Una nueva estrategia terapéutica podría reducir la lesión por reperfusión tras un infarto
28-10-2019
Un estudio desarrollado por investigadores del CIBERCV señala que la prevención de la disminución en los niveles de las proteínas GRK2 y AKT permitiría mejorar los mecanismos cardioprotectores y reducir la lesión miocárdica y sus secuelas en pacientes con infarto agudo de miocardio.
Estudiar los mecanismos moleculares afectados en las primeras etapas tras un infarto es clave para descubrir nuevas estrategias terapéuticas destinadas a reducir lesiones. Éste ha sido el objetivo de un trabajo desarrollado por investigadores del CIBER de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) en el Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa" - Universidad Autónoma de Madrid, IIS La Princesa y Vall d´Hebron Instituto de Investigación (VHIR), que acaba de publicarse en la prestigiosa revista EBioMedicine.
En este trabajo se proponen nuevas dianas terapéuticas relacionadas con los mecanismos cardioprotectores endógenos para prevenir el daño miocárdico causado en la restauración del flujo sanguíneo tras la isquemia.
El estudio colaborativo, en el que han participado los grupos de investigación del CIBERCV liderados por Federico Mayor y Petronila Penela (Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa", Universidad Autónoma de Madrid e IIS La Princesa) y David García-Dorado y Javier Inserte (Grupo Enfermedades Cardiovasculares del VHIR), ha permitido revelar cambios previamente inadvertidos en los niveles de dos proteínas reguladoras cardiacas (GRK2 y AKT) durante las etapas tempranas de la isquemia-reperfusión miocárdica, que contribuyen a la reducción de la capacidad cardioprotectora.
Lesión por reperfusión
El infarto agudo de miocardio, debido a la reducción del flujo sanguíneo al corazón (isquemia), es una causa importante de muerte y discapacidad. La pronta restauración de la circulación es clave para reducir la mortalidad de este evento, por lo que los protocolos de tratamiento urgente se basan en la reperfusión con angioplastia (restauración del flujo sanguíneo por dilatación de la arteria obstruida) o con la administración de fármacos fibrinolíticos. Sin embargo, a pesar de los avances que permiten una reperfusión rápida y efectiva, estos procedimientos clínicos pueden en sí mismos desencadenar daño miocárdico (lesión por reperfusión), que conduce a una mayor prevalencia de arritmias e insuficiencia cardíaca en los pacientes que han sobrevivido a un infarto.
Mejorar la capacidad cardioprotectora
"No existen en la actualidad terapias eficaces para paliar la lesión por reperfusión, aunque se han postulado estrategias terapéuticas para impulsar la activación de las cascadas de señalización, como la vía de la quinasa AKT, que parecen desempeñar un papel cardioprotector, y así aliviar parcialmente la lesión por isquemia-reperfusión", explica Petronila Penela, primera autora del estudio.
La nueva investigación se ha centrado en esta vía, y los investigadores han hallado, en modelos animales, que los niveles de las proteínas GRK2 y AKT, muy relevantes en la fisiopatología cardiovascular, experimentan una disminución transitoria en las primeras etapas tras el evento de isquemia-reperfusión. "Estos cambios deterioran la capacidad protectora global de la vía AKT para contrarrestar la lesión cardíaca, lo que conduce a un mayor daño por reperfusión", indica la Dra. Penela.
"Nuestros resultados ayudan a comprender mejor la regulación dinámica de las proteínas durante el infarto y podrían contribuir a explicar el debilitamiento de las vías cardioprotectoras durante la isquemia-reperfusión temprana", apuntan los investigadores.
Nueva estrategia terapéutica
Estos hallazgos abren el camino para nuevas estrategias terapéuticas destinadas a reducir la lesión por reperfusión, basadas en potenciar los mecanismos de cardioprotección endógenos: "La prevención de la degradación transitoria de estas proteínas durante la reperfusión temprana podría fortalecer las estrategias terapéuticas de protección cardíaca en el infarto agudo de miocardio", señalan los autores del estudio.
Esta investigación ha sido financiada por CIBERCV, Instituto de Salud Carlos III y la Agencia Estatal de Investigación (AEI) (co-funded with European Regional Development Fund-FEDER), el Programa de Actividades en Biomedicina de la Comunidad de Madrid y la Fundación Ramón Areces.
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