INVESTIGACIÓN | En ratones
Células madre contra la impotencia
Las células madre podrían convertirse en la herramienta clave para mejorar la reconstrucción quirúrgica del pene. Al menos esto es lo que se deduce de un experimento pionero realizado en ratas, que ha ensayado con éxito el uso de estas células (procedentes de la grasa) en un implante quirúrgico.
En el ensayo, la intervención resultó más eficaz que los injertos convencionales y permitió superar algunas complicaciones como la pérdida de longitud del órgano sexual masculino. La investigación se acaba de publicar en la última edición de 'Proceedings of the National Academy of Sciences' ('PNAS').
Aunque es poco conocida entre la población general, la llamada enfermedad de Peyronie afecta al 3%-10% de los hombres, sobre todo a partir de los 40 años. También puede darse en la población joven menor de 30. Se trata de diversas deformidades en el pene originadas por fibrosis (falta de elasticidad) y contracción de la túnica albugínea, que forma parte del cuerpo cavernoso del pene. Esta alteración genera acortamiento y curvatura del pene y se asocia con disfunción eréctil en un elevado porcentaje de los afectados.
"En las primeras fases de la enfermedad, que no siempre están asociadas al dolor, se puede aplicar un tratamiento médico muy variado, desde antiinflamatorios, vitamina E, tamoxifeno, aparatos de tracción del pene, etc.", explica Juan Ignacio Martínez Salamanca, urólogo del área de Medicina Sexual en el Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda (Madrid). "No se puede operar hasta que la curvatura no se mantiene estable un mínimo de seis meses", agrega el experto.
En estos casos, si es menor de 45 grados, "se hace una aplicatura, es decir, el lado más largo se acorta". Si, por el contrario, la curvatura es mayor de los 45 grados, "se aconseja la cirugía con parche, para ampliar la zona más corta". Como argumenta el especialista español sobre el artículo científico, los parches usados son injertos autólogos (de diferentes tejidos del propio afectado como la vaginal testicular, vena safena o mucosa bucal) o xenoinjertos (del pericardio bovino, de la submucosa del intestino delgado porcino o de la matriz dérmica acelular porcina).
El principal inconveniente de esta intervención es que, con frecuencia, el resultado no es el esperado. "Sólo recomendamos esta intervención cuando la curvatura le impide al paciente la penetración. Si no, mi consejo es que no se opere, por las posibles secuelas que puedan producirse", señala el doctor Martínez Salamanca.
El trabajo publicado en 'PNAS', dirigido por Wayne Hellstrom (del departamento de Urología y Farmacología del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tulane en Nueva Orleans, EEUU) "es muy bueno y viene de un grupo con gran experiencia", explica el especialista del Hospital Puerta de Hierro. "Podría ayudar a mejorar la viabilidad del injerto y, por lo tanto, los resultados de la reconstrucción, aunque hay que tomarlo con precaución. El estudio está hecho en ratas, no en humanos".
Ocho semanas después de la implantación, los investigadores evaluaron la función eréctil de las ratas y observaron una mejor respuesta en las ratas que habían sido tratadas con células madre, en comparación con las que sólo habían recibido el tejido porcino. Los injertos también aumentaron el tamaño de la circunferencia de los penes, tanto en estado eréctil como flácidos. El análisis bioquímico mostró que las células madre contribuyeron a la restauración de los tejidos eréctiles mejorando la circulación sanguínea, la contractibilidad y la producción de óxido nítrico, que ayuda a sostener la erección.
"Esta técnica acelera la recuperación de la túnica albugínea y el tejido subyacente de los cuerpos cavernosos al inhibir la fibrosis y mejorar la angiogénesis [formación de nuevos vasos sanguíneos]", afirman los autores de la investigación.
La conclusión de estos científicos es que los injertos con células madre procedentes de la grasa "pueden utilizarse con éxito para la reconstrucción de la túnica albugínea y pueden restaurar la función eréctil". El trabajo, en cualquier caso, está realizado en ratones y debe considerarse por el momento una terapia experimental, lejos de probarse en pacientes.
En el ensayo, la intervención resultó más eficaz que los injertos convencionales y permitió superar algunas complicaciones como la pérdida de longitud del órgano sexual masculino. La investigación se acaba de publicar en la última edición de 'Proceedings of the National Academy of Sciences' ('PNAS').
Aunque es poco conocida entre la población general, la llamada enfermedad de Peyronie afecta al 3%-10% de los hombres, sobre todo a partir de los 40 años. También puede darse en la población joven menor de 30. Se trata de diversas deformidades en el pene originadas por fibrosis (falta de elasticidad) y contracción de la túnica albugínea, que forma parte del cuerpo cavernoso del pene. Esta alteración genera acortamiento y curvatura del pene y se asocia con disfunción eréctil en un elevado porcentaje de los afectados.
"En las primeras fases de la enfermedad, que no siempre están asociadas al dolor, se puede aplicar un tratamiento médico muy variado, desde antiinflamatorios, vitamina E, tamoxifeno, aparatos de tracción del pene, etc.", explica Juan Ignacio Martínez Salamanca, urólogo del área de Medicina Sexual en el Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda (Madrid). "No se puede operar hasta que la curvatura no se mantiene estable un mínimo de seis meses", agrega el experto.
En estos casos, si es menor de 45 grados, "se hace una aplicatura, es decir, el lado más largo se acorta". Si, por el contrario, la curvatura es mayor de los 45 grados, "se aconseja la cirugía con parche, para ampliar la zona más corta". Como argumenta el especialista español sobre el artículo científico, los parches usados son injertos autólogos (de diferentes tejidos del propio afectado como la vaginal testicular, vena safena o mucosa bucal) o xenoinjertos (del pericardio bovino, de la submucosa del intestino delgado porcino o de la matriz dérmica acelular porcina).
El principal inconveniente de esta intervención es que, con frecuencia, el resultado no es el esperado. "Sólo recomendamos esta intervención cuando la curvatura le impide al paciente la penetración. Si no, mi consejo es que no se opere, por las posibles secuelas que puedan producirse", señala el doctor Martínez Salamanca.
El trabajo publicado en 'PNAS', dirigido por Wayne Hellstrom (del departamento de Urología y Farmacología del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tulane en Nueva Orleans, EEUU) "es muy bueno y viene de un grupo con gran experiencia", explica el especialista del Hospital Puerta de Hierro. "Podría ayudar a mejorar la viabilidad del injerto y, por lo tanto, los resultados de la reconstrucción, aunque hay que tomarlo con precaución. El estudio está hecho en ratas, no en humanos".
El ensayo
Hellstrom llevó a cabo una intervención clásica en un grupo de ratas a las que implantó un injerto de la submucosa del intestino delgado de cerdos con el propósito de reparar su pene. En otro grupo de roedores hizo la misma operación con la diferencia de que el injerto, que era el mismo tejido que el anterior, tenía células madre derivadas del tejido adiposo (la grasa) de ratas.Ocho semanas después de la implantación, los investigadores evaluaron la función eréctil de las ratas y observaron una mejor respuesta en las ratas que habían sido tratadas con células madre, en comparación con las que sólo habían recibido el tejido porcino. Los injertos también aumentaron el tamaño de la circunferencia de los penes, tanto en estado eréctil como flácidos. El análisis bioquímico mostró que las células madre contribuyeron a la restauración de los tejidos eréctiles mejorando la circulación sanguínea, la contractibilidad y la producción de óxido nítrico, que ayuda a sostener la erección.
"Esta técnica acelera la recuperación de la túnica albugínea y el tejido subyacente de los cuerpos cavernosos al inhibir la fibrosis y mejorar la angiogénesis [formación de nuevos vasos sanguíneos]", afirman los autores de la investigación.
La conclusión de estos científicos es que los injertos con células madre procedentes de la grasa "pueden utilizarse con éxito para la reconstrucción de la túnica albugínea y pueden restaurar la función eréctil". El trabajo, en cualquier caso, está realizado en ratones y debe considerarse por el momento una terapia experimental, lejos de probarse en pacientes.
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