, en la que se incluían 9.377 parejas madre-hijo. Los investigadores midieron los niveles de exposición a estos contaminantes en la sangre y en la leche de la madre, así como en la sangre del cordón umbilical del recién nacido.
Los resultados mostraron que los recién nacidos con mayores niveles de PCB-153 en sangre de cordón umbilical tienen un mayor riesgo de nacer con bajo peso que los bebés con menores niveles. “Esta asociación era mayor si las madres habían fumado durante el embarazo”, explica Mariana Fernández Cabrera, investigadora de la UGR en el departamento de Radiología y Medicina Física. Sin embargo, no se encontró ninguna relación entre DDE y el peso de los niños al nacer.
Bajo peso al nacer se ha relacionado con problemas respiratorios en la infancia, así como otras enfermedades que se padecen a lo largo de la vida. Por lo tanto, estos resultados indican “que la regulación del uso y exposición a los PCBs y la eliminación de residuos que los puedan contener es muy importante, a fin de evitar riesgos potenciales para la salud humana y para el medio ambiente”, señala la autora.
La investigadora recuerda que los niños son especialmente vulnerables a los contaminantes ambientales por su inmadurez anatómica y fisiológica, y porque sus mecanismos de detoxificación no están completamente desarrollados mientras sus órganos están en formación.
Prohibidos desde los años 70
Los compuestos orgánicos persistentes (COPs) son químicamente muy estables, lo que significa que pueden persistir en el medio ambiente mucho tiempo después de haberse producido y liberado, y además, pueden permanecen acumulados durante largos períodos de tiempo en el tejido graso de los animales y de los seres humanos.
Aunque los COPs se prohibieron en la mayor parte de los países desarrollados durante la década de los 70 y 80, “la exposición medioambiental ha dado como resultado su acumulación en el cuerpo humano (especialmente, en los tejidos grasos), de manera que la mayoría de los habitantes de la Tierra almacenamos en nuestro organismo cantidades apreciables de los mismos”, apunta Fernández.
Con excepción de los individuos expuestos laboralmente, la mayoría de las exposiciones a COPs ocurren a través de la dieta, especialmente alimentos de origen animal, pero también están presentes en el agua, el aire y los suelos.
“La exposición a contaminantes ambientales en las etapas tempranas de la vida puede tener consecuencias negativas al nacer, como por ejemplo un retraso en el desarrollo fetal manifestado en bajo peso, retraso en el crecimiento intrauterino, parto pretérmino o malformaciones congénitas”, concluye la científica.
Para ello, analizaron una gran base de datos formada por 11 cohortes de nacimiento europeas, en la que se incluían 9.377 parejas madre-hijo. Los investigadores midieron los niveles de exposición a estos contaminantes en la sangre y en la leche de la madre, así como en la sangre del cordón umbilical del recién nacido.
Los resultados mostraron que los recién nacidos con mayores niveles de PCB-153 en sangre de cordón umbilical tienen un mayor riesgo de nacer con bajo peso que los bebés con menores niveles. “Esta asociación era mayor si las madres habían fumado durante el embarazo”, explica Mariana Fernández Cabrera, investigadora de la UGR en el departamento de Radiología y Medicina Física. Sin embargo, no se encontró ninguna relación entre DDE y el peso de los niños al nacer.
Bajo peso al nacer se ha relacionado con problemas respiratorios en la infancia, así como otras enfermedades que se padecen a lo largo de la vida. Por lo tanto, estos resultados indican “que la regulación del uso y exposición a los PCBs y la eliminación de residuos que los puedan contener es muy importante, a fin de evitar riesgos potenciales para la salud humana y para el medio ambiente”, señala la autora.
La investigadora recuerda que los niños son especialmente vulnerables a los contaminantes ambientales por su inmadurez anatómica y fisiológica, y porque sus mecanismos de detoxificación no están completamente desarrollados mientras sus órganos están en formación.
Prohibidos desde los años 70
Los compuestos orgánicos persistentes (COPs) son químicamente muy estables, lo que significa que pueden persistir en el medio ambiente mucho tiempo después de haberse producido y liberado, y además, pueden permanecen acumulados durante largos períodos de tiempo en el tejido graso de los animales y de los seres humanos.
Aunque los COPs se prohibieron en la mayor parte de los países desarrollados durante la década de los 70 y 80, “la exposición medioambiental ha dado como resultado su acumulación en el cuerpo humano (especialmente, en los tejidos grasos), de manera que la mayoría de los habitantes de la Tierra almacenamos en nuestro organismo cantidades apreciables de los mismos”, apunta Fernández.
Con excepción de los individuos expuestos laboralmente, la mayoría de las exposiciones a COPs ocurren a través de la dieta, especialmente alimentos de origen animal, pero también están presentes en el agua, el aire y los suelos.
“La exposición a contaminantes ambientales en las etapas tempranas de la vida puede tener consecuencias negativas al nacer, como por ejemplo un retraso en el desarrollo fetal manifestado en bajo peso, retraso en el crecimiento intrauterino, parto pretérmino o malformaciones congénitas”, concluye la científica.
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