SEXUALIDAD | Más prácticas de riesgo
Algunas jóvenes sobrestiman la protección de la vacuna del VPH
- Casi una de cada cuatro vacunadas percibe menos riesgo en las relaciones
- Sin embargo, la vacuna no proteje frente a otras infecciones sexuales
Un estudio publicado en la revista 'Archives of Pediatric & Adolescent Medicine' revela que casi una de cada cuatro jóvenes vacunadas contra el virus del papiloma humano (VPH) reduce su percepción de riesgo de padecer enfermedades de transmisión sexual e incluso pueden dejar de tomar medidas de protección frente a estas patologías.
El estudio, financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, en sus siglas en inglés) de Estados Unidos, muestra la necesidad de mejorar la educación de los jóvenes con respecto a las vacunas y sus limitaciones.
Actualmente, existen dos vacunas que protegen frente a numerosas cepas del VPH -Gardasil, de Sanofi Pasteur MSD, y Cervarix, de GlaxoSmithKline-, pero ninguna de ellas puede prevenir otras infecciones de transmisión sexual como la sífilis, la gonorrea o el VIH.
Ambas vacunas están recomendadas para todas las niñas de entre 11 y 12 años y, aunque la mayoría conocen sus limitaciones, según los investigadores, en ocasiones se sobreestiman sus efectos, lo que puede aumentar el riesgo de estas jóvenes de contraer otras enfermedades de transmisión sexual. Hoy en día, la vacuna también está aprobada para mayores de 25 años y para chicos de 16 a 26.
Para el estudio, la doctora Tanya Kowalczyk Mullins, del Cincinnati Children's Hospital Medical Center, preguntó a 339 jóvenes de entre 13 y 21 años sobre su percepción del riesgo tras haber recibido la primera dosis de la vacuna contra el VPH.
En general, la mayoría de adolescentes reconoció que era importante seguir prácticas sexuales seguras después de recibir la inyección pero, en cambio, un pequeño grupo (23,6%) creía tener menos riesgo de padecerlas.
Las jóvenes alegaron tener menos información sobre la vacuna y sobre las infecciones de VPH, una menor preocupación por contraer el virus y la falta de uso de preservativo en su última relación sexual.
Por ello, Mullins advierte de que los médicos necesitan reforzar su labor educativa para que tanto las niñas como sus madres conozcan la protección real de las vacunas.
No obstante, los autores reconocen que el estudio está limitado a un único centro del que la mayoría de pacientes suelen tener ingresos bajos, de ahí que el porcentaje no sea extrapolable a la población general.
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