El estrés fisiológico induce cambios en la flora bacteriana
Un modelo animal de conflicto social sugiere que el intestino se comunica con el cerebro mediante la microbiota.
Un estudio de la Universidad de Atlanta ha arrojado nueva luz sobre la manera en la que el intestino se comunica con el sistema nervioso central. Los investigadores han demostrado que una única exposición al estrés social es suficiente para cambiar la composición de la flora intestinal en una magnitud similar a la que lo hacen estímulos estresantes físicos mucho más potentes. El estudio ha sido realizado en hámsters, una especie caracterizada por jerarquías dominantes.
Kim Huhman, profesor de neurociencia en el citado centro, afirma que esos cambios fueron observados en todos los animales participantes en la confrontación, independientemente de quien la ganara, si bien hubo variaciones sobre tipos particulares de bacterias. Huhman también indica que uno de los hallazgos más sorprendentes fue que la composición de la microbiota antes de la exposición a la confrontación tuvo cierto valor predictivo sobre cuál de los dos animales saldría vencedor. Los hallazgos sugieren la existencia de una comunicación bidireccional en la que el estrés tiene un impacto sobre la microbiota y, a su vez, grupos específicos de bacterias determinan la respuesta al mismo.
Estudios previos en humanos ya habían demostrado que el estrés social puede desencadenar enfermedades mentales o empeorar las ya existentes.
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